
Barcelona
“En Catalunya, hay demasiada masa forestal”, sentenció ayer el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, al valorar el hecho de que “afortunadamente” el incendio de la Segarra sólo afectó a un terreno agrícola y no a una zona forestal, donde los terrenos estaban aún verdes.
En su explicación también se mostró partidario de lograr un mosaico de usos en el territorio para combinar zonas agrícolas y forestales, pues, en su opinión, esa diversificación del territorio es la “mejor prevención”.
Y concluyó: “deberemos trabajar mucho más en la prevención. La consellera Parlon, junto con otros departamentos, están haciendo un trabajo en este sentido”.
Fuentes del Departament d’Agricultura, competente en materia de gestión forestal, indicaron que no había nada más que añadir a las palabras del president y no dieron detalles concretos sobre la estrategia apuntada.
Pero el sector forestal sí fue más explícito. Su diagnóstico es que el bosque catalán es “un polvorín”. “El abandono de las tierras marginales y menos productivas ha hecho que la superficie forestal haya ganado en torno a un 20% en los últimos 40 ó 50 años”, dice Rosendo Castelló, presidente del Consorci Forestal de Catalunya.

Helicóptero de los bomberos ayer, cargando agua del canal Segarra-Garrgues para extinguir el incendio
Marc Carnicé
Lee también
¿Qué es un pirocúmulo y por qué ha sido clave en la rápida propagación del fuego en Lleida?
Andrés Actis Fernández

Sólo se extrae un tercio de la biomasa que crece cada año en los bosques, expuestos al fuego
La cantidad de biomasa acumulada fruto de ese abandono de los aprovechamientos forestales deja un bosque vulnerable al fuego. Cada año se gana un millón de metros cúbicos de biomasa forestal (leña, madera, matojos…) y apenas se extrae un 35% (incluyendo la gestión forestal y el peaje de los incendios).
Castelló coincide con Illa en que “es necesario recuperar ese mosaico de usos” y también en que “hay que reducir la superficie forestal, sin que ello quiera decir naturalmente que haya que destruir el bosque”, pero a la vez “hay que tomar medidas para facilitar esa recuperación del mosaico de usos”.
Actuaciones contradictorias, que van en sentido contrario
Castelló juzga contradictorio que la normativa para la protección del parque natural de les Muntanyes de Prades vaya a salvaguardar los hábitats de los bosquecillos de pino carrasco procedente de la colonización de estos árboles sobre antiguos cultivos.
Cuestiona que, como consecuencia de las normas europeas, las talas para recuperar viejos campos de cultivo no permitan la venta de la madera extraída y ve injustificable que haya masas continuas de bosque “desde la desembocadura del Tordera hasta Badalona” sin un solo campo de cultivo, como sí lo había hace 70 años.
Lee también
Mucho más combustible en los bosques
“Hay que potenciar esa agricultura de montaña, el riego de apoyo, la agricultura heroica”, resalta. Y, sí, podemos respirar: el fuego no llegó al bosque. “En un campo de cultivo se acumulan 15 o 20 toneladas de biomasa por hectárea; pero si se quema el bosque tenemos 100 o 200 toneladas de combustibles por hectárea que pueden arder”, concluye Castelló.