El escritor y exvicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez pidió a España que tome la iniciativa en la Unión Europea para preservar las instituciones democráticas y mantener una actitud crítica frente al autoritarismo en Centroamérica.

En su intervención en los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el ganador del Premio Cervantes 2017 instó a la UE a potenciar su propio modelo de pluralidad democrática y a interesarse, en el marco del Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la UE, por las tensiones que asolan a estos países.
Un puente natural
Por ello, Ramírez (Masatepe, 1942) considera a España un «puente natural» de comunicación entre América Latina y la UE, que debe reclamar a Europa esta labor.
En este sentido, frente al deterioro democrático que sufre Estados Unidos y al surgimiento de polos autoritarios en el mundo, defendió la posición de la UE como un referente «crucial en Centroamérica.
No pienso que una resolución de la Unión Europea o del Gobierno de España vaya a cambiar el curso de los acontecimientos, pero la actitud crítica es muy importante para poder fijar las fronteras de tolerancia que hay frente al autoritarismo, recalcó el autor de obras como Castigo divino o Margarita, está linda la mar.
Por otra parte, consciente de los conflictos y tensiones políticas que afectan a los países europeos, como la guerra de Ucrania, Ramírez insistió en que Centroamérica no debe ser ignorada ni postergada.
El que fue vicepresidente de Nicaragua entre 1985 y 1990 realizó un recorrido por doscientos años de historia de Centroamérica durante el curso Tendencias Geopolíticas (VI), que acogió el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en el que subrayó el impacto de problemas de seguridad ciudadana en la región, como el crimen organizado y el tráfico de drogas.

Perverso sueño americano
En esta línea, explicó cómo los ciudadanos huyen de la miseria y de la violencia en sus países y llegan a Estados Unidos, donde se encuentran con un perverso sueño americano que hoy niega a los emigrantes más que nunca.
El escritor describió el rostro fragmentado de Centroamérica, difícil de apreciar en su conjunto porque está ya lejos de la integración política, pero que, gracias a su identidad a veces contradictoria, existe precisamente por eso: No se deja ganar por la homogeneidad.
En este sentido, el Premio Cervantes reivindicó el papel de la cultura, el mejor rostro de Centroamérica, que puede enseñar, transformar e iluminar la realidad.
Con información de EFE.