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viernes, julio 4, 2025

«Estoy desesperada»: el desgarrador testimonio de una familiar de las víctimas de Villa Devoto

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María Elena no encontraba palabras. La desesperación, la confusión y el dolor se le mezclaban en su garganta. La tragedia en Villa Devoto, que se cobró la vida de cinco personas de una misma familia por inhalación de monóxido de carbono, la atravesó de lleno. Andrés De Nastchokine, su primo hermano, fue una de las víctimas fatales junto a su esposa, Marie Lanane, su hija de cuatro años, Elisa, y sus padres, Demetrio y Graciela. El único sobreviviente fue el hijo menor del matrimonio, Milo, de apenas un año y medio.

Milo De Nastchokine con su tía Maia en casa de sus abuelos el lunes por la noche, antes de la tragedia.

“Estoy desesperada. Ayer a la tarde la vi a mi prima (por Maia) arrodillada tratando de abrir la puerta de la casa de mis tíos. Yo vengo todos los años a pasar Navidad ahí, desde que era chiquitita. Jugábamos con mis primos todos los domingos. Y ahora no tengo más tíos. No tengo a mi primito Andrés”, relató la mujer entre lágrimas frente a las cámaras, aún incrédula.

María Elena, prima hermana de Andrés De Nastchokine, y sobrina de Demetrio De Nastchokine y Graciela Just, se mostró conmovida frente a la casa de sus tíos, donde murieron sus familiares.

La familia De Nastchokine había llegado a la Argentina desde Europa el lunes. Andrés, de 43 años, vivía hacía años en el exterior. Primero en Francia, después en Italia, donde conoció a su esposa, de nacionalidad francesa. La pareja se había radicado allí y tenía dos hijos: Elisa, de 4, y Milo, de 1 año y medio. El viaje a Buenos Aires era especial: venían a reencontrarse con sus afectos y a presentar a Milo, a quien los abuelos aún no conocían.

“Mi tía Graciela estaba ilusionada. Rejuveneció 20 años cuando se enteró de que venían. Mi tío remodeló toda la casa: sacó clavos, pintó, armó las habitaciones para recibir a la familia. Me mostró todo el 1º de marzo, para el cumpleaños de mi tío. Quería que Andrés y su esposa durmieran en una pieza, y que los chicos tuvieran su propio cuarto. Yo misma llevé los peluches de mi hijo para decorar la habitación de los nenes”, contó María Elena.

Graciela abrazando a su hijo Andrés en el Aeropuerto de Ezeiza, este lunes por la noche.

La alegría duró apenas horas. Es que el martes por la tarde, cuando Maia, la hermana de Andrés, llegó a la casa de Sanabria 3768, encontró todo cerrado y sin respuestas. Al abrir la puerta, se descompensó por el gas acumulado. Alertó al 911 y minutos más tarde se confirmaba la tragedia: los cinco adultos estaban muertos. Milo, milagrosamente, seguía con vida.

“Mis tíos conocieron a Elisa, la nena, cuando fueron a Europa hace unos años. Pero al chiquito no. Justamente por eso vinieron todos para acá. Era más fácil que viajaran ellos con dos nenes tan chicos desde Argentina”, explicó la prima hermana de Andrés sobre ese viaje que habían hecho sus tíos a Italia tiempo atrás.

Maia recibiendo a su hermano Andrés, su mujer e hijos en el Aeropuerto de Ezeiza, este lunes.

En medio del dolor, María Elena se lamentó por todo lo que quedó pendiente. “Yo iba a conocer a los hijitos de Andrés y a su esposa. Nunca la conocimos, vivían en Europa. Y ahora me encuentro con esto. No tengo más tíos. No tengo sobrino. No tengo más a Andrés, el más chiquito de mis primos. Estoy buscando a mis otros primos y no logro ubicar a nadie. No me atienden. Estoy tratando de abrazar a alguien”, lanzó la mujer con la voz quebrada por el dolor y lágrimas en sus ojos.

Consultada acerca de si había algún desperfecto en la caldera de la casa, la mujer aseguró: “No, jamás. Además, mi primo era ingeniero y otro de mis primos es arquitecto. No creo que haya habido ningún problema. La casa estaba en buen estado. Hace dos años sí tuvieron un episodio: una cañita voladora cayó en el garage y se les prendió fuego el auto. Fue horrible porque era el preferido de mi tía, nunca lo pudo recuperar. Pero nada que ver con esto”.

Milo De Nastchokine con sus tíos en su llegada a la Argentina, el lunes a la noche.

María Elena también habló del futuro de Milo, el único sobreviviente. “No sé mucho. Solo que en un momento se cortó la luz mientras estaba en terapia intensiva, pero zafó. Para mí van a tener que venir los abuelos franceses a hacerse cargo. No sé qué va a pasar”.

Por último, recordó la decisión de Andrés de dejar la Argentina tras recibirse. “Se fue apenas terminó la carrera. Era analista de sistemas y dijo ‘chau, me voy a Europa a trabajar’. Y así fue como armó su vida allá”.

Hoy, el destino los trajo de regreso. Pero no fue el reencuentro que habían soñado. Fue una tragedia que sacudió a todo un barrio, a una familia entera y a un país que se pregunta cómo algo tan devastador pudo ocurrir en tan poco tiempo.

Redacción

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