Las trabas para empezar

Es tan simple como complejo: hay que animarse a dar el primer paso. ¿Parece poco? Muchas veces, sin embargo, aparecen trabas que lo hacen imposible. No son reales en sí pero de esa manera se perciben. Pocos días atrás, una amiga que se está mudando dentro de Capital me contaba que le cuesta dejar la que fue su casa por más de 20 años. Justo a esa edad, los cincuentilargos, en que sus padres se fueron a vivir otro país. Comentó la comparación con su psicóloga y ella la “retó” un poco: “sólo te estás cambiando de barrio”. Pero está equivocada, las dimensiones geográficas no son las mismas que las del alma.

Cuando yo estaba haciendo mis primeros pasos en el periodismo debí escribir una nota sobre discapacidad:Fui a una escuela de chicos ciegos. Me maravilló lo bien que jugaban al fútbol en el patio. Una pelota con un cascabel reemplazaba a la normal y ellos con una habilidad indescriptible se la pasaban y lograban, de tanto en tanto, meterla en el arco. Los recordé el día, ya orillando los 50, que me incliné por el running. Hasta ese momento no había corrido mucho más de veinte minutos seguidos. Pero algo me llamaba. Pues llegó el momento: me puse a mover las piernas en la cinta y no paré -sí de a ratos disminuí la velocidad- por una hora. Supongo que deportivamente fue un error: tendría que haberlo hecho de a poco. Pero ya está, lo había logrado. Terminé tan cansado como feliz y seguí gastando pistas por varios años.

Claro que el esfuerzo no siempre es deportivo: hay muchos pasos iniciáticos que asustan. Por editar esta sección que cuenta historias es usual que conocidos me consulten sobre un libro que quieren escribir sobre determinada etapa de su vida. Como en todo, algunos lo lograrán y harán algo bueno, o no tanto. Y habrá quienes ni siquiera lo intenten. ¿Mi único consejo? Poner manos a la obra. Luego verás si es autobiográfico, si ficción, si los personas, si el narrador. Tené algo concreto sobre lo que trabajar, no divagues. Algunos -confieso- lo agradecen, otros prefieren huir.