¿Eres de los que leen todos los mensajes del grupo de WhatsApp pero rara vez escriben algo? ¿Prefieres observar sin intervenir?
Según la psicóloga Rebeca Cáceres, directora de Tribeca Psicólogos y profesora de la Universidad Internacional de Valencia, ese comportamiento no solo es más común de lo que pensamos, sino que puede ser una expresión saludable de autocuidado.
“No hay una forma ‘correcta’ de comportarse ante los grupos de WhatsApp”, afirma Cáceres. En sus palabras, las dinámicas digitales reflejan la diversidad de personalidades, ritmos y necesidades que existen fuera de la pantalla. Por tanto, participar activamente o guardar silencio no dice nada negativo sobre una persona.

No responder también comunica algo
Para muchos, los grupos de WhatsApp se han convertido en un canal constante de mensajes, memes, felicitaciones y avisos de todo tipo. Algunos disfrutan esa interacción, otros la ven como una carga. Cáceres apunta que no debemos caer en interpretaciones erróneas cuando alguien no responde: “No responder en un grupo no significa ‘no me quiere’, ‘me rechaza’ o ‘me está ignorando’. Eso es lo que tú sientes, no lo que el otro está expresando”.
Por eso, insiste en que respetar el silencio digital ajeno es una forma de inteligencia emocional. Cada persona tiene derecho a decidir cómo y cuándo interactuar, sin sentirse obligada a cumplir expectativas sociales no habladas.

El silencio como límite sano
Lejos de ser una falta de implicación, el silencio puede ser una manera de protegerse del exceso de estímulos digitales. “En muchos casos, elegir no responder es una forma de poner un límite sano”, explica Cáceres. Y va más allá: “Es una forma de respeto hacia uno mismo, porque implica actuar en coherencia con los propios valores, gustos y formas de estar en el mundo”.
En una sociedad hiperconectada, decidir no intervenir en un grupo también puede verse como un acto de libertad personal, de coherencia interna y de preservación del bienestar.
¿Es lo mismo en grupos de amigos que de trabajo?
La psicóloga también diferencia entre los grupos sociales y los creados con fines profesionales. En los primeros, la espontaneidad manda. En los segundos, “es fundamental que existan acuerdos explícitos: horarios de uso, tipo de comunicaciones permitidas y la finalidad del grupo”, sostiene. Lamentablemente, “muchos grupos laborales han derivado en espacios ambiguos donde lo profesional se mezcla con lo personal”, lo que puede incomodar y llevar a algunos a retraerse.

En ese contexto, Cáceres subraya la importancia de definir claramente las normas del grupo para evitar malentendidos y crear un ambiente digital sano: “La convivencia digital también requiere acuerdos y límites, y sobre todo, respeto sin juicios”.
La clave: no tomárselo como algo personal
Si el silencio de alguien te incomoda, lo mejor no es confrontar en público ni sacar conclusiones precipitadas, sino hablar directamente y en privado. “La comunicación íntima no se construye esperando respuestas en público, sino generando espacios donde se pueda hablar de forma clara, honesta y de tú a tú”, recomienda la experta.