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lunes, junio 30, 2025

Alejandro Catterberg: «Macri y Cristina son dos edificios que implosionaron y no los veo reviviendo»

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-Hace un año y medio asumió Milei, que es un presidente totalmente disruptivo; y ahora está presa la principal líder opositora. ¿Imaginaba un país así?

-Era muy previsible el cambio estructural que se está dando en la Argentina, en relación a las dos principales coaliciones políticas y a los dos principales liderazgos políticos que dominaron los últimos 20 años. Tal vez no en la velocidad que se dio en este último mes, porque sumo que Mauricio Macri, el PRO en la Ciudad, recibió un cachetazo electoral y lo dejó en una situación de mucha debilidad. Es un proceso de demolición de las dos grandes coaliciones que empezó el 2023 y está terminando en 2025. Lo que hay en Argentina a partir de la victoria Milei es un cierre de un ciclo político. Yo lo llamo el cierre del tercer ciclo de la democracia moderna. El de la década del 80 que termina en el 91, la década menemista que terminó con la crisis del 2001 y después los 20 años del kirchnerismo.

-En esa lógica, ¿no ve reviviendo ni al PRO ni al kirchnerismo?

-No, al contrario. Lo que veo es que los ciclos anteriores terminaron con un estallido económico. Y el ciclo que termina en 2023, termina con una crisis de representación. Esa crisis de representación vino dada por un cansancio social enorme a la dinámica económica y a la dinámica política de la grieta y de la conflictividad. Y lo que estamos viendo es cómo primero se quebró y se desarticuló rápidamente lo que fue Juntos por el Cambio y sus partidos. Y luego, la otra coalición, la peronista kirchnerista, está siguiendo ese mismo camino. Este último mes vimos la confirmación de esto, el PRO siendo derrotado en su propio distrito y el kirchnerismo, que ya venía siendo desafiado por sectores del propio kirchnerismo, como Axel Kicillof, más la condena hacia Cristina Kirchner, que le quita su principal elemento de persuasión que es no poder ser candidata.

-¿Para Cristina es peor no poder ser candidata que estar presa?

-Claro. Poder ser candidata a lo largo de su carrera fue su mayor fortaleza. Se presentó en 12 elecciones y ganó 11. La única elección que perdió fue en el 2017, contra Esteban Bullrich, y uno podría decir que la perdió pero que fue una victoria política interna, porque lo que ponía en juego en ese momento era demostrarle al peronismo, que la estaba desafiando, que ella seguía siendo la figura central del partido.

-El Gobierno admitía abiertamente que quería a Cristina de rival en las urnas. ¿Coincide en que lo beneficiaba tenerla como contrincante?

-Hay dos elementos con Cristina siendo candidata. Número uno, el más directo, el más obvio, que es el antagonismo discursivo, ideológico, de modelo con el Gobierno; una confrontación muy favorable para el Gobierno en este momento. El otro tema es que Cristina, no pudiendo ser candidata, deja de ser dominante dentro de la coalición kirchnerista peronista y se rompe el dique de contención que evitaba una renovación. Entonces, el perjuicio potencial para el Gobierno es que, al no estar Cristina en carrera, quizá no éste pero sí a partir del año que viene, el peronismo empiece a buscar reconfiguraciones que con Cristina en la cancha no serían posibles. Incluso podrían sumar agrupaciones por fuera del peronismo. Una configuración de partidos y liderazgos de distintos orígenes que busquen una línea en común para desafiar al Gobierno de Milei, cosa que con el kirchnerismo y Cristina como figura central, les cerraría las puertas a muchos sectores y muchos dirigentes que no irían a ese lugar. Entonces, ese creo que es el principal daño potencial para el Gobierno. Más pensando en 2027 que en 2025.

-La Cámpora insiste con que, aunque esté presa en la casa y no conduzca formalmente el peronismo, ella es la líder. Pero para usted, al no poder ser candidata eso no será tan simple.

-Hace unas semanas tuvimos un policía preso en Misiones, que sacó casi 20% de los votos. Si Cristina estuviese detenida o en prisión domiciliaria pero tuviese la capacidad de ser candidata, no se producirían estos cambios de los que estamos hablando, porque ella seguiría teniendo su principal capacidad de de coacción. Cristina sigue siendo la figura en el peronismo de la provincia de Buenos Aires que más votos tiene. Y el problema que tiene es que no hay un heredero, Máximo Kirchner no lo es.

-El heredero natural, por trayectoria y por el distrito que gobierna, debería ser Kicillof. Pero ella parece inclinarse por su hijo Máximo. Y ahora también se menciona a Grabois. ¿Ve a alguno con capacidad de liderar al peronsimo en reemplazo de Cristina?

-Kicillof podría haber potencialmente representado la figura del heredero. Pero eso quedó al margen, a partir de cómo fue escalando la conflictividad interna dentro del kirchnerismo de la Provincia, la conflictividad entre el hijo político y el hijo biológico. Cristina claramente tomó parte por Máximo y Kicillof continuó con su construcción de autonomía y hubo un quiebre. La Cámpora no confía en Kicillof. El único heredero político que Cristina podría tener es Máximo Kirchner y Máximo Kirchner no tiene ni el carisma, ni los votos en la Provincia, ni la popularidad que tiene su madre. Entonces, sin heredero es muy difícil pensar cómo Cristina logra sostener la centralidad dentro del peronismo y cómo logra ordenar al peronismo sin la amenaza de ser candidata. Salvo que recibiese un shock carismático y que su imagen crezca muy fuertemente a partir de esta situación y que logre sostenerse en el tiempo. Si no, caerá en un efecto de rutina, en donde semana tras semana el espacio mediático que ocupa su detención irá disminuyendo.

-¿Por qué escenario se inclina más?

-Yo imagino que el proceso va a ser el de la rutinización, donde el efecto se vaya diluyendo. Nuestra última encuesta, que terminamos esta semana, muestra un crecimiento de la imagen de Cristina de tres puntos. Parte de la encuesta se hizo antes del fallo y parte después. Y claramente el crecimiento de su imagen ocurre después del fallo, sobre todo por personas que pasan de tener una imagen regular a positiva. No es que su negativa cae. Y no descarto que en las próximas encuestas este efecto se consolide. Pero, ¿esto le alcanza? Posiblemente para el ciclo electoral del 2025, la influencia de Cristina y de La Cámpora va a seguir estando muy vigente. La dirigencia peronista tiene que girar y alinearse al discurso de defensa de la expresidenta. Pero lo que uno sospecha es que eso va a ser muy difícil de sostener una vez finalizado este ciclo electoral. Salvo que el programa económico vaya a una hecatombe y eso podría revitalizar la figura de Cristina. Pero la probabilidad de que esto ocurra es claramente muy baja.

-Con este escenario, ¿el peronismo puede ganar la elección local de la Provincia del 7 de septiembre?

-Las señales son de una consolidación del Gobierno nacional. Ya hubo señales electorales en algunas provincias y el programa económico sigue mostrando resultados, sobre todo en términos de desinflación y estabilización que la gente ve con buenos ojos. El Presidente sigue teniendo más del 50% de la aprobación. Así que, el Gobierno debería ser el gran favorito para ganar las elecciones de este año. A eso se le suma la desarticulación absoluta de las fuerzas opositoras. El escenario de septiembre luce un poco más incierto porque es una elección donde los pesos de las maquinarias políticas locales tiene mucha influencia.

-Todavía tienen boleta de papel.

-Son ocho elecciones seccionales, 135 municipios donde todos los intendentes se juegan sus concejos deliberantes. Dicho eso, no descarto que el Gobierno pueda obtener un triunfo en ambas elecciones en la Provincia, la de septiembre y en la de octubre.

-Para la elección bonaerense, sobre todo si estaba Cristina, el Gobierno barajaba un candidato influencer, como si fuera el Gordo Dan, para contraponer. ¿Los bonaerenses votarían un candidato así?

-Primero hay que ver cómo el peronismo resuelve su interna y a qué candidatos pone. Yo creo que el Gobierno va a intentar esperar a entender cómo se resuelve esa lógica para poner sus candidatos sobre la mesa. Dicho esto, para mí no es un tema lo del origen del candidato. O sea, puede ser un streamer o un candidato sin experiencia. Lo hemos tenido, si querés, con Francisco De Narváez. Era una outsider y le ganó a Kirchner. Más allá del candidato, lo importante es a qué votante le apunta y por qué los votarían. Como con el kirchnerismo, quizá la mayoría del apoyo que tiene el Gobierno no está asociada a la caracterización ideológica. La gente votaba al kirchnerismo en su momento de apogeo por lo económico, no por el discurso de izquierda.

-Claro. El campo votó masivamente a Cristina en el 2011 después de la pelea por la 125.

-Sí, y lo mismo te diría hoy con Milei. Si el candidato que va a ir a hablar de Milei en la Provincia tiene una agenda vinculada a los componentes ideológicos su capacidad electoral va a estar más restringida. Un candidato que hable sobre la transformación económica, el proceso de estabilización y crecimiento económico tendrá más posibilidades.

-En varias elecciones, no sólo la porteña, se profundizó el tema del ausentismo. ¿Lo ve como un hartazgo generalizado? ¿Es un peligro para la democracia según cómo evolucione ese fenómeno?

-Lo veo como una continuación del proceso que quedó muy de manifiesto en el 2023, cuando se produjo un quiebre, un cambio de ciclo. Hubo una manifestación muy clara de hartazgo por lo que fueron los liderazgos y la representación política de las dos décadas anteriores. Eso terminó con la mayoría de la sociedad votando a Milei como presidente. Pero la elección del 2023 ya fue la presidencial con menor participación desde el regreso de la democracia. O sea, ahora continúa esa crisis de representación, ese distanciamiento de gran parte de la sociedad con la elite, no solo política, sino con los liderazgos de todo tipo: mediático, sindical, empresarial, judicial. Tenés a Macri y a Cristina, como dos grandes edificios implosionando y una Libertad Avanza que crece.

-¿El Gobierno también empieza a pagar parte de ese hartazgo?

-Las encuestas reflejan que el Gobierno retiene casi el 90% del apoyo de la PASO y la primera vuelta y cerca del 80% de los votos de Bullrich que después lo acompañaron en el balotaje. La oposición todavía está en una fase de destrucción y entonces, ante la ausencia de nuevas figuras, de nuevos liderazgos, de nuevas narrativas, de nuevos relatos, grandes sectores de la sociedad que están huérfanos de representación no van a votar.

-También respecto al funcionamiento de la democracia, se debatió si el fallo contra Cristina la fortalecía o la debilitaba. ¿Qué opina?

-Primero, creo que la Argentina tiene un problema de calidad institucional, un deterioro institucional que se fue acumulando en las últimas décadas y que este Gobierno no lo ha revertido. El Gobierno ha dado un giro de 180 grados en la dirección económica, pero no ha dado un giro en términos institucionales. Eso se ve en un estilo personalista, autoritario, agresivo. No hay Presupuesto, se intenta nombrar jueces de la Corte Suprema por decreto, se ataca a los periodistas, a los medios, a cualquiera voz disidente. En este contexto, el rol de de la Justicia de haber cumplido todos los pasos procesales, dado todas las garantías y dictaminado una culpabilidad a una expresidenta con poder significante en la actualidad es un paso adelante. Lo que no comparto son ciertas actuaciones como ponerle una tobillera electrónica a la expresidenta. Pareciera una sobreactuación de sectores de la Justicia.

Redacción

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