Càritas Barcelona alerta de que cada vez atiende a más personas en situaciones “más complejas”, con necesidades de apoyo que la entidad no siempre puede “llegar a dar”. Así lo ha señalado este jueves el director de Càritas Barcelona, Eduard Sala, durante la presentación de la memoria 2024, un acto que ha contado con la participación de la responsable de análisis social de la entidad, Míriam Feu, y del arzobispo de Barcelona y presidente de Cáritas Diocesana, el cardenal Joan Josep Omella.
En 2024, Càritas Barcelona atendió a un total de 79.083 personas en 33.829 hogares, de las cuales el 74 % carecía de una vivienda digna. Aunque el total de hogares y personas atendidas ha disminuido ligeramente respecto a 2023 –cuando fueron 81.135 personas y 35.575 hogares–, si bien sus necesidades se han “intensificado”.
Miriam Feu, el cardenal Joan Josep Omella y Eduard Sala, en la presentación de la memoria anual del 2024.
Nazaret Romero / ACN
La entidad ya avisó el año pasado de que estaban “llegando al techo” en la ayuda que pueden dar, ha remarcado el director, quien ha subrayado que cada vez es “más difícil” pagar una habitación ya no de alquiler, sino de realquiler.
El 46% de los hogares atendidos eran de una persona sola, una “casuística en aumento”; el 22%, de parejas con hijos; el 17%, monoparentales; el 8% de parientes que viven juntos, y el 7%, de parejas sin hijos. La memoria apunta también a un aumento de las personas en situación administrativa irregular entre los atendidos, que ya representan el 56%.
Un 56% se encuentra en situación irregular
Míriam Feu ha subrayado la irregularidad administrativa como factor de “desigualdad sistemática”: el 75% de las personas acompañadas en 2024 fueron extranjeros no comunitarios, el 56% se encontraba en situación administrativa irregular y, de estos, 1 de cada 4 son niños y adolescentes.
Esta desigualdad se intensifica en ámbitos como la vivienda o la precariedad laboral: del 56% de personas en situación irregular, el 86% no tenían una vivienda digna, 25 puntos porcentuales por encima de los que están situación regular. Además, no pueden disponer de contrato ni homologar sus títulos universitarios, por lo que a menudo dependen de la economía sumergida.
Eduard Sala, director de Càritas Barcelona.
Nazaret Romero / ACN
Eduard Sala ha recordado que los inmigrantes –”la principal diana de los discursos de odio”– vienen para tener un trabajo digno y aportar. En este sentido, ha reclamado garantizar la libertad de circulación y residencia, y ha considerado insuficiente la reforma del Reglamento de Extranjería.
También ha instado a los partidos a apoyar la ILP para la regularización extraordinaria de personas extranjeras y ha lamentado que no todos los partidos se sumaran al pacto en el Parlament para asegurar el empadronamiento de todas las personas. “Lo están incumpliendo demasiados gobiernos locales, de todos los colores”, ha indicado. “Los derechos humanos no son un regalo para nadie”, ha añadido.
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El 82,9% del total de personas acompañadas en edad laboral no tienen un trabajo en el mercado formal, y muchas están en búsqueda de trabajo y/o trabajan en la economía informal. Como respuesta, la entidad ha formado a 1.905 personas para tener más oportunidades laborales, y 1.263 han terminado encontrando empleo.
El 74% de hogares atendidos no disponían de una vivienda digna: un 51% vivía de realquiler, un 8% no tenía vivienda, un 8% dependía de una entidad social, un 4% tenía alquiler sin contrato y un 3% ocupaba; además, de los casos de realquiler, el 78% tenían a personas en situación administrativa irregular.
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Más de 8.000 socios y más de 3.000 voluntarios
Por su parte, el cardenal Omella ha defendido una mirada positiva viendo cómo trabajan Càritas y muchas otras organizaciones, y ha pedido no solo mirar las cosas materiales sino las personas: “Mientras haya personas habrá esperanza”. Asimismo, ha agradecido “todo el trabajo que hace Càritas”, ya sean trabajadores, socios, benefactores o voluntarios, y ha insistido que cada vez ve más jóvenes comprometidos.
La entidad contó con 8.869 socios y donantes y 676 ‘Entitats amb Cor’, así como 3.188 personas voluntarias, a las que se suman 206 personas contratadas y 209 en puestos de trabajo externos; tuvo un gasto de 22,5 millones de euros en recursos aplicados y un 80% de financiación privada.
