Siempre con una sonrisa, con la voz dulce y calma, la mirada tranquila y el optimismo a flor de piel para contar sin pruritos cada detalle de su dolorosa historia. Según él, lo peor ya ha pasado. El presente es completamente distinto en la vida de Maximiliano Fratino, un productor audiovisual de 37 años devenido en escritor. Hace poco más de 20 años, cuando tenía 15, le diagnosticaron cáncer, padecía leucemia linfoblástica aguda. Los médicos le habían dado tres meses de vida. Estuvo un año internado en el Hospital Garrahan hasta que después de dos años de tratamiento vía quimioterapia, le dieron el alta.
“Viví casi un año en el Garrahan. La pasé muy mal. Estuve varias veces en terapia intensiva. Después tenía salidas muy cortitas pero cuando tenés fiebre tenés que volver. Tuve que hacer quimioterapia: no tenía pelo ni cejas ni pestañas. Fue lo peor que viví en mi vida”, cuenta Fratino.
Maximiliano proviene de una familia humilde. “Soy el mayor de cuatro hermanos, hijo de padres separados pero nunca tuve un lugar fijo. En ese momento vivía en Munro. Antes, estaba en Arrecifes; vivía con mi papá porque nos habíamos quedado sin casa. Entonces me mandaron a vivir allá cuatro años con mi abuelo. Después volví Buenos Aires cuando mi mamá logró estabilizarse un poco”, relata.
Fratino logró reponerse. Tiempo después, tras realizar un viaje espiritual, consideró que había llegado el momento de contar su experiencia y convertirla en un libro. 8 Hilos (VR Editoras) es su primera obra que, muy pronto, podría transformase en una película.
“Cuando salí del hospital tenía en mente escribir este libro. Tenía 16 y empecé a escribirlo a los 32”, aclara. “Tuvieron que pasar 16 años para entender qué quería escribir: cuando salí del hospital era un chico que creía en la utopía, en lo mágico de todo, pero quería contar mi experiencia para que otros se sientan acompañados desde mi experiencia”, subraya.
“Me di cuenta que quería hacer algo más grande. Tuve que aprender muchos años de desarrollo, escritura, emociones y trabajar mis miedos. Siempre digo que las enfermedades son parte de las emociones no gestionadas”.

Fratino decidió contar su historia a través de un personaje de ficción en 8 Hilos, un libro que impulsa a los lectores a hacia el camino de la transformación y la superación.
–¿Por qué 8 Hilos?
–La historia se centra en Lucas Kalmus, tiene 17 años y es el mejor polista del mundo. Un chico que tiene de todo. Cuando estaba jugando un partido exhibición se le nubla la vista ya que venía sintiéndose mal con los ganglios inflamados y se cae del caballo. Entonces, lo trasladaron a una clínica muy top. Ahí le dicen que no tiene ningún traumatismo, que estaba bien pero le descubrieron algo anormal en la sangre: tenía cáncer. Los médicos le dijeron que su cáncer se trata en un solo lugar en el continente. Entonces, lo llevan a un hospital público que se caía a pedazos.
–Una historia como la tuya.
–A ese hospital lo fui transformando como si fuera el Garraham, donde estuve internado, con túneles y rampas de colores para que los chicos sea más ameno al momento de pincharse. Es un hospital pediátrico, por eso tratan de jugar con colores para los chicos.
–¿Por qué decidiste ficcionar tu realidad creando a Lucas, el personaje central?
–Siempre lo pensé como si fuera una película. Soy un escritor autodidacta: no escribo literatura, escribo ficción. Amo la ficción.
–Pero es una realidad ¿Es tu vida o parte de tu vida?
–Es parte. Yo era pobre. Hacer un personaje pobre con cáncer es un embole. Tenía que romper al personaje. Por eso hice a un pibe de elite.
–¿Cómo es Lucas?
–Es un chico soberbio que vive enojado, nunca había visto a nadie con cáncer y cuando lo internan tenía que compartir la habitación con otra persona. Él no quería hacerlo ya que creía que, al contar con suficiente dinero para pagar lo que quiera, sentía que podía hacer lo que quisiera. Pero, al ser un hospital público, se comparte la habitación. Ahí conoce a Nacho, su compañero de habitación: era un chico pelado, sin cejas, sin pestañas, todo amarillo y pálido que hacía pulseras hippies de colores en su cama. Lucas comienza a tener pesadillas a la noche: su partido de polo que ingresa en esa pesadilla, se encapota el cielo y los demás jugadores se transforman en un equipo negro y empiezan a perseguirlo. Cuando se despierta se encuentra con Morrigan, un enigmático enfermero que lo mira y empieza a pincharlo. Pasa una, dos, tres pesadillas que son correlativas en el sueño y siempre está el enfermero pinchándolo hasta que le dice: “cuando quieras trabajar tu enojo, vení a buscarme”.

–¿Qué pasó entonces?
–En una noche, Lucas sale de la habitación y se encuentra en una sala de enfermeros donde estaba su enigmático enfermero. Le dice: ‘vamos a recorrer las rampas de noche’”. En el hospital hay un ascensor que está abandonado, bloqueado y clausurado desde 1973 y no sabemos por qué. El enfermero le abre el ascensor, le quita los candados y adentro tenía ocho botones: ocho botones, ocho rampas, ocho colores, ocho hilos. Los hilos son 8 caminos que va a recorrer Lucas para sanar todos sus miedos y emociones para entender por qué se enfermó.
–¿Todo esto lo viviste cuando estabas internado?
–Sí, tuve que pasar por estos ocho hilos. Tuve que enfrentarme a estar solo porque le tenía mucho miedo a la soledad. Toqué el miedo a la codependencia, tuve que pasar por ese miedo porque era un niño que estaba asustado a que lo abandonen. Pasé por el miedo al desamor, por mi miedo a mis sombras, a no mostrar lo que era realmente yo y tener que ser un personaje para poder coexistir con otras las personas. Pasé por un montón de esos miedos que son ocho.
–¿Cómo definís a tu libro y qué significa para vos haberlo publicado?
–8 Hilos abarca muchos géneros: es una novela, un libro de ficción, de no ficción y juvenil. También es un libro de autoayuda y de fantasía. Para mí, es una etapa cerrada que me hizo muy bien poder cerrar, poder hablar de muchas cosas que no pude hablar en ese momento.
–¿Por qué leer 8 Hilos?
–Puede leerlo cualquiera que haya tenido un resfrío, una separación, estar enfermo o cualquier cosa que le haya tocado en la vida, algo que haya sido fuerte y haberse detenido un minuto para poder pensar, analizarse y pensarse. Me encantaría que todos vivan el viaje de transformación que vive el protagonista y que he vivido.
8 Hilos, de Maximiliano Fratino (VR Editoras).