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sábado, julio 12, 2025

«Me han dado felicidad»: el emocionante homenaje a Martín Caparrós

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“La patria, si la hay, es un helado de dulce de leche”, soltó el escritor y cronista Martín Caparrós apenas se encendieron las luces del Teatro Alvear para leer de manera coral Antes que nada. Todas las personas presentes corroboraron que aquello no sería la típica presentación de un libro, sino una fiesta de memoria, arte y amistad que desbordaría el escenario.

El autor de La Voluntad creyó, al llegar al auditorio, que esa vez lo dejarían en silencio; pero apenas pisó el escenario –armado como un bar de luz tenue, mesas redondas y manteles blancos– se delató: “Vine engañado una vez más”. Delante suyo brillaba un público de colegas, editores, estudiantes y viejos amigos que llenó la sala del teatro.

«Comando” de amigos

Antes de ceder la voz, Caparrós alzó una copa imaginaria para “los dos Jorges” –Lanata y Dorio–, fallecidos entre 2024 y el año pasado, y pidió un minuto de silencio. Luego agradeció “a este increíble comando de amigos que decidió hace tres o cuatro meses que quería organizar algo como esto y se puso a trabajar”.

El viaje a Buenos Aires del escritor fue organizado por un grupo de amigos de toda la vida que consiguieron los medios para que tanto él como su pareja y el personal de asistencia que requiere su condición médica en este momento pudieran desplazarse e instalarse en la ciudad. Clarín se cuenta entre las empresas que acompañaron esta visita.

La conducción estuvo a cargo de los periodistas Cristian Alarcón y María O’Donnell, quien recordó que en Buenos Aires “todo se hace a puro esfuerzo colectivo”. Su viaje está apadrinado además por Hotel Casa Lucia, Gobierno de la Ciudad, Bodegas Zuccardi, Aeropuertos Argentina 2000, Teatro Alvear y Penguin Randon House.

Rep ilustró durante la lectura del libro de Martín Caparrós Antes de nada, en el Teatro Alvear. Foto: Martín Bonetto.
Rep ilustró durante la lectura del libro de Martín Caparrós Antes de nada, en el Teatro Alvear. Foto: Martín Bonetto.

Anoche participaron Eduardo Anguita, Juan Boido, Margarita García Robayo, Leila Guerriero (a la distancia), Marta Nebot, Miguel Rep, Claudia Piñeiro, Matilde Sánchez, Martín Sivak, Reynaldo Sietecase (también a la distancia), entre otros, que conformaron más de una docena de voces para leer fragmentos que saltaron de la infancia al exilio, del fútbol a la militancia, del deseo adolescente a la eterna pregunta de qué es la memoria.

Mientras tanto, Rep pintaba en vivo: primero al autor con un libro, después a un bebé bigotudo sosteniendo el mismo volumen y, para el final, a un Quijote‑Caparrós que hizo reír al retratado. A cada pincelada se proyectaba la tinta sobre la pantalla gigante, de modo que texto, imagen y memoria se fusioran.

El público estalló al escuchar la escena post operatoria de las amígdalas y su ya célebre remate: “La patria, si la hay, es un helado de dulce de leche”. Minutos después, la escritora García Robayo desempolvó la visita infantil a Perón en Puerta de Hierro –“nos saludó con esa media lengua con la que los grandes hablan a los chicos cuando los desconocen o los desprecian”– y el público vio aparecer en la pantalla la ilustración del General, el café con leche intacto y el clip con forma de pato.

Hubo confesiones íntimas –el clandestino encuentro amoroso con el escritor argentino Juan José Saer, la entrevista en batín de seda al otro escritor español Fernando Savater–; y momentos díficiles, como la carta de suicidio que su padre escribió la víspera de partir a Francia, que Martín terminó rompiendo “porque no la aguantaba”.

A la distancia Leila Guerriero lee el libro de Martín Caparrós Antes de nada junto al autor, en el Teatro Alvear. Foto: Martín Bonetto.  CULTURA  PRESENTACIÓN MARTÍN CAPARRÓS Y SUS AMIGOS  Fecha hora: 10/07/2025 19:00 Lugar: Teatro Alvear Av. Corrientes 1659  Fotos Bonetto - FTP CLARIN BON01586.jpg ZA la distancia Leila Guerriero lee el libro de Martín Caparrós Antes de nada junto al autor, en el Teatro Alvear. Foto: Martín Bonetto. CULTURA PRESENTACIÓN MARTÍN CAPARRÓS Y SUS AMIGOS Fecha hora: 10/07/2025 19:00 Lugar: Teatro Alvear Av. Corrientes 1659 Fotos Bonetto – FTP CLARIN BON01586.jpg Z

La atmósfera cambió al evocar los años complejos: la cocaína “como tarjeta de crédito que te deja gastar hoy la energía que pagarás mañana”, las charlas infinitas con Jorge Dorio hasta el mediodía, y la militancia juvenil que se fue tragando amigos. Allí brotó la arenga generacional: “Una juventud que peleaba contra un enemigo poderoso… Otra que desprecia al que podría ser su enemigo y solo trata de convencerlo de que no siga fracasando sin parar”.

Quiero seguir vivo

Caparrós, diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica hace dos años, no esquivó la enfermedad: “No quiero convertirme en ese héroe de la época, la víctima… Mientras siga vivo, quiero seguir vivo. La verdad es enemiga, pura crueldad innecesaria”.

Las risas volvieron con la escena de las redacciones noventeras y el bigote nada amenazante: Caparrós se encogió de hombros –ese gesto tímido que contrasta con sus tirabuzones canos– y la gente se puso de pie para aplaudir. Claudia Piñeiro leyó la caminata española: “Disimulo que no estoy aquí por ella”, justo cuando a Caparrós se le cayó el micrófono y Marta Nebot se lo sostuvo, provocando otro estallido de ternura.

Entre los oyentes, la periodista Lala Toutonian confesó: “Estoy encantada de haber venido. No puedo creer que dudé en venir”. Minutos después, Gabriela Cerruti evocó las viejas redacciones de los 90, algunos de sus protagonistas presentes en el público: “Todos los que vinimos es porque Martín Caparrós fue parte de nuestra biografía”.

A los 68 años, Caparrós lleva más de cuarenta libros, traducidos a treinta idiomas. Ganó el Premio Planeta Latinoamérica (2004) por Valfierno, el Premio Herralde (2011) por Los Living, el Maria Moors Cabot (2017) por su trayectoria periodística, y el Prix Roger Caillois francés (2023) por Ñamérica. Este mismo año, la Universidad de Buenos Aires lo distinguió como Doctor Honoris Causa, y el rector lo comparó con Balzac por la ambición de su obra.

Martín Caparrós fue tapa de la primera edición mensual de revista Ñ. Foto: Martín Bonetto.Martín Caparrós fue tapa de la primera edición mensual de revista Ñ. Foto: Martín Bonetto.

Sea novela, crónica o ensayo, si se pudiera trazar un hilo rojo de su producción sin dudas es la mirada sobre la desigualdad y la memoria. El hambre (2014) se convirtió en referencia mundial para el debate sobre la inseguridad alimentaria; Ñamérica (2021) cartografió la región con humor negro y datos demoledores; y la monumental La voluntad –escrita a cuatro manos con Eduardo Anguita– sigue siendo la historia oral más exhaustiva sobre la militancia setentista.

Su biografía, atravesada por el exilio en París, la militancia peronista y la insaciable curiosidad periodística, lo llevó a colaborar con Página/12, El País, The New York Times y The Guardian. Vivió en Madrid, Nueva York, Ciudad de México y Níger; fundó suplementos culturales y dirigió revistas. Junto a revista Ñ, publicó la serie «Los tanguitos de Rivarola», seis novelas policiales, que cuentan, a través de sus intrigas, romances y grandes personajes, aquel Buenos Aires de los años 30, donde el tango era rey. Y también integró dos ediciones el Jurado de Honor del Premio Clarín Novela.

Cuando la voz de Gonzalo Caparrós, su hermano menor, sonó en los parlantes – “Mopi, no sé si soy yo o vos cuando me llaman así”–, el autor suspiró. Rep pintó un Caparrós‑Quijote a lomo de Rocinante y la pantalla se llenó de ese helado de dulce de leche que, según Martín, es lo más parecido a la patria. Fue entonces que soltó otro dardo: “Somos, en general, un desperdicio de memoria, una historia esperando su olvido”.

Habían pasado noventa minutos; pero para quienes lo escucharon, fue una gran voz colectiva imposible de olvidar. Para cerrar, Caparrós leyó con tono de combatiente: “He luchado y lucho mucho”.

Martín Caparrós, en el Teatro Alvear. Foto: Martín Bonetto.Martín Caparrós, en el Teatro Alvear. Foto: Martín Bonetto.

Y, como un payador, añadió: “Me han dado felicidad como cuando esa que se da nunca cae en el olvido”. Y así, entre libros, pinceles y los afectos de siempre, Antes que nada dejó de ser tan solo un libro para convertirse en una experiencia compartida: la de un hombre que, pese a los molinos gigantes y las cicatrices, todavía cree que la literatura puede contarlo todo –incluso lo que la memoria se empeñe en borrar.

Redacción

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