El exalcalde de Amposta y ahora líder de la oposición, el posconvergente Manel Ferré, debería atesorar como tratado político la primera novela de Tom Wolfe, La hoguera de las vanidades , a cuyo protagonista –Sherman McCoy– ni su inquebrantable popularidad ni el capital monetario acumulado le salvan de la quema y de la cruel revancha de los otrora compinches de la sociedad neoyorquina. Y todo por un incidente mal resuelto y peor administrado.
Ferré sigue empeñado en presentarse de nuevo a la alcaldía de la capital del Montsià que perdió en el 2015, después de dos mandatos, a manos del republicano Adam Tomàs y a quien ha convertido en su némesis, en diana de todos sus arrebatos y abominaciones. Enfrentado a la ejecutiva local de Junts, Ferré no da su brazo a torcer y ya ha anunciado que en el 2027 encabezará una lista ni que sea tras una sangrienta justa. Pero como McCoy, Ferré arrastra más deberes que haberes, aunque de momento goce del beneplácito de la dirección de Junts, que en política tampoco supone un seguro y un aval de por vida.
Esquerra Republicana ha apuntalado en Amposta un baluarte político por ahora inexpugnable
Sobre Manel Ferré recae un delito de malversación pendiente de juicio de cuando compaginaba la alcaldía con la presidencia del Consorci Hospitalari de Catalunya. 23.630 euros de dietas cobradas irregularmente, o sea, por duplicado. Y al Ayuntamiento de Amposta, liderado por Esquerra, le ha costado un millón de euros la condena del TSJC por una reparcelación irregular de la urbanización de los Eucaliptus, aprobada en el 2010 también bajo su mandato.

El puente colgante de Amposta.
Marta Parés
Mientras, Esquerra ha apuntalado en Amposta un baluarte político por ahora inexpugnable, similar al que CiU erigió en tiempos del carismático y preboste Joan Maria Roig. El republicano Adam Tomàs lleva camino de emular al convergente en permanencia, pues con unas holgadas mayorías absolutas ha situado a esta ciudad del Montsià en la única capital de comarca que los republicanos gobiernan sin ataduras ni pactos. Estratega, vehemente, dicharachero y popular, Tomàs tiene en mente un proyecto sólido y de futuro para su ciudad a la que quiere convertir en capital de facto de las Terres de l’Ebre o, al menos, del Delta. Apetencias y ambiciones locales de las que recelan el resto de los alcaldes del territorio.
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Bajo el paraguas de una incipiente Mancomunidad (Delta Gestió), varios de ellos ya desgranan una posible alianza electoral con vistas al 2027 –Enlairem les Terres de l’Ebre– espoleada por el alcalde de Deltebre, Lluís Soler, escarmentado de las promesas incumplidas y traiciones de los dirigentes de Junts. Un movimiento concéntrico que agruparía a exdirigentes del PDECat y al que el PSC se va aproximando a tientas pero resuelto con el alcalde de La Ràpita, Javier Reverté, en cabeza. Que la revuelta deltaica se extienda al resto del Ebro será imprescindible para conquistar consejos comarcales y la Diputación de Tarragona.