Hay mucho que contar sobre la llegada de los inmigrantes catalanes a la Argentina desde el siglo XVIII en adelante: su influencia en nuestras costumbres, en nuestra cultura y también en la arquitectura de la Ciudad de Buenos Aires ha sido una parte esencial de nuestra historia. El pasado y el presente se conjugan en “Buenos Aires Catalana”, un evento que busca rescatar y visibilizar la profunda presencia de la comunidad catalana en la Ciudad, desde la llegada de los primeros inmigrantes hasta los tiempos actuales. Una huella histórica y cultural que entrelaza las raíces criollas y las de Catalunya.
Este conversatorio se desarrolló en el exedificio del diario La Prensa (avenida de Mayo 575), donde actualmente funciona el Ministerio de Cultura porteño, organizador de este evento junto con la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico y la Delegación del Gobierno de Catalunya en el Cono Sur.
En el acto, que se llevó a cago en el Salón Dorado, participaron personalidades, especialistas de la historia, la cultura y arquitectura entre Buenos Aires y Catalunya quienes disertaron ante la presencia del embajador de España en Argentina, Joaquín María de Arístegui Laborde.

La identidad de Buenos Aires
Jorge Mallo, gerente de Patrimonio porteño, abrió el conversatorio con las siguientes palabras: “Este es un gran acontecimiento que forma parte de lo que es la identidad de Buenos Aires, es decir, la diversidad. Si algo ha caracterizado a esta ciudad es la diversidad de sus inmigraciones exteriores e interiores”, manifestó.
“En este caso, hay una característica muy importante en el que las diferentes inmigraciones se mezclan, son muy importantes y hacen a la cultura de Buenos Aires esa mezcla. Tenemos un patrimonio gastronómico tan diverso como las inmigraciones y tan diverso como es la caracterización de nuestra cultura de la Ciudad de Buenos Aires”, resaltó.

También habló Josep Vives, delegado del Gobierno de la Generalitat de Catalunya en el Cono Sur: “Buenos Aires expresa de una manera casi única. Cuando uno entra aquí entiende lo que significa esta ciudad y su historia”, abrió en su discurso.
“Ayer estaba en la sacristía en la iglesia de Nuestra Señora de Monserrat. El Padre Panatti me acercó unos papeles y me dijo: “Sabías que en 1746 cuatro catalanes laicos le pidieron al por entonces procurador del monasterio de Monserrat el poder crear una hermandad de Monserrat en Buenos Aires? Yo no sabía eso, pero en ese momento estaba en la iglesia que se había construido por pedido de los cuatro catalanes. Seguramente, ellos son los primeros catalanes que de alguna manera dejaron su huella aquí, una huella vinculada a la religión y a algo tal emblemático para nosotros como es el Monasterio de Monserrat que este año cumple 1000 años”, remarcó Vives.

Vives contó una anécdota que vincula el tango, Buenos Aires y Catalunya como ejemplo para ilustrar la huella cultural catalana en entre ambas ciudades. “Este año se cumple el centenario del debut de Carlos Gardel en el Teatro Goya de Barcelona”.
La huella catalana
El primer conversatorio estuvo dividido en dos mesas: en “La huella histórica” disertaron Alejandro Fernández con «Orígenes de la presencia catalana e impronta en la cultura» y Enrique Robira con «Montserrat en Buenos Aires». En ambos casos, contó con la moderación de Daniel Paredes
“Buenos Aires es una ciudad íntimamente relacionada a lo largo del tiempo con Catalunya, particularmente con Barcelona por multitud de razones, pero una muy importante es la presencia de los inmigrantes catalanes en la Argentina, sobre todo en esta ciudad”, abrió Fernández, doctor en Historia de la Universidad de Barcelona y Magister en Ciencias Sociales en Flacso, profesor titular de Argentina II y Metodología de la Investigación de la Universidad Nacional de Luján, Profesor disertante en la UCA y ex profesor de las Universidades de Barcelona, Paris 7 y en el Centro Gino Germani de Roma.

“Los catalanes nunca fueron una colectividad mayoritaria dentro del total español o del total ibérico. Es una comunidad relativamente pequeña, es difícil calcular porque antes a los inmigrantes los registraban por su nacionalidad pero por indicadores indirecto podemos estimar que entre el 10% y 15% del total de la presencia española en Buenos Aires correspondía a los inmigrantes catalanes”, aseguró.
Pero la inmigración catalana en Buenos Aires fue declinando entre 1950 y 1960. “Ya no era un movimiento significativo, era un movimiento de baja intensidad pero muy permanente”, aclaró.
Entre otras cosas, además recordó la participación de Juan Larrea y Domingo Matheu, integrantes de la Primera Junta, ambos de origen catalán, nacidos en Mataró. “Esta Junta de nueve miembros estaba totalmente integrada por americanos salvo ellos dos, son los dos únicos europeos que participan de ese gobierno Patrio”, puntualizó.

En tanto, Enrique Robira, doctor en Historia de la Universidad de El Salvador, Docente e la Universidad Nacional de Lanús e integrante del equipo de Profesionales del Archivo Histórico de Ciudad de Buenos Aires, se refirió a la imagen réplica de Nuestra Señora de Monserrat, donada por la Abadía de Monserrat en 1946.
“Esta escultura fue una atención hacia el templo de Buenos Aires y también para los devotos cuando se encontraba la cofradía que fue fundada a mediados del siglo XVIII. Fue la que levantó el primer tiemplo de Nuestra Señora de Monserrat, donde está el templo actual, en avenida Belgrano 1131”.
Virgen de Monserrat
“La devoción por la virgen de Monserrat ya llevaba varios años tanto en el culto doméstico como el culto público. Los principales difusores fueron los miembros de la compañía de Jesús, los jesuitas, quienes levantaron el templo de San Ignacio, la iglesia más antigua de Buenos Aires”, completó.
Luego, “La huella cultural” fue la segunda mesa del conversatorio, que contó con Cristina Fernández como moderadora, con la participación de Graciela Aguilar, quien recordó al genial arquitecto catalán Julián García Núñez, como uno los más modernos en Buenos Aires y luego, Patricia Méndez, habló sobre «Antoni Bonet y su Legado Arquitectónico».

La mesa finalizó con la exposición de Juan Manuel Amieva para mencionar a otro artista catalán: “Nicolás Rubió y el filete porteño».
Por último, la actuación del Coro del Casal de Catalunya y un brindis para seguir afianzando la indeleble huella histórico-cultural-arquitectónica hermanadas entre Buenos Aires y Catalunya.