La inteligencia artificial tradicional ya no es una tecnología emergente: se ha consolidado como un componente operativo clave. En 2024, el 46,74% de las organizaciones encuestadas se encontraba en fase de implementación inicial, mientras que casi una de cada cuatro ya había alcanzado una etapa avanzada. Apenas un 3% declaró no tener experiencia con IA, lo que evidencia un salto sustancial respecto a 2022, cuando esa cifra superaba el 19%.
Este proceso de maduración se aceleró con la irrupción de la IA generativa, que alcanzó niveles de implementación inicial similares a los de la IA tradicional. Sin embargo, su despliegue aún presenta características propias: solo un 8,7% de las empresas ha logrado integrarla de manera significativa en sus operaciones, y apenas un 5,4% se considera líder en su aplicación.
Sectores líderes y casos de uso
Las áreas de tecnología, desarrollo de software y ciencia de datos concentran los principales avances. Más del 50% de las organizaciones ha implementado IA en estas funciones, mientras que marketing y diseño han adoptado con agilidad soluciones generativas para la creación de contenidos personalizados. En contraste, sectores tradicionales como finanzas, cadena de suministro o riesgos avanzan con mayor cautela.
El estudio señala que la eficiencia operativa sigue siendo el principal motor de adopción, seguida por el aumento de la productividad. En países como Colombia y Chile, la liberación de recursos para tareas estratégicas fue destacada como uno de los principales beneficios. En paralelo, la capacidad de analizar grandes volúmenes de datos se consolida como una ventaja competitiva en Argentina y Perú.
Inversión creciente, pero aún incipiente
La inversión en IA generativa continúa en etapa exploratoria. En 2024, el 21,7% de las empresas destinó entre 1% y 2% de su presupuesto total a estas tecnologías, mientras que cerca de la mitad no pudo precisar cuánto estaba invirtiendo. De cara a 2025, un 45% proyecta aumentos en distintos niveles, aunque persisten niveles altos de incertidumbre presupuestaria.
El análisis por país revela diferencias notables. Brasil y México muestran un impulso decidido, con un 75% y 44% de las empresas, respectivamente, previendo incrementos significativos. En cambio, Argentina y Colombia adoptan una estrategia más prudente, priorizando consolidar experiencias antes de escalar. Perú y Chile, por su parte, exhiben una mayor dispersión en sus planes de inversión.
Barreras persistentes
A pesar del entusiasmo generalizado, las organizaciones enfrentan desafíos importantes. La falta de talento especializado continúa siendo la principal barrera (44,57%), seguida por la calidad e integración de datos (43,48%), la indefinición estratégica (42,39%) y la incertidumbre sobre el retorno de inversión (35,87%).
La preocupación ética también gana relevancia. Un 38% de las organizaciones reconoce la importancia de contar con políticas claras en el uso de la IA, aunque muchas aún no han formalizado estas prácticas. La “cajanegrización” de los modelos y los fenómenos de hallucination plantean riesgos para la confianza institucional y la integridad de los procesos.
La IA como estrategia de transformación
Tanto la IA tradicional como la generativa son percibidas por las empresas como motores de transformación estructural. El 74% de las organizaciones considera que la IA tradicional tiene un alto potencial para revolucionar sus operaciones, y un 62% ve a la IA generativa con el mismo alcance. Esta confianza se traduce en la integración de estas tecnologías en los planes estratégicos de largo plazo, con foco en personalización, innovación de productos y eficiencia.
La proyección hacia 2025 y más allá anticipa una mayor hibridación entre ambas formas de IA, con la aparición de agentes autónomos capaces de resolver tareas complejas sin programación explícita. Esta segunda ola —basada en modelos agentic— marcará una nueva frontera en la automatización inteligente, con aplicaciones en salud, banca, educación y comunicaciones.
El informe muestra que América Latina está atravesando un punto de inflexión en materia de inteligencia artificial. La IA tradicional ya se encuentra integrada en múltiples sectores, mientras que la generativa comienza a desplegar su potencial disruptivo. Las empresas que logren superar las barreras actuales —especialmente en talento, gobernanza e infraestructura de datos— estarán mejor posicionadas para liderar esta transformación.
Lo que está en juego no es solo la eficiencia, sino la capacidad de redefinir modelos de negocio en un entorno cada vez más competitivo. La revolución de la IA no es una promesa futura: ya está en marcha. La pregunta para las empresas es si están preparadas para escalar.
