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sábado, junio 21, 2025

Joaquín Palau, director de Arpa: «El libro tiene una salud de hierro, es un invento imbatible»

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Arpa editores nació en Barcelona hace 9 años cuando un padre, Joaquín Palau, y un hijo, Álvaro Palau Arvizu, decidieron llevar al papel el sueño de tener una editorial propia. Joaquín había trabajado durante años en editoriales reconocidas y Álvaro había estudiado ciencias políticas en París. Esa unión y ese saber le dieron vida a Arpa que desde entonces edita títulos de humanidades, ciencias sociales, psicología y empresa y está iniciando desde hace un año la línea de clásicos universales de literatura y de pensamiento.

Hace unos años que distribuyen en la Argentina, y entre los últimos libros se detacan títulos como El malestar de las ciudades, de Jorge Dioni López, o Enciclopedia crítica del género. En esta entrevista con Clarín, Joaquín Palau, un confeso enamorado de Buenos Aires y su vida cultural, explica los desafíos de llevar adelante una editorial propia y de las virtudes del libro, al que define como un invento maravilloso.

Ya lanzaron una editorial hermana en Francia, Nouvelle Editions Arpa y esperan seguir creciendo. “No buscamos más títulos, sino mejores libros. En el campo del ensayo y las humanidades en general, las cosas hay que editarlas y promocionarlas muy bien”, dice Palau.

–¿Cómo nace Arpa?

–Arpa nació hace 9 años como fruto del acuerdo y la creación de una sociedad editorial entre mi hijo y yo. No es una editorial que un padre vaya a ceder a su hijo o que un hijo vaya a heredar de su padre, sino que la creamos juntos con dos perfiles profesionales muy claros y, creo yo, complementarios. Yo vengo de la edición de toda la vida, trabajé 15 años en Planeta, siete como director de Destino, también fui director general del grupo RBA. Y Álvaro Palau, mi hijo, es licenciado en Ciencias Políticas por Paris. En un momento determinado, de un cierto cansancio de ambos por motivos muy diferentes, decidimos intentar hacer realidad un sueño que teníamos desde hacía muchos años, crear un editorial. Se llama Arpa porque son las primeras sílabas de nuestros apellidos, Arvizu, por el apellido materno de mi hijo, y Palau, por el mío. Invertimos el orden, eso sí.

–También es un instrumento musical.

–Sí, claro. Arpa nació con ciertas reticencias en el sector porque el mercado estaba muy maduro, pero contábamos con ventajas competitivas importantes, como la experiencia, los contactos con muchos autores y con la prensa española y una cierta experiencia de ambos, de Álvaro y mía, en el campo de las humanidades y de las ciencias sociales. De manera que nos sentíamos capaces de arrancar esa aventura. Al cuarto año de haber nacido, con la pandemia de Covid, la venta de libros creció de una manera extraordinaria, lo que significó un impulso afortunado dentro de la dramática situación y luego, poco a poco nos hemos ido consolidando. No es fácil trabajar con un padre y no es fácil trabajar con un hijo, y mucho menos cuando ambos se creen muy listos y son hombres. Pero ha sido posible. Hemos aprendido a ceder cuando hay que hacerlo y a discutir bien, y creo que ahora es un proyecto de éxito en España, pilotado fundamentalmente por Álvaro Palau.

–¿Cómo es su catálogo y cómo se piensan los títulos que se publican?

–Las líneas principales son, sin duda, humanidades y ciencias sociales en género ensayo, también nos interesa mucho la psicología. Una gran diferencia entre mi generación y la de mi hijo es, entre otras muchas cosas, el cambio de percepción que se tenía y se tiene de la psicología. En mi época, cuando yo era joven, quién iba al psicólogo era un niño problemático. Hoy, en la generación de mis hijos, el que no va al psicólogo es un niño problemático.

–La psicología forma parte hoy de la salud integral, es como ir al médico clínico, ¿no es cierto?

–Totalmente, nosotros apostamos por eso, es decir, por entender que la psicología es cultura. También desarrollamos una línea de libros de empresa porque nos gusta y porque Álvaro es una persona especialmente experta en ese campo, muy orientado al libro anglosajón. Y estamos trabajando ya con entusiasmo en una línea de clásicos universales. Sabemos que hay mucha competencia ahí, pero si la hay es porque funciona; nuestro reto es hacer, en la medida de lo posible, ediciones renovadas y actualizadas de clásicos universales, tanto de ficción como de no ficción. Buscamos ofrecer una experiencia lectora óptima, algo que afecta a la tipografía, a la caja del libro, al diseño, a las introducciones, y por supuesto a las traducciones, porque las traducciones también envejecen; cada ciertos años tiene sentido renovarlas y en eso estamos.

Joaquín Palau, titular junto con su hijo de Arpa editores. Foto: gentileza.
Joaquín Palau, titular junto con su hijo de Arpa editores. Foto: gentileza.

–¿Crees que es un buen momento para la literatura en este mundo tan hiperconectado en el que vivimos?

–El negocio de la edición está creciendo. La lectura está creciendo, aunque va por barrios; por ejemplo, la literatura infantil y juvenil está creciendo desde hace años, pero sigue ocurriendo que los chicos y las chicas a partir de determinada edad dejan de leer o leen menos y después de ciertos años, algunos sí retoman el hábito de la lectura. Recuerdo estar en Buenos Aires en el Congreso Mundial de editores hace 30 años y me acuerdo del sector aterrorizado porque parecía que el libro iba a desaparecer y ¿sabes cuál era la amenaza?, ¡el CD–ROM!, que dejó de existir 5 años después de haber nacido. El libro tiene una salud de hierro, es un invento imbatible. En 500 años ha cambiado poco en realidad, tú tomas un libro de hace 300 años y evidentemente ha cambiado, como todo, también la ropa ha cambiado, pero los pantalones siguen siendo pantalones, los de antes y los de ahora. Un libro es exactamente lo mismo: páginas de papel bien impresas, bien editadas y evidentemente con una mejora progresiva de la experiencia lectora. Yo diría que el libro sigue manteniendo su gran prestigio y eso se lo ha ganado el libro solito.

–¿Ha habido una explosión de la no ficción?

–Creo que la no ficción no deja de crecer desde hace décadas. Hoy, en España por ejemplo, no hay cocinero que se precie que no tenga publicado un libro; eso se puede aplicar a muchas profesiones. Antes no era así.

–Uno de los libros que llega a la Argentina es el de Jorge Dioni López, El malestar en las ciudades

–Sí, Jorge es un ensayista extraordinario, nacido como gran ensayista en Arpa, esa es la verdad. Hoy es un referente en esta temática. Él analiza, desde una perspectiva española pero que ya es prácticamente universal, las dinámicas económicas y sociales que están castigando enormemente las viviendas en las ciudades. Están expulsando de las ciudades a dos colectivos fundamentales, a los jóvenes y a los más mayores. Luego de la burbuja inmobiliaria de 2008, las casas a medio construir o construidas o con hipotecas fallidas, muchas de ellas en manos de bancos nacionales pasaron, por cuatro euros, a manos de fondos de inversión que, en lugar de ayudar a resolver el problema de la vivienda, lo que han hecho fue agravarlo todavía más, potenciando el piso turístico, la subida de alquileres y eso hace que, por ejemplo, mucha gente mayor pues no pueda cubrir esos incrementos de alquiler. Y los jóvenes, con los salarios que hoy tienen, se les hace complicado tener un piso o un proyecto de piso propio, y esto genera, a su vez un problema mayor y es que muchos jóvenes viven juntos. ¿Qué consecuencia tiene esto? Que no se crean nuevas familias y esto que parece una bromita, es gravísimo a mediano plazo. Este libro, que fue un éxito en ventas en España, viene de su primer libro, La España de las piscinas, un texto magistral que los libreros de Madrid consideraron en 2023 el mejor ensayo del año de España.

–¿El libro nos ayuda a pensar?

–Pensar no es fácil, se lea o no, pero yo diría que sí, que ayuda. Pero el libro ha de aprender a convivir con muchas otras fuentes de conocimiento. Yo tengo un hijo muy lector y un hijo poco lector, me refiero a lectura convencional, pero que es enormemente culto porque lee de otra manera, por otros medios: a través de redes sociales, por ejemplo. Si quieres ser un gran experto en Petrarca tal vez tengas que currártelo con más recursos literarios, con más fuentes de conocimiento que ésas, pero yo diría que hoy las redes sociales bien gestionadas te permiten aprender mucho, casi todo. Creo que aprender a pensar, a ser lúcido, no es patrimonio del libro, eso es justo admitirlo. Hay mucha gente que lee mucho y sigue siendo igual de mala, ¿vale? El libro a veces te hace refinadamente malvado si eres malvado, pero si eres buena persona te hace refinadamente buena persona, y este es el gran regalo de la lectura y de la literatura.

–Pensaba en, por ejemplo, cuando fue la Reforma Luterana, que luchó por el ejercicio individual de la lectura, de la libre interpretación de la palabra divina y en lo que implica, en la razón y en el pensamiento, el ejercicio de la lectura.

–Sí, un libro exige que te concentres, de hecho, por eso hay capítulos en los libros, para poder reposar. Yo diría que no hay manera de ser una persona lúcida mentalmente –ahora está de moda hablar de pensamiento crítico, aunque es una expresión algo gastada, yo diría lucidez mental, de riqueza mental–, sin leer. El libro también es fundamental para pasarlo en grande, para divertirte. Para imaginarte otros mundos. Una vez mi hija me dijo una cosa que me hizo gracia porque la dijo espontáneamente. Yo tengo una familia a la que le apasiona viajar. Mientras que a mí, y en eso por lo menos me parezco a Immanuel Kant, no me gusta tanto, yo me quedo en mi casa con mi mundo, con mis poemas y mis libros. Entonces un día mi hija me dijo: ‘Claro, tú viajas desde tu mesa, papá’. Y es estrictamente verdad. Creo que efectivamente la literatura, en cualquiera de sus géneros, te permite estar en cualquier lugar del mundo que quieras imaginar.

Joaquín Palau básico

  • Es licenciado en Filosofía Pura por la Universidad Autónoma de Barcelona.
  • A lo largo de sus más de cuarenta años de experiencia editorial ha sido director general de RBA Libros y director editorial y de no ficción de editoriales como Destino, Grup 62 o Planeta.
  • En 2015 crea, junto con su hijo Álvaro, la empresa editorial Arpa, el sueño de su vida. Hoy participa en la dirección de Arpa y lee y edita textos sin parar.

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