Elegido por Juan Domingo Perón para organizar su retorno al país en noviembre de 1972 y poner fin a 17 años de exilio, el abogado Juan Manuel Abal Medina –fallecido a los 80 años- fue una pieza clave en el operativo que derivó en el acceso del líder justicialista a la tercera presidencia de la Nación. Fue secretario general del Movimiento Nacional Peronista entre 1972 y 1974, intervino en el armado de la candidatura presidencial de Héctor J. Cámpora –fugaz presidente entre mayo y julio de 1973- y era hermano de Fernando Abal Medina, uno de los principales dirigentes de la organización Montoneros y brazo ejecutor del asesinato del teniente general Pedro Eugenio Aramburu, en el comienzo de la violencia política de la década del 70.
Tenía 27 años cuando se reunió con Perón en Madrid, en la residencia de Puerta de Hierro, para planificar el retorno a la Argentina. Meses antes, en septiembre de 1970, su hermano Fernando, dos años menor, cayó muerto en una redada policial en William Morris, hecho que lo marcó en lo personal y en su compromiso político.
Padre de cuatro hijos, uno de ellos Juan Manuel Abal Medina, quien fue senador nacional y jefe de Gabinete durante la presidencia de Cristina Kirchner.
En 2022, al cumplirse 50 años de la operación que trajo de regreso al país al líder justicialista, Abal Medina publicó el libro “Conocer a Perón. Destierro y regreso” (Planeta), en el que reconstruye los años y las negociaciones previas a esa misión política, sus encuentros con Perón en la residencia Puerta de Hierro, en Madrid, la relación con su hermano Fernando, las tensiones con las Fuerzas Armadas, la influencia de José López Rega, a quien enfrentó, y la figura de Isabel Perón, a quien siempre defendió.
Allí revela que en uno de sus diálogos con el líder justicialista, el joven dirigente le confió a su jefe político: “General, debo decirle que yo hubiera deseado que mi hermano no hubiera apretado el gatillo”, al describirle sus sensaciones por el asesinato de Aramburu. A diferencia de su hermano, Juan Manuel Abal Medina nunca formó parte de Montoneros, ni se involucró en la lucha armada.
Abal Medina padre había nacido el 1 de marzo de 1945. Perteneció a una familia acomodada, en la que la política constituía un tema presente en las conversaciones de sobremesa y el peronismo era, con frecuencia, fuente de discusiones. Los enfrentamientos de Perón con la Iglesia, así como los posteriores fusilamientos de José León Suárez, durante la Revolución Libertadora, produjeron posiciones encontradas en la familia, como un calco de la sociedad. Al margen de ello, la relación con sus hermanos fue siempre cercana.
Al igual que ellos, estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y militó activamente en el nacionalismo católico. Lector infatigable de textos sobre política e historia, desde muy joven se relacionó con intelectuales que lo acercaron al peronismo, como los escritores Arturo Jauretche y Leopoldo Marechal y el historiador José María Rosa.
Tuvo vínculos, también, con los padres Julio Meinvielle y Leonardo Castellani, a quien consideraba su “primer maestro” y visitaba con frecuencia en su departamento de Caseros y Piedras, muchas veces con su hermano Fernando. Además mantuvo una amistad con Alicia Eguren, pareja de John William Cooke, amigo y delegado de Perón.
Tras la caída de Perón, en 1955, su origen familiar católico y los comienzos de la formación nacionalista lo ubicaron en la militancia por la enseñanza libre, en contraposición con la educación laica, en el debate político de la época. Se consideraba discípulo del profesor Angel Battistessa, reconocido hispanista y traductor, que había sido profesor suyo en el secundario.
En los años 60 trabajó en LA NACION, como colaborador en la sección Deportes, cubriendo notas de rugby, hasta que asumió responsabilidades de dirección en el semanario Azul y Blanco, que expresaba el ideario del nacionalismo católico y era dirigido por Marcelo Sánchez Sorondo y Ricardo Curutchet. Identificado con el primero de ellos, participó de la creación del Círculo del Plata, punto de encuentro de los principales referentes del pensamiento político conservador. En la redacción de Azul y Blanco conoció en 1966 a Antonio Cafiero, a quien consideraba uno de los mejores discípulos de Perón.
En junio de 1972, Abal Medina asumió como secretario general del Partido Justicialista y tres meses después fue designado delegado de Perón, que permanecía en el exilio. Asumió esa función en reemplazo de Jorge Daniel Paladini, a raíz de la desconfianza que generaba en el entorno del líder justicialista su acercamiento al presidente de facto, teniente general Alejandro Agustín Lanusse. El militar mantenía una rivalidad con el legendario político que estaba en el exilio y a quien le impidió participar en las elecciones de marzo de 1973, que marcaron el retorno a la institucionalidad política en la Argentina.
El operativo retorno de Perón durante el gobierno de Lanusse, el 17 de noviembre de 1972, fue un éxito para la estrategia del líder, que desembocó en la candidatura presidencial de Héctor J. Cámpora. Aquella fecha, además, dio lugar a la inclusión del Día de la Militancia en el calendario peronista. Para la posteridad quedó la clásica foto de Perón, tras descender del avión, junto al líder metalúrgico José Ignacio Rucci, identificado con un paraguas, y Abal Medina, en un discreto segundo plano. La imagen muestra marcado contraste con las escenas de violencia y muerte del regreso definitivo, siete meses después, cuando se desató la masacre de Ezeiza, el 20 de junio de 1973.
Abal Medina tuvo una participación muy activa en el diseño de las listas nacionales y provinciales para las elecciones de 1973, las primeras después del golpe de Juan Carlos Onganía. Transitó entre presiones y amenazas en la feroz pulseada interna entre la derecha y la izquierda peronista. Finalmente, todos confluyeron en el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), que proclamó la candidatura presidencial de Cámpora, con la bendición de Perón.
Tras la renuncia de Cámpora y la convocatoria a nuevas elecciones en septiembre de 1973, Abal Medina respaldó la fórmula Perón-Perón, con María Estela Martínez de Perón como candidata a vicepresidenta, lo que le valió enfrentamientos internos, que recrudecieron dos días después del triunfo electoral, con el asesinato de Rucci, de quien el estrecho colaborador de Perón se sentía muy cercano. Tras dos atentados atribuidos a la Triple A, que comandaba López Rega, Abal Medina se alejó de la secretaría general del PJ en mayo de 1974, dos meses antes de la muerte de Perón.
En su visión sobre la violencia que sacudió al país en los años 70, Abal Medina consideraba que la entendía cuando el país atravesaba los períodos de dictaduras militares, para “enfrentar la otra violencia”, pero no la justificaba tras el regreso de Perón y con el proceso electoral en marcha. Tampoco era partidario de “amnistías indiscriminadas”. Además, atribuía la decisión de Perón de echar a los Montoneros de la Plaza de Mayo, en el Día del Trabajo en 1974, a una reacción por los “cantos agresivos y de pésimo gusto” sobre su esposa Isabel.
Consumado el golpe militar de 1976, Abal Medina se refugió durante seis años en la embajada de México en Buenos Aires, donde coincidió con Cámpora. Partió, finalmente, a México en 1982, en los meses de la guerra de Malvinas, y afincó allí su residencia. Fue funcionario del gobierno de ese país y abrió su estudio de abogado. Tuvo una relación clave con el empresario Carlos Slim. Hace pocos años, por razones de salud, volvió a radicarse en la Argentina.