Las tendencias de maquillaje han ido cambiando a lo largo de los años reflejando no solo modas estéticas sino también cambios culturales y tecnológicos. Desde los labios rojos intensos de los años 50 hasta el contouring y los acabados ultra mate que dominaron la década pasada, cada época encontró su manera de expresar la personalidad a través del rostro.
En tiempos más recientes, la búsqueda se enfocó en una piel perfecta y casi etérea, con técnicas como la glass skin que se popularizó gracias a la influencia coreana, resaltando un acabado ultra brillante y casi translúcido.
Pero el maquillaje también ha evolucionado hacia un enfoque más natural y saludable, donde la textura de la piel y su brillo real cobran protagonismo.
La tendencia minimalista dio paso a una estética que privilegia la luminosidad suave y el aspecto jugoso, sin dejar de lado la cobertura y el cuidado. Productos más cremosos, rutinas que priorizan la hidratación y técnicas que resaltan la belleza auténtica, se imponen frente a los maquillajes pesados y artificiales.
Pero si algo está revolucionando las redes sociales y el mundo del maquillaje es la piel de mantequilla, una nueva tendencia que promete dejar atrás los brillos artificiales para ofrecer un acabado satinado, cremoso y natural.
En los últimos años, la piel perfecta ya no se mide por lo opaco ni por esconder cada brillo a toda costa. Atrás quedó la obsesión por matificar todo, capa tras capa de base y polvo. Hoy, la belleza va por otro lado: se premia lo natural y lo saludable.
En esa línea, una nueva tendencia está conquistando redes sociales y neceseres en todo el mundo. Según el sitio especializado Glamour, para 2025 se impone la piel de manteca (butter skin), un estilo que apuesta por el brillo suave y cremoso, lejos del efecto seco o empolvado.
Cómo tener una piel perfecta de mantequilla. Foto: PexelsPero el butter skin no es cualquier brillo. A diferencia de la piel glaseada (glass skin), que marcó época con su efecto mojado casi irreal, la piel de manteca propone un acabado más cálido, satinado y natural, con una cobertura media que deja ver la textura real de la piel. No tapa, realza. La piel de mantequilla permite que se vean las pecas, la luz propia y ese toque jugoso que antes se intentaba ocultar con papeles matificantes.
Fue la modelo e influencer británica Aisha Potter quien encendió la mecha al compartir en su cuenta de Instagram un video donde mostraba cómo aplicaba la base “como si fuera manteca tibia”, y, en unos pocos días, la tendencia explotó.
En TikTok, el hashtag #butterskin ya acumula más de 85 millones de visualizaciones, mientras que las búsquedas en Google relacionadas con esta técnica crecieron un 250% en lo que va del año.
¿Por qué tantas personas eligen sumarse a esta estética? Los especialistas aseguran que más allá de ser visualmente atractiva, también tiene beneficios concretos para el cuidado de la piel y la forma en la que nos mostramos:
- Mejora la hidratación. Al priorizar productos nutritivos desde el primer paso, la piel se mantiene humectada durante más tiempo.
- Favorece un acabado saludable. El brillo satinado aporta una apariencia descansada, luminosa y fresca, ideal para todo tipo de piel.
- Realza rasgos naturales. Permite que las imperfecciones convivan con el maquillaje, sin cubrir de más ni crear un efecto máscara.
- Reduce el uso de polvos y productos secantes. Lo que disminuye la posibilidad de resecamiento o acumulación en líneas de expresión.
- Es adaptable. Puede llevarse de día o de noche, intensificando o aligerando la cobertura según el look deseado.
El primer paso: una hidratación profunda para que la piel quede elástica. Foto: Shutterstock.
¿Cómo conseguir el «efecto manteca»?
Para lograr en el rostro el «efecto manteca», primero se debe preparar bien la piel con hidratación profunda: sérums y cremas nutritivas son la base fundamental para que la piel quede elástica y radiante, lista para que los productos se fundan sin dificultad.
Luego, se aplica una base liviana y con acabado luminoso, que ofrezca una cobertura media pero natural, evitando la sensación de máscara y permitiendo que la piel respire.
El siguiente paso es usar correctores suaves, solo en las áreas que lo necesiten, para unificar el tono sin ocultar la textura real. Después, se agrega rubor líquido o en crema para darle un toque fresco y saludable al rostro, y bronzer creomoso para aportar calidez y dimensión.
El toque final es apenas un poco de polvo volátil en la zona T, solo si hace falta, para controlar el brillo sin eliminar el resplandor natural.
