Cada uno de los objetos enmarcados y estratégicamente ubicados en el departamento que José Tcherkaski tiene en Almagro podrían nutrir el ego de una sola persona durante el resto de su vida. Lo mismo ocurriría con las cosas intangibles: sus experiencias de vida, cada anécdota, cada viaje, cada creación que forma parte del acervo cultural de la Argentina.
El libro que acaba de presentar se llama Piero y José. Dos atorrantes, y es el final de una saga de varias obras que se dedicaron a narrar pormenores de la histórica dupla creativa que conformó José Tcherkaski, escritor, periodista y autor de letras junto a Piero (De Benedictis), cantante que inmortalizó las canciones de protesta más emblemáticas de nuestro país.
La primera composición que los catapultó a la fama fue Mi viejo, que en poco tiempo vendió más de 500 mil placas y, tras 56 años desde de su lanzamiento, le permite a José cobrar derechos por reproducciones en 35 países de todo el mundo. La canción sonó por lo menos en 40 series y películas, incluyendo un capítulo de Los Simpsons (2010) y hasta la serie de la vida de Maradona (2022). Y cuenta con más de 400 versiones, incluyendo una en italiano cantada por Iva Zannicchi.
José Tcherkaski también es el autor de Coplas de mi país, El jardín de los sueños, Para el pueblo lo que es del pueblo, entre muchas otras. Como periodista escribió más de 30 libros, y para la revista Siete Días entrevistó a Carlos Alonso, Adolfo Bioy Casares, Federico Fellini, Alberto Sordi, Jorge Luis Borges, entre otros.
Trabajó codo a codo con grandes directores teatrales como Jorge Lavelli y Alberto Ure; y compuso canciones con Alberto Favero (como Fuimos los patitos feos), con las que Nacha Guevara brilló como intérprete en muchas de sus obras.
El hombre que en 2023 fue distinguido como Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires en el ámbito de la cultura, baja del ascensor con un ritmo acompasado. Llama la atención su baja estatura, y sus profusas cabellera y barba, que hoy a los 83 años le otorgan una imagen estereotipada, mezcla de intelectual ruso con un hombre sabio, como salido del universo del escritor inglés J. R. R. Tolkien.
Una casualidad de canción

-Tantos laureles, José, pero decís que lo tuyo, lo de escribir canciones, fue por casualidad.
-Así es. Compañeros de la revista Siete Días, Otelo Borroni, Roberto Vacca y Pablo Ananía, eran amigos de Piero, a través de ellos lo conocí. Nunca hasta ese momento había pensado en ser autor. Piero había cantado en italiano; dejó de hacerlo y sobrevivía vendiendo clériman, lo que usan los curas en el cuello. Un día decidimos trabajar juntos, él venía a casa…
-¡Cómo la pegaron con Mi viejo, la primera canción!
-Pero mirá que costó, eh. Nos echaban de todas las discográficas. Íbamos recorriendo los diferentes sellos, con uno de esos grabadores enormes que se llamaban Geloso, haciendo conocer esas 7 u 8 canciones que habíamos creado. Hasta que llegamos a CBS, Sony, y un productor vio que Mi viejo podía ser negocio para el Día del Padre.
-Tu papá (inmigrante ruso llamado Mario) fue tu inspiración.
-Sí. Había escrito un texto espantoso a los 19 años sobre mi papá, que murió cuando yo tenía 14. Rescaté una frase: “Viejo, mi querido viejo”. A partir de ese disparador, escribí lo que trascendió. Si mi padre se levanta de la tumba y ve el éxito que tuvo la canción, se muere de vuelta (risas).
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Versión cumbia del tema de Piero
Agrega Tcherkaski : “Mi papá llegó a la Argentina a los 26 años. Era vendedor ambulante, vendía sábanas, pero tenía una formación sólida. Y era un gran lector. Un día me invitó al teatro, yo era muy chico, tendría 9 años. Me volvieron loco las luces del escenario y ver a un actor que estaba en la oscuridad. Yo quería que me contara más sobre ese mundo del arte que estaba descubriendo, y él me dijo: ‘Yo te di la llave, la puerta es tuya’. Me marcó porque yo tengo una relación muy íntima con el teatro”.

-Nunca te imaginaste semejante éxito. ¿Cómo lo sobrellevaste?
-¿Cómo podía imaginarlo? Mi viejo tiene 800 millones de vistas en YouTube… Tengo la necesidad de tomar mucha distancia con eso. En aquellos días, el éxito me obligaba a esconderme, me descomponía. Ahí empecé a psicoanalizarme. No es un chiste. Sufría ataques de pánico, pensá que yo era un tipo tranquilo, un cronista de Siete Días, y con Piero íbamos por la calle y parecíamos Gardel y Lepera. Nos saludaban, se sacaban fotos con nosotros. Era tremendo…
Los objetos preciados y el lema «No vender»
Su departamento está abarrotado de objetos preciados, dotados de historias significativas. Fotos con personalidades ilustres, cartas como la que le mandó Astor Piazzolla desde Roma, discos antiguos y premios. Muchos premios. Un cuadro que le regaló Antonio Berni, una caricatura que le hizo Hermenegildo Sábat. Un enorme retrato suyo pintado por Oswaldo Guayasamín, un prestigioso artista ecuatoriano.
Dato de color: sobre muchos de los marcos de los cuadros hay una pequeña etiqueta que dice “No vender”. ¿Por qué, José?. “Porque si no lo aclaro, apenas me muera, mis hijos venden todo”, explica con una expresiva sonrisa.
Y, precisamente, gracias a un homenaje al artista Oswaldo Guayasamín realizado en Cuba, José conoció a Fidel Castro.
“El era altísimo y yo mido 1,55. Me pararon al lado suyo y le llegaba a la cintura. Por decirle algo, le comenté: ‘¿Piensa que la pintura de Guayasamín es revolucionaria?’. ‘Claro que sí, como tus canciones’, me respondió”.

-¿Fidel conocía tus canciones?
-Yo sabía que las canciones de Piero y mías eran muy escuchadas en Cuba. Las dos veces que estuvimos en La Habana, Fidel nos mandó a buscar. Era un tipo muy entrador, más allá de que yo no coincidía con él. Y él lo sabía.
-También tenés una foto que te dedicó Perón…
-Sí, me puso: “A mi amigo, José Tcherkaski”. La verdad es que en persona nunca lo conocí, pero mi hermano lo entrevistó una vez y Perón le dio esta foto para mí, porque le encantaba la canción. Un detalle: escribió “a mi amigo”. Él a eso lo manejaba muy bien: si yo hubiese sido peronista, Perón me habría escrito “al compañero”.
El proyecto trunco con Piazzolla
La historia que vivió Tcherkaski con Astor Piazzolla merece un párrafo aparte. Cuenta que la primera vez que lo vio fue en Buenos Aires en 1969, y más tarde se reencontraron en Roma y en París. José comenzó a elaborar con el bandoneonista un proyecto llamado País Adentro. Realizaron algunos bocetos hasta que Piazzolla sufrió el ACV que lo llevaría a la muerte.

-¿Cómo se conocieron?
-En un taller mecánico de Belgrano. Porque Jorge López Ruiz (músico, compositor y contrabajista), también era amigo de Astor. Ellos eran “tuercas”, corrían; yo tenía auto, pero a mí no me apasionaba el tema como a ellos. Un día debía hacerle un arreglo, y “el flaco” me recomendó un mecánico. Ahí me lo encontré a Astor. Me preguntó: “¿Qué tiene, pibe?”, por mi auto. “¡Qué sé yo!”, le contesté. Piazzolla me miró como diciendo: “¿Sabés con quién estás hablando?”. Yo soy así con todo el mundo, te aclaro…
-Y entonces…
-López Ruiz le contó que yo era el que había escrito Mi viejo. Y Astor dijo: “Buen tema ese, pibe”. Yo le respondí: “Los tuyos también son buenos”. La carta que me dedicó y tengo enmarcada me sorprendió, porque me escribió que para nuestro proyecto él pediría tanto dinero, porque gratis no trabajaba. Y me dijo que yo pidiera lo que quisiera. Y es algo muy importante que aprendí, porque a veces está eso de hacer las cosas de onda, ¿viste?

Con Federico Fellini
La entrevista que le hizo Tcherkaski a Federico Fellini fue tan surrealista como muchas de sus películas. Viajó hasta Roma enviado por la revista Siete Días junto al fotógrafo Osvaldo Dubini. “Fuimos a los estudios Cinecittà, donde Fellini filmaba su película Roma (1972). Era un tipo enorme. Yo no hablo italiano, le dije en castellano que era un periodista argentino. ‘Journalista argentino’, dijo y se reía. Me tomó en joda”.
Continúa: “Le pregunté si podíamos hacerle una entrevista, me dijo que hablara con alguien que pasaba, un señor con alas que andaba en bicicleta. Era uno de los personajes surrealistas de su película. Al final tuvimos un breve diálogo, nos invitó a ver algunas escenas, y me mandó a una oficina para que me dieran el brief de la película, que nos lo regaló. Era un tipo muy abierto, encantador, simpático”.
José Tcherkaski tiene un hijo llamado Iván, de 55 años (de la relación con su primera pareja, Mirta); es psicólogo deportólogo, y trabaja con Gustavo Alfaro, el actual técnico de Paraguay. También es padre de Mora (45), ejecutiva del Movistar Arena; y Sol (40), las hijas que tuvo con su segunda pareja, Adriana. Dice que al libro lo tituló Piero y José. Dos atorrantes porque trata de desmitificar la palabra artista.

«Con Piero no nos vemos nunca»
-¿Con Piero se siguen viendo?
-No nos vemos nunca, muy de vez en cuando. No es mi amigo ni mi enemigo. Conozco a su familia, y él conoce a la mía. Pero somos muy distintos, tenemos intereses variados y es absolutamente válido.
-¿En qué son tan distintos?
-El tiene una mirada más amplia, más abierta, espiritual. La mía es una mirada política. La política es parte de mi vida, aunque no milito en ningún partido. Pero estoy muy al tanto de lo que sucede, acá y en todo el mundo. Es una enfermedad que no sirve para nada, ¿viste?
Cuando cantaba Para el pueblo lo que es del pueblo, ¿qué cuestión espiritual le ibas a incluir? Sin duda, la textura ideológica de muchas canciones es mía. Piero se acopló muy bien, y es lógico que la gente crea que los temas son de él. Porque era quien ponía la cara. A mí no me molesta. Mientras Sadaic no se equivoque con las liquidaciones (risas). No soy un careta, a mí eso no me quita el sueño.
-¿A quién te gustaría escribirle canciones?
–Aunque suene un poco soberbio, me interesaría mucho trabajar con Bob Dylan, por ejemplo. Pero creo que a él no le interesaría trabajar conmigo (risas). No estoy muy al tanto de los cantantes jóvenes, pero hay uno que se llama Wos, que es muy interesante.

-Por muchas de tus letras de protesta te llegaron a definir como “revolucionario”.
-Nunca fui revolucionario. Tuve serias discrepancias con Montoneros, por ejemplo, por eso tenía discusiones enormes con Juan Carlos Gené (actor y dramaturgo con destacada actuación gremial y política). También tengo discrepancias con el kirchnerismo, y por supuesto que tampoco comparto las ideas de Javier Milei.
-¿A quién te hubiera gustado entrevistar y no pudiste?
-Tenía muchas ganas de entrevistar a Pepe Mujica, pero hoy no hay nadie que me atraiga especialmente. A lo mejor sí a la señora Kirchner (Cristina), porque es un personaje interesante. Por supuesto que no me va a dar pelota a mí.
-Sos de esos artistas que van por la calle y la gente no te reconoce.
-Nunca me interesó. Yo vivo de los derechos de autor. ¿Qué más puedo pedir, que me hagan un monumento? Se escribirán 20 líneas cuando me muera y listo… Sobre mi obra hay varias investigaciones en el Conicet, hay estudios importantes en la Universidad de Italia, sobre la estructura de las canciones populares y además sobre la forma de trabajar mis entrevistas.
-Estudian cómo fue que escribiste Mi viejo, una de las canciones más populares del mundo.
–Me suelen preguntar cómo hice para escribirla y yo respondo: “Muy fácil, te comprás una lapicera, agarrás un papel y escribís”. Nadie me iluminó, solo me puse a escribirla. Fue por la mirada que tuve. Este oficio tiene un sólo elemento interesante: saber mirar. Lo demás es anécdota.