La Ciudad de Buenos Aires se vistió de colores el sábado 1 de noviembre para celebrar la 34.ª edición de la Marcha del Orgullo LGBTIQ+, con cientos de miles de personas que recorrieron desde la Plaza de Mayo por la Avenida de Mayo hasta el Congreso Nacional.
Los organizadores hicieron de la consigna “Frente al odio y la violencia: más orgullo y unidad” un llamado urgente frente al aumento de los discursos de odio, la violencia que afronta la comunidad y el contexto político que, a su juicio, pone en riesgo los derechos conquistados.
En la jornada, se combinaron la fiesta, la música, la diversidad de géneros, identidades y expresiones, con reclamos concretos: cumplimiento de leyes trans, de VIH-ITS, políticas de salud para la comunidad, así como un rechazo rotundo a la estigmatización de las personas por su orientación sexual o identidad de género.
“Cada derecho conquistado fue fruto de la resistencia frente a la exclusión”, afirmó una de las referentes de la región, tras lo cual miles de voces reclamaron que la celebración se transforme también en fuerza de transformación social.
En un momento donde políticas públicas clave están en tensión y el ajuste económico afecta especialmente a sectores vulnerables, la marcha no solo fue un acto de visibilidad sino también un mensaje de alerta: la diversidad no es opción, es derecho.





