Las alarmas saltaron el pasado 24 de mayo cuando la firma Unión Industrial Papelera (Uipsa) procedió a la demolición del molino de Cal Guarro, un edificio de finales del siglo XVIII, en La Pobla de Claramunt (Anoia). El alcalde, Antoni Mabras, confirma la apertura de un expediente sancionador a Uipsa por proceder sin autorización, a la vez que expresa su preocupación por otro inmueble histórico en el recinto de dicha factoría, la casa modernista Cal Font, sobre la que también pesa una petición de derribo. Asimismo, Uipsa ha solicitado demoler el conjunto papelero formado por tres molinos de Cal Batlle, en el vecino municipio de La Torre de Claramunt. Se trata de edificios que Uipsa ha ido comprando en los últimos tiempos junto a sus plantas de producción y que, hasta el momento, no cuentan con ninguna protección. Mabras (Agrupació Electors Participa) afirma que el Consell Comarcal del Anoia tenía desde el 2024 sobre la mesa el expediente para declarar BCIL (Bé Cultural d’Interès Local) Cal Guarro.
El alcalde de La Pobla de Claramunt confirma la apertura de un expediente sancionador a Uipsa por el derribo de Cal Guarro
Tras la destrucción de esta construcción, de la que solo queda la chimenea, el Museu Molí Paperer de Capellades (sección del Museu Nacional de la Ciència i Tècnica de Catalunya) impulsa una campaña para salvar Cal Batlle y reclama a la Generalitat que elabore de una vez un plan para preservar este legado industrial del Anoia, donde llegaron a funcionar unos 40 molinos, y de toda Catalunya. La directora del museo, Victòria Rabal, lamenta que las administraciones no hayan actuado con diligencia para blindar Cal Guarro declarándolo BCIL. Mabras recuerda que en el caso de los municipios de menos de 5.000 habitantes, como La Pobla y La Torre de Claramunt, esta misión recae en el Consell Comarcal.

Foto histórica de Cal Guarro cedida por el mueso de Capellades
Cedida
Mabras relata que, en julio del 2024, el ayuntamiento remitió al Consell Comarcal el expediente de Cal Guarro, también el de Cal Font (1921-23, del arquitecto Josep Ros), con los informes técnicos de la Diputación de Barcelona en los que se avala que merecen ser BCIL. Previamente, este ayuntamiento había desestimado las alegaciones presentadas por Uipsa contra dicha protección, apunta el alcalde.

Cal Font, obra del arquitecto Josep Ros
Llibert Teixido
Mabras asegura que el 22 de mayo, un día antes de que expirara el plazo para dar una respuesta, notificaron a Uipsa que no autorizaban la demolición e instaron a la empresa a presentar un nuevo proyecto. Pero el día 24 Uipsa materializó la destrucción.
La respuesta de Uipsa
El edificio estaba “en un avanzado estado de ruina y representaba un riesgo para la integridad de los trabajadores y los visitantes”.
La dirección de la compañía responde que “el proceso de derribo se ha realizado cumpliendo con toda la normativa vigente en materia de urbanismo, seguridad y medio ambiente” y que el edificio estaba “en un avanzado estado de ruina” y que “representaba un riesgo para la integridad de los trabajadores y los visitantes”.
Tenemos la misión de salvaguardar este patrimonio industrial; no es un tema fácil, pero es nuestra responsabilidad
Victòria RabalDirectora del Museu Molí Paperer de Capellades
Desde el museo de Capellades remarcan “el valor y la singularidad del paisaje papelero, aquí se produce una concentración de molinos que no se da en ningún otro lugar de España”. “Tenemos la misión de salvaguardar este patrimonio industrial; no es un tema fácil, pero es nuestra responsabilidad”, añade Victòria Rabal, quien espera que la reciente publicación del libro Els molins paperers , de Lourdes Munné, aliente un movimiento para salvar estas construcciones.
El alcalde de La Torre de Claramunt lamenta la pasividad de la Generalitat a la hora de definir medidas protectoras y apela a buscar “un punto de equilibrio entre el interés público y el privado”
Respecto a los tres molinos que integran Cal Batlle, el ayuntamiento de La Torre de Claramunt emitió recientemente un decreto contra la demolición solicitada por Uipsa, afirma el alcalde, Jaume Riba (Junts). “Hemos pedido a la propiedad un informe sobre su valor patrimonial, que no lo ha enviado; sí está haciendo uno la Diputación”, dice Riba, quien lamenta la pasividad de la Generalitat a la hora de definir medidas protectoras y apela a buscar “un punto de equilibrio entre el interés público y el privado”.
Ni el Departament de Cultura de la Generalitat ni el Consell Comarcal del Anoia han concretado su postura sobre este tema.
Rabal detalla que Uipsa ha ido adquiriendo terrenos en los que había seis antiguos molinos, de los cuales dos se derrumbaron, Cal Guarro, en mayo, y Cal Ramonet, en el 2009; Cal Violant, declarado BCIL, sigue en pie, y se espera una decisión sobre el futuro de los tres de Cal Batlle. Consciente de que no es un tema fácil y de que en la zona hay varios molinos en estado de abandono, Rabal urge a la Generalitat a tomar decisiones y destaca la sensibilidad de otras empresas del sector y de particulares que han apostado por recuperar estos edificios dándoles nuevos usos.
El museo de Capellades reivindica el legado industrial
El Molí de la Vila, el edificio que aloja el Museu Paperer de Capellades, muestra la historia de una industria que sembró el paisaje de grandes edificios en los que, además de fabricar papel, albergaban la vivienda del propietario, bodega, establos y otras dependencias agrícolas. En este museo, declarado Bé Cultural d’Interès Nacional (BCIN), se sigue produciendo papel con fibras vegetales en un inmueble del siglo XVIII muy similar a una masía, que recibe 25.000 visitas anuales. Es en el sótano donde se creaba el papel y en las plantas superiores, con gran cantidad de ventanas, se procedía al secado. El agua es básica en esta industria y delante del museo destaca una gran balsa que acumula el caudal de un generoso acuífero. El valioso recurso hídrico propició que a principios del siglo XX funcionaran en esta localidad 16 molinos. Capellades, La Torre de Claramunt y La Pobla de Claramunt conformaban el epicentro de esta industria. A través de un proyecto europeo liderado por Polonia y con la participación de Italia, Alemania, la República Checa y España, el museo forma parte de una candidatura que aspira a que una serie de molinos sean Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.