El sebo presente en el cerumen tiene características que lo hacen ideal para mejorar el diagnóstico precoz de la enfermedad y, como resultado, mejorar su tratamiento.

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Un estudio reciente reveló que la cera de los oídos, conocida científicamente como cerumen, podría ser clave para detectar la enfermedad de Parkinson en etapas iniciales. Este hallazgo representa un avance significativo dado que el diagnóstico temprano permite mejorar el tratamiento y la calidad de vida de los pacientes.
Según MedlinePlus, “el cerumen protege la piel del canal auditivo, ayuda a limpiar la suciedad y ralentiza el crecimiento de bacterias”. Este compuesto está formado por las secreciones de las glándulas ceruminosas combinadas con células muertas de la piel. Su función es actuar como una barrera frente a agentes externos como el polvo, la contaminación y el agua.
No obstante, el exceso de cerumen puede causar molestias y afectar las actividades diarias. Los expertos recomiendan conocer cuándo es necesario preocuparse y cómo limpiar el oído de forma segura para evitar problemas auditivos.

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El cerumen como posible biomarcador del Parkinson
El estudio publicado en Analytical Chemistry indica que el sebo corporal, presente en la cera de los oídos, podría permitir detectar el Parkinson debido al olor distintivo que adquiere en las personas afectadas por la enfermedad.
Este olor se debe a cambios en los compuestos orgánicos volátiles (COV) que libera el sebo, consecuencia de procesos como la neurodegeneración, la inflamación sistémica y el estrés oxidativo.
Actualmente, el diagnóstico de la enfermedad suele realizarse mediante escalas de calificación clínica y estudios de imágenes neuronales. Sin embargo, estas pruebas son costosas. El análisis de la cera de los oídos se presenta como una alternativa más accesible.
El estudio analizó los canales auditivos de 209 personas usando hisopos, de las cuales 108 tenían diagnóstico confirmado de Parkinson. Los investigadores encontraron que el sebo de estas personas tenía un olor único asociado a la enfermedad. Este hallazgo se suma a otros previos, como el de 2019, cuando se identificó a una mujer con un olfato muy sensible que notó el cambio en el olor corporal de su esposo antes de que le detectaran la enfermedad.
El sebo se encuentra también en la piel, pero allí puede verse afectado por factores ambientales como la contaminación o la humedad, lo que dificulta su uso como biomarcador. En cambio, el conducto auditivo externo sería una fuente ideal, ya que el cerumen está protegido de estos elementos.
Los expertos advierten que se requieren más estudios para confirmar la efectividad de esta técnica en distintas etapas del Parkinson y en diversos grupos étnicos.
El Universal/GDA
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