El 24 de agosto de 2001 no es una fecha más para los amantes de la aviación. El vuelo 236 de Air Transat, partió desde Toronto, Canadá, con destino a Lisboa, pero experimentó inconvenientes en el aire y en vez de aterrizar en la capital de Portugal reventó sus gigantes ruedas contra el pavimento de la pista de la base aérea de las Islas Azores.
La pregunta de cómo un moderno avión Airbus A330-300, cargado con más de 47 toneladas de combustible, se quedó sin una sola gota mientras sobrevolaba el Océano Atlántico, y en segunda instancia cómo logró planear por más de 100 kilómetros hasta tocar tierra firme sin los motores en marcha, le da carácter histórico a este accidente aéreo, poseedores de uno de los planeos más prolongados efectuados por un jet comercial.

Tal como refleja el sexto episodio de la primera temporada del famoso programa Mayday: Catástrofes aéreas, titulado «Flying on empty» («Volando sin combustible»), emitido por la pantalla de National Geographic, aquel viernes todo parecía en condiciones normales.
Había buen pronóstico de tiempo, y la torre de control de tráfico aéreo solo hizo un pequeño ajuste preventivo, un desvío de unos 100 kilómetros al sur de su ruta original, un detalle que horas más tarde sería de importancia vital.

En la cabina del Air Transat, compañía aérea de Canadá, se encontraba la dupla que pasaría a la historia: el capitán Robert Piché, de 48 años, un piloto de planeador experimentado, y el primer oficial Dirk de Jager, de 28 años. En sus manos estaban las vidas de 306 personas, 13 tripulantes y 293 pasajeros.
Cronología del vuelo 236 de Air Transat
Cuatro horas después del despegue, a las 05:33 de la madrugada, los sensores de alarma de desequilibrio de combustible mostraron un nivel muy bajo de combustible en los depósitos del ala derecha del avión.
El número era tan insólito que el capitán creyó que se trataba de un error del sistema del ordenador de la aeronave. El capitán Piché le pidió a los miembros de su tripulación que verificaran a través de las ventanillas si avistaban alguna fuga de combustible, pero como todavía no había amanecido, la oscuridad del cielo les impidió un análisis correcto.
El nivel seguía descendiendo, así que decidió accionar la vválvula de compensación de combustible para pasar una buena cantidad del depósito izquierdo hacia el derecho. Los pilotos no lo sabían, pero para ese momento la situación ya estaba muy comprometida.
Cincuenta minutos después, a las 6:13, el motor derecho se detuvo, y esa fue la prueba de que los datos que mostraban los paneles de control eran ciertos.

Inmediatamente, puso el motor izquierdo a máxima potencia y descendió a 30.000 pies (9.144 metros), porque era muy difícil mantener la velocidad de crucero con un solo un motor en funcionamiento.
Pasaron otros 13 minutos, y ocurrió el peor escenario: perdieron también el motor izquierdo, por ende, se quedaron suspendidos en el aire sin capacidad generadora de energía eléctrica e hidráulica. Todas las luces estaban apagadas, los pasajeros estaban aterrorizados y eran conscientes de que las probabilidades de sobrevivir se desvanecían segundo a segundo.
A las 6:26 el avión se había convertido en un planeador gigante, con la turbina de aire de impacto que se desplegó de forma automática como única herramienta para evitar una estrepitosa y mortal caída.

Debajo de ellos, la inmensidad del Océano Atlántico, lo que se traducía en un peligroso amerizaje que querían evitar por todos los medios. A las 06:45, tras recorrer las 65 millas náuticas que los separaban de la tierra, divisaron el aeropuerto de Lajes, y no lo dudaron: sin combustible y por ende sin los motores en marcha, era momento de aterrizar.
Cuando tocaron la pista se reventaron los ocho neumáticos de los 10 que tenía, pero todos los pasajeros y la tripulación resultó ilesa. Seguramente ese fue el aplauso más sentido de la historia, y luego descendieron por los toboganes inflables.
Se realizó una investigación sobre el incidente, donde se concluyó que la causa había sido «un error humano» del equipo de mantenimiento del avión.
Cinco días antes se sustituyó el motor derecho por otro, pero al comprobar que le faltaban algunas piezas hidráulicas, decidieron instalar piezas de otro modelo más antiguo similar, que no se correspondían exactamente con las del nuevo motor por unos escasos milímetros.
Como las piezas no quedaban perfectamente ajustadas, los tubos rozaban entre sí. Un tubo del sistema hidráulico que rozaba con el tubo del combustible provocó que éste se rompiera y eso produjo una importante fuga de combustible.

Los investigadores coincidieron en que el Airbus A330 se quedó sin combustible debido a una fuga en el motor derecho, causada por un error humano en los protocolos de revisión y mantenimiento.
Este domingo 6 de julio de 2025 ocurrió otro aterrizaje de emergencia exitoso en el mismo lugar, en la Base Aérea militar de Lajes en las Islas Azores, también por una falla de motor, pero esta vez fue una aeronave de la compañía Delta Air Lines, con 382 pasajeros a bordo, que pasaron 30 horas en la isla hasta que llegó otro avión de reemplazo y luego llegaron sanos y salvos a Nueva York, el destino original.