Con una estructura clásica, la docuserie Perejil, la guerra que no fue (Movistar+) sigue la cronología de un episodio de la historia que combinó el espíritu celtibérico y una carga sobrevenida de chapuza geopolítica.
Una acumulación de testimonios de personalidades relacionadas con el conflicto, imágenes de archivo bien elegidas y una lectura retrospectiva enriquecida por el conocimiento adquirido y la superación de las tensiones –nada banales– del momento.
Tres capítulos detallan el episodio con tanta precisión que quizá supera la trascendencia real de uno hechos que se explican a través de voces de políticos, periodistas y expertos de ambos bandos. Siguiendo el capricho del rey, Marruecos ocupó lo que se describió como “pequeño trozo de tierra deshabitada”.

Una imagen de la serie documental ‘Perejil’
Movistar Plus+ / ACN
Son interesantes los testimonios de José Maria Aznar, líder del vodevil, y de su director de escena, el locuaz ministro Federico Trillo. La entrevista con Aznar, montada siguiendo el hábito de fragmentar innecesariamente discursos lineales, aclara la esencia del conflicto desde el punto de vista del patriotismo español y de un respeto institucional que, comparado con el actual, parece el colmo del rigor. Lo que la serie no puede evitar es que la manera de hablar de Aznar recomiende poner subtítulos para entender su dicción retráctil y sus subwoofers.
Trillo, en cambio, aporta salsa, como cuándo cuenta que, una vez reconquistado Perejil, los soldados compartieron un desayuno con huevos fritos y chorizo. ¿Perdedores y ganadores? La gran perjudicada del conflicto fue la pastora de un rebaño de cabras que pasturaban por el islote, alguna de las cuales fue sacrificada por los legionarios que se la zamparon como en una última viñeta de una historieta de Astérix y Obélix.
El interés de la serie no radica tanto en la intriga como en el trabajo de los actores y la elección de las localizaciones
AMENAZA DEL CLIMA. Delta, aquaterra (TV3) explica, desde la ficción, una intriga ambientada en un paisaje amenazado por una realidad climáticamente terrible. Es una producción conjunta con À punt, que se ha publicitado como “thriller medioambiental” o, con el celo de los amantes de nuevas etiquetas, “ecothriller”.
Lee también
Cuando se emitió en À punt, las audiencias no fueron demasiado buenas. La serie, sin embargo, merece la atención no tanto de los espectadores familiarizados con los estereotipos de las investigaciones periodísticas o criminales sino de los que, en este caso, valorarán la espléndida selección de actores y de un paisaje bien filmado y con una presencia que va más allá de la estricta escenografía.