“Se acabó el orden mundial, en el comercio y en la seguridad. Hay que adaptarse a esa realidad. No será fácil”. Las palabras, grandilocuentes, son del asesor especial del presidente brasileño Lula da Silva, el excanciller Celso Amorim, antes del anuncio del cese al fuego entre Israel e Irán que la administración Trump se anotó como un triunfo propio.
El veterano diplomático, lúcido a sus 83 años, profundizó su perspectiva en Band News, y puso el foco en el accionar del Gobierno estadounidense durante el fin de semana. “Es un abandono de los foros multilaterales. Hasta Estados Unidos, en Irak, primero llevó el tema al Consejo de Seguridad de la ONU. Y como no consiguieron la autorización, accionaron unilateralmente. Es condenable. Pero ahora ni siquiera hubo tentativa de autorización”, explicó las diferencias que ve con lo que hicieron en territorio irakí, que derivó en una invasión en 2003 (con una retirada recién en 2011).
Una foto de 2010 muestra a Amorim, en ese entonces canciller de Lula, junto al presidente de Brasil y sus pares de Turquía e Irán, Recep Tayyip Erdoğan y Mahmud Ahmadineyad, respectivamente. El contexto: la firma de un acuerdo para enriquecimiento de uranio fuera de Irán, en Turquía, bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Apenas un año antes, la prestigiosa revista estadounidense Foreign Policy mencionó a Amorim como «el mejor ministro de Asuntos Exteriores del mundo». También en ese año, el propio presidente Barack Obama catalogó a Lula como “el político más popular sobre la Tierra” durante un encuentro del G20 en Londres: “Este es mí ídolo, le tengo gran admiración”, dijo entonces el dirigente del Partido Demócrata.
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Los antecedentes
En 2015, sobre el final de la era Obama, el llamado G5 + 1 llegó a un esperado acuerdo con Irán. Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania, aceptaron una flexibilización de las sanciones económicas impuestas sobre Teherán a cambio de una reducción de las reservas de uranio enriquecido iraní, junto a un mecanismo de inspección de la OIEA. “Estos son los primeros límites significativos que Irán aceptó sobre su programa atómico en casi una década”, indicó entonces un comunicado de la Casa Blanca. Diez años después, pandemia y dos presidencias de Trump mediante, parece tener razón Amorim: ese mundo se terminó.
“El acuerdo con Irán fue una de las peores y más unilaterales transacciones que Estados Unidos haya realizado jamás”, decía el propio Donald Trump en mayo de 2018 al anunciar el punto final y el reinicio de las sanciones. “La retirada de Estados Unidos presionará al régimen iraní para que modifique el curso de sus actividades malignas”, anunciaba en ese momento la Casa Blanca.
Irán, en tanto, aprovecharía el vacío en las negociaciones para hacer enriquecimiento de uranio. Lula se enteraría de los acontecimientos en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, donde cumplía una condena –luego anulada– que le impediría candidatearse y que abriría el camino a la presidencia de Jair Messias Bolsonaro, aliado trumpista, que venció en las urnas a Fernando Haddad.
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El trumpismo: internas y aliados
Dentro del movimiento MAGA se explicitó una interna que ya venía cocinándose y que se puede resumir, a grandes rasgos, en dos palabras: aislacionistas vs. intervencionistas. El ex presentador de Fox News, Tucker Carlson, acorraló al dirigente republicano Ted Cruz con preguntas sobre la población de Irán. “Eres un senador que pide el derrocamiento del gobierno y no sabes nada del país”, le enrostró Carlson a Cruz tras consultarlo sobre la cantidad de habitantes del país y las etnias mayoritarias. Fue en la previa al ataque a Fordow, Nataz e Isfahan, las tres principales instalaciones nucleares iraníes.
También en ese momento habló John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos durante el primer mandato del republicano. Entrevistado por la agencia alemana Deutsche Welle, Bolton no perdonó a su anterior jefe. “Creo que es lo que Lenin alguna vez habría llamado un idiota útil. No sabe nada de historia. No le importa. No lee los informes de inteligencia”, comenzó lapidario el hombre de bigote blanco, que luego, a pesar de estas críticas, validó el ataque a Irán. “Cree que (Vladimir) Putin y él son amigos. Le aseguro que Putin no lo ve así. Trump cree que él y Xi Jinping son amigos. Así no lo ve Xi, pero demuestra cómo pueden manipularlo”, continuó, para luego describir la relación del magnate con el norcoreano Kim Jong Un, quien se hizo fuerte en la negociación por su poderío nuclear.
Nadie sabe el daño real
“Cualquiera que desee fervientemente que Estados Unidos se involucre plenamente en el conflicto entre Israel e Irán no es partidario de America First ni del movimiento MAGA”, dijo el 16 de junio pasado una trumpista caracterizada, la legisladora Marjorie Taylor Greene, de Georgia. Le contestó el propio presidente, entrevistado por The Atlantic. “Dado que fui yo quien acuñó el eslogan America First y que este término no se utilizaba antes de mi llegada, creo que soy yo quien debe decidir […] Para aquellos que dicen querer la paz, no puede haber paz si Irán tiene un arma nuclear”, dijo Trump mostrándose como global player.
El que pivoteó entre bandas fue el vicepresidente JD Vance, figura con posible proyección futura por una razón que lo excede: Trump está impedido legalmente para presentarse a un tercer mandato. Afirmó que Estados Unidos “no está en guerra contra Irán, sino con su programa nuclear”. Y tras el anuncio de Trump sobre el cese al fuego, celebró el ataque a las centrales nucleares: “El presidente, toco madera, sin tener una sola víctima estadounidense, destruyó el programa nuclear iraní”, sintetizó desde los estudios de Fox News.
Mayor cautela tuvo el director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, el argentino Rafael Mariano Grossi: declaró que nadie “está en condiciones de evaluar los daños subterráneos en Fordow”. El general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, también fue menos enfático que Trump y su VP: afirmó que aún estaba pendiente la evaluación de los daños y que “sería demasiado pronto para comentar lo que puede o no seguir ahí”. Para sumar complejidad, una fuente iraní de alto nivel declaró a Reuters que la mayor parte del uranio enriquecido había sido trasladado a un lugar no revelado antes del ataque. ¿Intento de no mostrarse derrotado o realidad?
Los multipolares y las perspectivas a futuro
En agosto de 2023, durante la XV Cumbre de los BRICS realizada en Johannesburgo, Sudáfrica, una serie de países fueron aceptados para incorporarse al bloque que originalmente compusieron Brasil, India, Rusia, China y el anfitrión. Elegidos dentro de un bloque de treinta países que se ofrecieron para incorporarse, los seleccionados fueron Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Egipto y Etiopía.
Una situación posterior modificó la ecuación: Javier Milei ganó las presidenciales y desistió de ingresar el 1° de enero de 2024, tal como estaba contemplado. Entre el 6 y el 7 de julio la ciudad de Río de Janeiro será la sede de la próxima cumbre de los BRICS. Es de esperar, entonces, que se trabaje allí sobre el declive del multilateralismo y la irrupción de diversos agentes/actores que cuestionan el liderazgo global norteamericano.
“Tengo 83 años, 63 de ellos dedicados a la diplomacia, y nunca he vivido un momento tan peligroso. Incluso durante la crisis de los misiles de Cuba, había dos personas que podían comunicarse. La URSS intentó una jugada audaz pero se retractó. Ahora hay muchos actores y muchos incontrolables”, finalizó Amorim su nota con el periodista brasileño Caio Junqueira. ¿Se atenúa este horizonte pesimista tras el anuncio del cese al fuego?
El temor a la tercera
Una perspectiva igual de sombría que la planteada por Amorim tiene que ver con la biología y los apetitos personalistas: Trump, Benjamín Netanyahu y Alí Jamenei, todos en el ocaso de sus carreras, están obsesionados con dejar un legado. “No es un conflicto diseñado para administrar tensiones, sino para sellar biografías. El problema, como siempre, es que los legados individuales rara vez se alinean con los intereses colectivos”, remarca Federico Merke en Cenital.
Más optimista es la perspectiva de Rubens Ricupero, consejero emérito del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales y subsecretario general de la ONU entre 1995 y 2004. Entrevistado por Natuza Nery en el podcast O Assunto de G1. “No es verdad que se acabó el orden mundial. Sufrió un golpe. Pero el temor a una III Guerra Mundial es una exageración. Una guerra mundial es una guerra donde todos los grandes países están involucrados. Eso exigiría que entrasen China, Rusia, la UE. China hizo una declaración condenando el ataque norteamericano que es menos fuerte que la que hizo Brasil. Los rusos dijeron que van a ayudar a Irán pero no dijeron como”, explicó.
“Para tener una guerra mundial sería preciso algún problema que afectase directamente a Estados Unidos y China. Y eso no está sucediendo porque los chinos son muy cuidadosos y evitan cualquier cosa que provoque a Estados Unidos. Son muy prudentes y pragmáticos”, cerró, en clara respuesta a Amorim. Como el tiempo es un gran ordenador, alguno de los dos habrá acertado a futuro.
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