WASHINGTON.- Desde la semana pasada, un combo de noticias económicas de distinta índole empezó a generar algunos ruidos sobre la Argentina en el exterior. Empezó con el rojo de un número clave, el déficit externo, que superó los US$5000 millones; siguió con las advertencias de un informe del influyente banco de inversión JP Morgan, que modificó su recomendación para los activos argentinos; siguió con el fallo adverso por YPF en Nueva York; con la indefinición del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre un nuevo desembolso, de US$2000 millones, y cerró con subas acumuladas semanales de 55 pesos en la cotización del dólar, a su valor nominal más alto jamás registrado. Todo, en un contexto preelectoral que se recalienta de cara a octubre.
En los distintos agentes de Wall Street que siguen de cerca la evolución de la economía argentina tomaron nota. Pero, ¿qué factores minimizan y a cuáles consideran como señales de alarma para seguir más de cerca? Distintos especialistas y analistas financieros en Estados Unidos consultados por LA NACION señalaron que de momento no ven una situación general preocupante, aunque hicieron foco en ejes puntuales.
La cifra que más inquietud generó -y cómo evolucionará en el resto del año- fue la publicación de que durante el primer trimestre de 2025, la balanza de pagos de la Argentina mostró un deterioro significativo en su cuenta corriente, que arrojó un déficit de US$5191 millones, una cifra muy superior al desequilibrio que proyectó el FMI para este año.
“Creo que lo que preocupa más que el número absoluto es que el swing [oscilación] fue bastante rápido. Se pasó de un superávit a un déficit en poco tiempo, y sin acumulación de reservas“, señaló a Alberto Ades, director de investigación y estrategia del hedge fund NWI Management, en Nueva York. “Es algo que también pasa cuando la economía se empieza a recuperar”, añadió.
La cuenta corriente es un número que el FMI sigue de cerca. “Se proyecta que la balanza por cuenta corriente externa pase de un superávit del 1% del PBI a un ligero déficit este año, lo que refleja unas condiciones de intercambio menos favorables y una recuperación cíclica de la demanda interna”, había estimado el staff del organismo. El desequilibrio previsto para todo 2025 era de US$2700 millones, cerca de la mitad de lo que se informó en el primer trimestre.
“Lo que realmente asustaría es si se volviera a cuatro o cinco puntos de PBI de déficit de cuenta corriente, pero eso con un resultado fiscal casi equilibrado es difícil que se dé”, añadió Ades. La brusca oscilación -en el mismo lapso del año pasado hubo superávit de US$176 millones– estuvo sustentada por la sangría de divisas por turismo, transporte e intereses de deuda.
“El Gobierno minimiza el cambio en la cuenta corriente y muchos economistas y la oposición lo exageran. El problema de fondo es que la Argentina no está comprando reservas de forma genuina y mientras no se logre esto, el riesgo país seguirá alto. Comprar reservas contra deuda no es la mejor forma de bajar el riesgo país tampoco. Y no sólo eso, el esfuerzo de estabilización será frágil porque todo el mundo seguirá pensando que en algún momento futuro el tipo de cambio subirá“, dijo el economista Guillermo Mondino, profesor de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y asesor de fondos de inversión.
Un manager de portfolio en Nueva York, que prefirió resguardar el anonimato, estimó que si bien “es cierto que los números de la parte externa vinieron mucho peor de lo esperado, el mercado le dio el beneficio de la duda a la Argentina“, porque también se concentró en ”las buenas noticias del crecimiento económico». La actividad subió 1,9% en abril respecto de marzo, y tuvo un crecimiento de 7,7% en comparación con igual mes del año pasado, según el informe sobre el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE).
En tanto, un analista financiero en Estados Unidos que sigue de muy de cerca a los mercados emergentes tuvo una mirada más pesimista. “El tema principal es que para muchos inversores el sector externo está en una dinámica insostenible con este nivel de tipo de cambio, y estas señales confirman esas presunciones”, dijo a LA NACION.
Respecto al dólar y la preferencia del Gobierno por sostener el tipo de cambio de cara a las elecciones para que no se dispare la inflación, señaló: “Es la trampa de siempre, todos los gobiernos caen siempre y terminan igual: devaluando. El dólar a la larga tiene que ajustar», señaló.
Luego de casi tres meses sin sobresaltos en el mercado cambiario, las cotizaciones del dólar volvieron a los titulares: cerraron la semana con alzas acumuladas de $55, hasta los $1260, el valor nominal más alto que se tenga registro (por encima de la parte media de la banda de flotación). Si bien el campo sigue con las liquidaciones, incluso a pesar de que el 30 de junio finalizó la baja temporaria de las retenciones, las cotizaciones se vieron impulsadas por el cobro del aguinaldo, la dolarización previa a las vacaciones de invierno y el desarme de posiciones en pesos.
Al día siguiente de la publicación del déficit de cuenta corriente, un informe de JP Morgan titulado “Argentina: tomando un respiro”, advirtió sobre la disipación de ciertos factores que sostienen la estabilidad financiera y cambiaria en el país. La principal alerta se centró en la combinación de una menor liquidación del agro, la salida de divisas por turismo y la incertidumbre electoral, que podría intensificarse en los próximos meses.
“Con el pico de ingresos agrícolas ya superado, la probabilidad de salidas continuas de divisas por turismo, posible ruido electoral y cierto bajo rendimiento del peso […] preferimos dar un paso atrás y esperar a que haya mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos”, detalló el documento del JP Morgan, que sugirió a sus clientes tomar ganancias y cerrar las apuestas a favor del peso.
Aunque el informe generó rápida repercusión en la Argentina, los analistas minimizaron tu impacto real. “No veo a los traders desesperados por salir de las posiciones argentinas ni mucho menos“, dijo a LA NACION un gestor de cartera en Nueva York. El informe particularmente recomendaba desarmar las posiciones de carry trade, una estrategia que consiste en invertir en activos en moneda local para aprovechar las altas tasas de interés y luego convertir la ganancia a moneda extranjera.
“Básicamente dijeron lo mismo que todos acá, o sea que el swing de cuenta corriente fue relativamente rápido, no hay reservas y te estás metiendo en período electoral: ¿para qué vas tomar posiciones en pesos?”, estimó Ades.
A las noticias económicas se le sumó el lunes una bomba judicial desde la Corte del Distrito Sur de Nueva York, por la decisión de la jueza Loretta Preska que ordenó a la Argentina entregar a los fondos demandantes -Burford y Eton Capital- el 51% de las acciones de YPF como forma de pago por la sentencia en primera instancia de US$16.100 millones más intereses de 2023 en el marco del juicio por la expropiación de la petrolera en 2012.
Si bien en Wall Street fue considerado como una mala noticia, con una primera reacción negativa del mercado, al cimbronazo inicial le siguió una etapa alejada del pánico, con la mirada puesta en una posible negociación entre el Gobierno -que apeló la medida- y los demandantes. “Es lo más lógico”, dicen en los sectores financieros de Nueva York.
Luego de la misión técnica del FMI en Buenos Aires para la primera revisión del acuerdo por el Programa de Facilidades Extendidas (EFF, por sus siglas en inglés), de la semana pasada, se esperaba algún anuncio este jueves en la habitual conferencia de prensa de la directora de comunicación del organismo, Julie Kozack. Pero el Fondo estiró el suspenso sobre cuándo el board podría definir la aprobación del desembolso de US$2000 millones pautado para esta etapa del acuerdo. “Todavía no tengo la fecha”, dijo la funcionaria.
El tema de debate sigue siendo el nivel de reservas. Según definió el acuerdo firmado con el FMI el 11 de abril pasado, por un monto de US$20.000 millones, el Banco Central (BCRA) debía sumar unos US$4400 millones al 13 de junio, pero la meta no se cumplió.
“Dado que las discusiones están en curso no voy a especular sobre la posibilidad de waivers o el resultado de esas discusiones“, expresó Kozack, que volvió a elogiar la marcha del programa económico del Gobierno de Javier Milei.
En Wall Street esa indefinición no generó una particular preocupación, más allá que saben que el FMI pretende que la Argentina acumule reservas. “Las discusiones deben estar centradas en la estrategia para comprar, tal vez vía el Tesoro”, dijo Ades. “Nadie cree aquí que el FMI no vaya a entregar los US$2000 millones [al Gobierno]. Sería como cortarles la mano después de haberles dado una mano gigante“, señaló el gestor de cartera en Nueva York.
Las noticias económicas es entremezclan con lo política, en un año electoral en la Argentina que tendrá el summum el 26 de octubre próximo, con las legislativas nacionales. Los analistas remarcan que eso puede generar una presión sobre el tipo de cambio. “En la previa de las elecciones los argentinos dolarizan, y los extranjeros lo saben”, remarcan.
“No lo veo al Gobierno enfocado en conformar una coalición proreforma. Más bien, no sólo choca con el kirchnerismo, que nunca apoyará un programa económico sensato, sino que también lo hace con todos los potenciales aliados. La construcción política suele no ser generosa, pero en el caso de La Libertad Avanza es francamente mezquina y canibaliza los cimientos de la gobernabilidad del pasado”, dijo Mondino.
“Será un objetivo electoral, pero creo que es muy contraproducente en términos de la sostenibilidad del esfuerzo de estabilización”, advirtió.