[BUENOS AIRES, SciDev.Net] Eventos climáticos extremos vinculados a la lluvia —tanto su exceso como su escasez— empeoran las condiciones socioeconómicas de la población más vulnerable en áreas urbanas de América Latina y afectan “desproporcionadamente” a las mujeres, según una investigación que analizó el caso de Ecuador.
El trabajo, publicado en Journal of Disaster Risk Reduction, combinó datos de encuestas de hogares de Ecuador entre 2007 y 2019 con información meteorológica y características geográficas como susceptibilidad a inundaciones, sequías y deslizamientos. Mediante modelos, examinó cómo los eventos influyen en la distancia de la población de la línea de pobreza.
Entre sus conclusiones, observó que la crisis de lluvias, tanto en exceso como en sequías, lleva a que los hogares humildes y las familias de bajos ingresos sufran consecuencias aún más graves al residir en zonas altamente susceptibles.
Allí, la exposición a riesgos ambientales se cruza con la vulnerabilidad económica al contar con menos recursos para adaptarse al cambio climático. Esto provoca, por ejemplo, que las viviendas se destruyan por derrumbes o deslizamientos como consecuencia de inundaciones, o experimenten apagones masivos durante olas de calor y sequías.
Las perturbaciones pluviales reducen 3 por ciento los ingresos de hogares en el área urbana general, halló la investigación, y caen hasta un 26 por ciento en barrios vulnerables.
“Dentro de este grupo, quienes viven en asentamientos informales tienen afectación mayor. Y las mujeres aún más”, dijo a SciDev.Net Cristhina Llerena Pinto, econometrista, docente de la Universidad Central de Ecuador y una de las autoras del estudio.
De hecho, el estudio describe como “desproporcionado” el impacto sobre las mujeres, que están sobrerrepresentadas en el mercado laboral informal, son el sostén de las tareas de cuidado, tienen ingresos más bajos e inestables, dificultades para ahorrar, acceder a créditos, capacitarse y estudiar, lo que deriva en una restricción para la movilidad social ascendente, según el estudio.
Consultada por SciDev.Net, la socióloga especializada en planificación urbana y hábitat María Carla Rodríguez, investigadora del Instituto Gino Germani y docente de la Universidad de Buenos Aires, calificó el estudio como “sólido y consistente”. Afirmó que “los barrios populares sufren un daño mayor” por los “efectos destructivos de los desastres naturales”, y remarcó que la brecha de género en la economía informal es más acentuada.
En el caso ecuatoriano, eI Banco Mundial calcula que las inundaciones pluviales cuestan al país US$ 33,4 millones al año y el 20 por ciento de la población está expuesta a riesgo de inundaciones
En 2023, Ecuador sufrió la sequía más grave en 50 años, lo que afectó el suministro eléctrico por una combinación entre escasez de agua para generar energía hidroeléctrica y mayor demanda por las altas temperaturas
Si bien el estudio tomó a Ecuador como referencia, los autores sugieren que los resultados podrían extrapolarse a otras ciudades de América Latina, especialmente regiones andinas y costeras.
Según la ONU, entre 2000 y 2022 las inundaciones fueron el desastre natural más común en la región: impactó en 49 millones de personas y causó US$ 28 mil millones en daños; en tanto, las sequías afectaron a más de 53 millones y provocaron US$ 22 mil millones.
Adaptación y resiliencia
Para Llerena Pinto es clave diseñar estrategias de adaptación a largo plazo para los sectores empobrecidos, enfocadas en las mujeres. Señaló que la región podría tomar medidas conjuntas para asistir a la población porque “si bien cada país tiene sus particularidades enfrentan con mayor frecuencia el impacto del cambio climático”.
Afirmó que deben estudiarse a fondo las áreas bajo amenaza de desastre natural y diseñar obras específicas en barrios informales, como la corrección de pendientes para evitar deslizamientos, barreras de contención que frenen inundaciones, infraestructura que mejore el planeamiento urbano, ampliación de la red de transporte y mejoras de conectividad urbana.
De todos modos, aclaró que en algunos distritos con altísimo riesgo las autoridades deben trabajar con las poblaciones para relocalizarlos en zonas más seguras.
En este punto, Rodríguez se diferenció y sugirió incorporar a las posibles soluciones un enfoque basado en el entramado comunitario y socio-organizativo, cuya participación consideró fundamental luego de un evento climático extremo “para la supervivencia y la recuperación”.
“Hay que generar capacitaciones que ayuden a las mujeres a insertarse en el mercado laboral formal, eso les permitirá acceder a ingresos fijos y ser más resilientes”.
Cristhina Llerena Pinto, econometrista, docente de la Universidad Central de Ecuador
En su lugar, llamó a diseñar “cambios en el horizonte estratégico de cómo se reorganiza la distribución de las actividades económicas de la población, la relación con la naturaleza y el modelo productivo”.
“Hay que generar capacitaciones que ayuden a las mujeres a insertarse en el mercado laboral formal, eso les permitirá acceder a ingresos fijos y ser más resilientes” ante catástrofes climáticas, señaló Llerena Pinto. También planteó que debe haber entrenamiento técnico en oficios requeridos por el mercado y mayor acceso a educación de calidad.
Por último, dijo que una alternativa a corto plazo es pagar bonos de emergencia a poblaciones vulnerables de zonas de alto riesgo, previo al shock o inmediatamente después, para acceder rápido a recursos que permitan adaptar hogares y que a futuro no enfrenten consecuencias tan severas. Sin embargo, aclaró que no es una solución definitiva sino una “ayuda temporal para que no se hundan más en la pobreza”.
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net.
