La actriz Clara Kovacic, quien estudió comedia musical, habla cuatro idiomas y hasta compone música para comerciales, está por estrenar Jazmín (Samot Marquez), una dura historia sobre el suicidio, y se prepara para el lanzamiento de Homo Argertum, la nueva película de Mariano Cohn y Gastón Duprat en la que Guillermo Francella compone dieciséis personajes y participan Migue Granados y Milo J.
La reconocida scream queen o reina del grito (esa habilidad que caracteriza casi como un género en sí mismo a quienes protagonizan los momentos más tensos en las películas de terror), le cuenta a GENTE su periplo de cómo pasó de ser una “una fanática del cine a la que se le dio la oportunidad de hacer lo que ama”, recuerda su desembarco en Hollywood y devela los secretos de rodaje del film que estrena en agosto y explora las contradicciones de la vida urbana porteña.
Clara Kovacic y «el personaje que no lograban encontrar» en Homo Argentum
De un día al otro se enteró de la gran posibilidad. «Caída del cielo», la califica Clara. El verdadero «estar en el lugar y momentos indicados».
–¿Cómo se dio esa magia?
–Fue inesperado. Al ser miembro de la Academia de Cine Argentino, yo estaba en los Premios Sur. Me vio una directora de casting que trabajaba en Homo Argentum y estaba buscando un personaje que lo lograba encontrar. Le dice a la productora: «Me parece que esa chica da para el perfil». Entonces vienen y me dicen: «¿Podrías venir mañana o pasado mañana a un casting?». Yo obvio le digo que sí. Cuando me envían el casting eran como siete páginas de guion.
–¿Y cuál fue tu primera impresión al leer parte del libro?
–Lo leí y dije, uffff, esto espectacular. Me puse muy contenta y dije: «Yo no puedo no hacer este personaje. Tiene que ser mío, así que fui al casting a darlo todo. Un mes después, me llamaron para decirme que había quedado. Para ese entonces yo ya lo había soltado y me decía «qué tristeza». Apenas colgué la llamada, apagué el teléfono y me largué a llorar de la emoción, porque era un sueño hecho realidad poder trabajar con Cohn-Duprat, que son dos directores que admiro mucho, y ni hablar compartir con Francella… me pareció una cosa alucinante.
–Cohn y Duprat tienen un estilo muy ácido y provocador. ¿Cómo fue trabajar con esa dupla tan quirúrgica, que no le tiene miedo al absurdo ni a la sátira argentina?
–Creo que el estilo provocador de Cohn-Duprat es lo que más me gusta. Además, me encanta el humor negro y la crítica a la sociedad que hacen; es un cine que a mí me gusta muchísimo consumir. Desde cosas muy woodylanescas (por Woody Allen), que al principio era muy de la comedia negra, a Ben Stiller, con Zoolander, Tropic Thunder y bueno, ahora con la serie Severance, que es más un thriller psicológico pero con humor distópico.
Y acá en la peli me gusta mucho que los directores estuvieron dispuestos a no tener tabúes, algo que me encanta romper. Nada de «mejor no mostremos esto porque es un montón o es muy jugado». Creo que cuando uno juega es todo más divertido. Puede funcionar o no, pero a la gente le gusta lo extremo. Y para mí poder crearlo fue un privilegio porque es hermoso hacer algo que te encanta consumir.
Cómo fue trabajar con Francella, «un monstruo del cine»
Para cualquier actor, compartir elenco con grandes nombres es más que una llave en la industria. Y nadie mejor que ella para contarlo que fue «la argentina que actuó con DiCaprio y Meryl Streep«, aunque a la distancia y en plena pandemia. Clara cuenta que su experiencia en Homo Argentum se dio en medio del rodaje de otra película que estaba filmando en Córdoba. «A veces filmaba de noche en Córdoba, me tomaba un avión y llegaba al rodaje de Homo Argentum sin dormir. He llegado a estar 48 horas en pie y filmando. Con el equipo hubo una confianza muy grande y eso creo que también hizo que funcione muy de manera psicodélica todo», comparte Kovacic.
«Guillermo fue un gran compañero. Fue increíble hacer esta película que parece que va a ser un éxito, me reí muchísimo y fue un placer absoluto trabajar con gente tan increíble y talentosa. Me sentí escuchada tanto por Guille, como por Gastón y Mariano», lanza cuando se adentra en el hecho de participar de un tanque como éste, que además, desde el vamos, la identificaba desde la propuesta.
–¿Cómo fue la experiencia de ver a Francella en acción? ¿Te sorprendió algo de su forma de trabajar o del vínculo con el resto del elenco?
–Fue súper respetuoso, súper abierto y cálido. Y la verdad es que me sentí muy acompañada, así que fue sentirse como en un hogar. Y la verdad que es una bestia Guille, es un actor que genera drama y comedia a la vez. Eso es algo que me re gusta y me ha hecho acordar mucho a Robin Williams (1951-2014), a quien admiro un montón, me da drama y comedia, y para mí es un actor muy completo.
–¿Qué aprendiste o te dejó compartir escenas con Francella?
–La otra vez estaba hablando con un amigo, Pablo Pinto, con quien filmamos El sótano, y también Júpiter esta última parte del año pasado. Y decíamos qué lindo poder compartir escena con estos monstruos. Porque él estaba filmando con Juan Minujín la segunda temporada de División Palermo. Yo le contaba lo que significaba para mí filmar con Francella y hubo algo de la charla que me pareció excelente para explicar la sensación.
Cuando uno está compartiendo cámara con un grande, eso también te lleva a vos a subir la vara de lo que tenés para dar. Entonces es muy lindo porque la energía se va para arriba y lográs abrir rápido a esas puertas. Algo de entrar a esos lugares rápido y de manera fácil, que se disfruta muchísimo.
Su protagónico en Jazmín, la dura historia de una chica que intenta suicidarse
Para Clara, cada proyecto es una oportunidad más para empujar sus propios límites. “Cada película representa un crecimiento, no solo profesional sino personal. Cada vez que me veo en pantalla, detecto cosas que puedo mejorar y me propongo superarlas en la siguiente”, reflexiona.
Con una mirada profundamente autocrítica y una entrega total al oficio, la actriz asume cada rodaje como un nuevo terreno de exploración: “Me atraen los personajes más extravagantes, eclécticos, los que me obligan a jugar y a romper estructuras. Actuar también es liberarse de lo social, animarse a transformarse en otra cosa”. En ese sentido, su nuevo desafío de verse en pantalla grande llegará el próximo 18 de julio, cuando estrene en el Gaumont Jazmín, un protagónico dirigido por Samot Marquez.
Se trata de una película que opera como un viaje emocional de doble filo: comienza con la calidez de un romance juvenil en un verano porteño para luego descender abruptamente en un clímax siniestro y perturbador. Inspirada en el cine visceral de autores como Gaspar Noé, Xavier Dolan y Nicolas Winding Refn, el film explora la fragilidad de los vínculos humanos y el terror que emerge no desde lo sobrenatural, sino desde la oscuridad interior.
–Jazmín es una historia sobre el suicidio, la desconexión, y también sobre ese instante de lucidez antes del abismo. ¿Cómo preparaste emocionalmente ese personaje tan complejo y vulnerable?
–Creo que Jazmín es una historia que explora lugares donde creo que todos caímos en algún momento, donde no nos logramos encontrar y donde quizás no logramos conectarnos con lo que se espera que seamos en el mundo, en la sociedad. Y eso es algo que me atrajo mucho desde el guión cuando me lo presentó Samot. Entonces, el personaje se tenía que presentar mucho a partir de la presencia.
Así fue que elegimos un look frágil, con tonos claros y hasta me teñí el pelo de blanco, casi rosa pálido. Explorar la parte estética nos fue útil para encontrar también gestos. Jazmín es un personaje súper etéreo y súper vulnerable: una víctima, digamos.
Comprometida y siempre en acción, Clara conversa con GENTE en medio de otro rodaje, el de Tenebris Somnia, donde se tiene que tirar al piso, corre y lucha todo el tiempo, y el cuerpo queda a disposición al cien por ciento. Es por eso que toma aire y, en relación al complejo papel de Jazmín, completa: «El dolor, por vivencias personales, es un amigo mío, y creo que es súper liberador mostrarlo en pantalla porque todos lo atravesamos de alguna manera en la vida».
Clara Kovacic recuerda su desembarco en Hollywood: “Estar en una película con DiCaprio fue un sueño»
En plena pandemia, cuando la industria del cine entraba en pausa, Clara Kovacic entraba en Hollywood por la puerta grande. Elegida por Adam McKay para participar en Don’t Look Up, la sátira apocalíptica de Netflix protagonizada por Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jennifer Lawrence y Cate Blanchett, la carrera de la scream queen (“reina del grito”) argentina de origen croata y alma cinéfila se terminó de eyectar.
La actriz recuerda el momento en que recibió la propuesta para participar del film que rompió records y puso en escena la negación colectiva ante el desastre climático: «Ya había visto el teaser y me tenía obsesionada. Me pidieron material para audicionar y, cuando llegó el sí, firmé tantos contratos de confidencialidad que ni a mi gato podía contarle».
La oportunidad no era menor: formar parte de un proyecto escrito y dirigido por Adam McKay, el mismo de Vice y The Big Short, con quien Clara soñaba trabajar desde hacía años. «Él está en mi top 20 de directores favoritos. Tiene una mirada incómoda, brillante, irónica. Cuando supe que era su película, sentí que había algo kármico ahí«, explica, consciente del poder de las sincronías.
El rodaje de su escena fue tan cinematográfico como surrealista. En plena cuarentena estricta, McKay envió indicaciones precisas desde EE.UU. y Clara filmó su participación en Capilla del Señor, con un realizador amigo, un equipo mínimo y la entrega total de una actriz que sabe jugar en todas las ligas. «Me pidieron que hablara en un idioma que no fuera inglés ni español. Elegí el croata. Tengo familia allá y mis abuelos fueron fundamentales en mi vida. Fue un homenaje a ellos también», rememora.
«Cuando me vi en la película caí. Estaba ahí. En una producción global, con los nombres que marcaron mi amor por el cine. Fue la confirmación de que no hay límites si estás preparada y lista para salir a la cancha«, señala Kovacic, declarada «súper nerd del cine» y fan absoluta de las películas de Darío Argento.
Don’t Look Up se rodó en gran parte con fondos verdes y actores trabajando desde diferentes rincones del mundo. «Esa descentralización permitió que talentos de otros países pudiéramos formar parte de algo global sin estar físicamente allá. Fue un nuevo modelo que democratizó y que abrió puertas», plantea Clara.
“Mi sueño es hacer cine en todo el mundo y en todos los idiomas. Esa fue mi primera película de Hollywood, pero no quiero que sea la última”, dice sin dudar la chica que de niña «veía Alien cinco veces al día mientras mis compañeros miraban dibujitos”.
Fotos: Gentileza CK
