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jueves, junio 19, 2025

Identifican una particular atrofia del cerebro en la gente que tuvo Covid leve y no estaba vacunada

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Lo primero que llama la atención de Martín Belzunce es su profesión: ingeniero en electrónica y doctor en ingeniería. Sin embargo, sus últimos hallazgos están vinculados al campo de la salud, y en particular al de una enfermedad que parece haber pasado de «moda» pero sus consecuencias a largo plazo siguen provocando intriga y cada vez más certezas: el Covid.

Este virus respiratorio que nació en la ciudad china de Wuhan hace cinco años y medio para provocar una pandemia que dejó, según la OMS, más de 7 millones de muertes en el mundo, a esta altura parece un tango: muchos creen que se fue, pero siempre está llegando. Es evidente que el SARS-CoV-2 ya no es aquel asesino impiadoso y omnipresente de las variantes Beta o Gamma, aunque sus secuelas siguen al acecho.

Belzunce se propuso estudiar a la población que luego de haber tenido Covid quedó con síntomas persistentes en el tiempo. Lo que se conoce como Long Covid o Covid prolongado. En algunos lugares del mundo se viene indagando con celo en esta patología, mientras que en Argentina son pocos los que se han preocupado por entender sus motivos e implicancias.

Investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Belzunce realizó un novedoso ensayo con personas que habían tenido Covid leve y entre los tres meses y los dos años posteriores a la fase aguda del cuadro continuaban manifestando síntomas como déficit de memoria, niebla mental o fatiga. Les realizó imágenes de resonancia magnética y las comparó con un grupo de control sano.

“Decidimos estudiar qué estaba pasando en el cerebro de estas personas y descubrimos una serie de anomalías en las imágenes. Pudimos observar pequeñas atrofias regionales, pérdida de materia gris, que suele verse en muchas enfermedades neurodegenerativas. También vimos déficits en la materia blanca, vinculada a la neuroinflamación, y en la perfusión, es decir, cuánta sangre oxigenada llega al cerebro”, explicó Belzunce.

Partículas del virus SARS-CoV-2, que causan el Covid-19 y provocaron una pandemia. Foto: AP
Partículas del virus SARS-CoV-2, que causan el Covid-19 y provocaron una pandemia. Foto: AP

Uno de los aspectos que más llama la atención del trabajo de este investigador es que dicho deterioro se detectó, en la mayoría de los casos, en la población que no había recibido la vacuna contra el Covid. “ La mayoría de los que tenían estos síntomas no se habían vacunado. La vacunación previene el riesgo a tener el Covid prolongado”, evaluó el ingeniero.

Belzunce señaló que esta patología “se cree que es una sobrerespuesta del sistema inmune«. Y agregó: «Ahora estamos tratando de determinar si la población con Covid prolongado tendrá mayor riesgo de tener una enfermedad neurodegenerativa en el futuro”.

El puzzle del Covid largo

Sobre este último punto hay otros intentos de acercamiento. Por ejemplo, el de Gabriel de Erausquin, neurólogo e investigador del Covid persistente en la University of Texas Health San Antonio, que encontró que “las partes del cerebro afectadas por el Covid se superponen significativamente con las que se ven afectadas al inicio del Alzheimer”. Sin embargo, aclaró que aunque “los cambios se superponen, no son idénticos”.

Una enfermera aplica una vacuna contra el Covid, actualmente con poca demanda. Foto: EFEUna enfermera aplica una vacuna contra el Covid, actualmente con poca demanda. Foto: EFE

También en la UNSAM, la investigadora Marcela Brocco trabaja junto con Belzunce en un proyecto complementario. “Trabajamos en la medición de biomarcadores de salud mental en la saliva, para integrar todos los componentes de la parte cognitiva, salud mental y las imágenes del cerebro”, explicó la experta. Allí se identifican ciertas proteínas que indican que hay inflamación y estado de estrés, para corroborar orgánicamente la existencia del signo que está detrás del síntoma.

Aunque ya nadie hoy le preste atención, el Monitor Público de Vacunación del Covid -cuyo rating en pandemia explotaba- se sigue actualizando todos los días en la Web. Allí puede apreciarse cómo la cantidad de vacunas aplicadas en el país -las de ARN mensajero que ofrece el sistema público- mantiene una meseta achatada al menos desde hace un año y medio. A esa oferta se sumó en los últimos meses la vacuna proteica ARVAC, disponible en las farmacias.

Como sea, la vacuna contra el Covid no escapa a la indiferencia preocupante a la inmunización contra diversas enfermedades que los infectólogos vienen marcando en el último tiempo, que en parte se debe al “hartazgo” que provocaron las sucesivas indicaciones de refuerzos vacunales para el caso del SARS-CoV-2. La paradoja es que mientras ese vaso rebalsa, la evidencia protectora del medicamento que otrora salvó millones de vidas no para de crecer.

PS

Redacción

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