Los dos protagonistas de Superman de 1978 vivieron años difíciles después de aparecer en esa película. En 1995, Christopher Reeve, quien interpreta al superhéroe, se cayó de un caballo y quedó tetrapléjico; Margot Kidder, la Lois Lane de turno, fue víctima de su propia mente y murió olvidada hace 8 años.
Kidder fue encontrada sin vida el 13 de mayo de 2018 en su casa de Livingston, en Montana. Tenía 69 años.
Los últimos dos años de la actriz fueron fatales: su casa era frecuentada por adictos, la policía solía acudir a ella por denuncias de invasiones y la ambulancia la visitó al menos en cinco ocasiones.
El éxito de la película de Richard Donner agravó los problemas de salud mental que habían asomado en su adolescencia. “Después de que salió Superman, (la fama) me resultó muy difícil y dura de manejar”, dijo Kidder en una entrevista a Los Angeles Times en 1997.
En esa conversación, la actriz lamentó que en su adolescencia, después de que intentara quitarse la vida tras una ruptura sentimental, nadie la enviara a un psiquiatra.

En 1988, poco más de una década después de Superman, Kidder recibió el diagnóstico de trastorno bipolar. Le sugirieron que se sometiera a un tratamiento psiquiátrico con litio, pero se negó.
Los brotes maníacos le impedían reconocer la gravedad de su situación. Y de aquello que era consciente, prefería no contarlo. Lo guardaba para sí misma.
Cinco días perdida en Los Ángeles
En 1996 sufrió uno de sus peores episodios: se perdió durante varios días en Los Ángeles.

Fue después de que se le rompiera una computadora en la que estaba escribiendo sus memorias. Ese episodio le causó paranoia y delirios que derivaron en un viaje de locura a Los Ángeles en busca de una supuesta solución técnica que nunca llegaría.
Kidder deambulaba en soledad y sin pertenencias creyendo que su exesposo y la CIA querían matarla y que a todo momento estaba siendo espiada.
Caminó 32 kilómetros a lo largo y ancho de la ciudad, sin ropa nueva, aseo ni comida. Dormía en cualquier lado: patios, garajes, jardines de casas.

El calvario terminó cuando una vecina de Glendale la encontró en su jardín y llamó a la policía. Había tocado fondo.
Activismo por la salud mental con soluciones alternativas
En sus últimos años de vida defendió la salud mental mediante tratamientos alternativos, como la medicina ortomolecular (equilibrar vitaminas y nutrientes para mantener la salud mental sin medicación).
Kidder negaba los tratamientos convencionales, especialmente después de sufrir un accidente automovilístico en 1990 que la forzó a someterse a una cirugía que la dejó en bancarrota y la hizo adicta a los medicamentos y el alcohol.

Muchos de los adictos que la visitaban en su casa en Livingston eran adictos a las metanfetaminas que ella ayudaba o, por lo menos, intentaba hacerlo.