“Estamos esperando a Anna Wintour” ha sido la frase más repetida en la pasarela internacional durante 37 años para justificar la demora en arrancar un desfile. Solo cuando ella se dignaba a sentarse, varada por sus capitanes (primero fue Grace Coddington, después André Leon Talley y ahora Eduard Enninful), los operarios levantaban el plástico de la tarima y ya podía empezar el show. La leyenda sobre esta mujer apodada invierno nuclear va más allá de su sonrisa helada, sus gafas oscuras de Chanel y su peinado bob –lleva la misma melena desde los 14 años–.
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