En invierno, no hay mucho para hacer en la pequeña ciudad de Santa Lucía (Canelones). Al caer la tarde, las opciones allí son pocas para los jóvenes. Algunos optan por ir a boxear al gimnasio «Power House», mientras que otros juegan al básquetbol en la plaza de deportes de Santa Lucía. Otros, en grupos, se concentran en la plaza de la ciudad aprovechando que el clima es cálido.
El gimnasio «Power House» tiene un profesor de boxeo registrado en las federaciones uruguayas. Este jueves, unos 30 aficionados a este deporte, entre ellos jóvenes, mujeres y niños, practicaban en 16 sacos de boxeo, en peras, saltaban cuerdas o tiraban golpeas al aire encima de un ring. El ritmo era elevado.
Uno de los aficionados presentes era Víctor Orecchia (26), quien trabaja en un frigorífico. Otro era el estudiante Simón Roda (18). Ambos practican boxeo desde hace tiempo. Roda está en una mejor posición en el ranking que su compañero.
«Arranqué a boxear desde chico. Pero me enemistaba con mis contrincantes. Es que me gusta pelear pero no el lío personal que viene después. Canalicé esas ganas de pelear a través del boxeo», explicó Orecchia.
En febrero de este año, Orecchia y Roda pensaron que podrían organizar una «juntada» entre amigos del pueblo para «guantear» (boxear). Querían que fuera algo privado en el fondo de una casa de Santa Lucía, relataron ambos jóvenes a El País.
Sabedores de que algunos aficionados al boxeo provienen de barrios carenciados de Canelones y Montevideo, Orecchia y Roda se convencieron de que la reunión boxística debía tener además un fin benéfico: juntar alimentos para posteriormente donarlos. Así nació una página en la red social Instagram.
Hablaron con dos organizaciones sociales de Santa Lucía, las que señalaron que recibirían las donaciones de alimentos que llevarían los espectadores de las peleas de box entre aficionados.
Los interesados en participar en la «juntada» boxística se entrenaron cuatro meses. Muchos de ellos habían acudido desde niños al gimnasio «Power House» y enseguida recuperaron ritmo y destreza.
Orecchia contó que, además de divertirse un rato practicando un deporte que los apasionaba y tratar de recolectar alimentos para donar, la «juntada» tenía un tercer objetivo: «inculcar valores e incentivar a que hagan deportes a varios gurises (de Santa Lucía) que andan en la jodita».
El domingo 29 estaba todo listo para la pelea entre aficionados. Como ese día jugaba el Club Santa Lucía, los organizadores creían que no asistiría mucho público. Se citaron en la sede del club. Sin embargo, la sorpresa de Orecchia y de Roda fue mayúscula: la hinchada del Santa Lucía estaba allí para ver las peleas entre aficionados.
«Eran como 200 personas. Estaban en la pelea y no en el partido. Es que peleaba el bueno contra el malo del pueblo», explicó Orecchia.

Foto: Ignacio Sánchez.
—¿Quien es el malo del pueblo?
—El malo es una persona que practicó pesas, fue «patovica» de un boliche y golpeó a varios gurises allí. Por eso no es querido en el pueblo— explicaron los organizadores.
Ante el arribo de tantas personas, los dos jóvenes decidieron que el evento se realizara en el patio del club. «No vimos ese detalle que en una de las peleas se enfrentaban dos amigos, uno considerado el malo por muchos y otro como muy bueno. Tampoco contábamos con que iban a concurrir tanta gente», reiteró Orecchia.
Sin embargo, Orecchia consideró que los enfrentamientos «no fueron peleas de verdad; eran para divertirse. Fue pensado como una movida de pueblo; no era algo clandestino ni tocó una fecha de la Federación de Boxeo. Tampoco fue un evento relacionado con el gimnasio «Power House».
—Pero hubo un tumulto en la pelea y le pegaron en el piso a uno de los contrincantes.
—El problema comenzó porque la gente del pueblo consideró que «el bueno» fue golpeado en el piso por su rival durante la pelea. Pero cuando lo rodearon, vieron que el que estaba en el suelo era alguien que conocían de toda la vida. Por eso no salió herido. El evento siguió y se realizaron otras tres peleas y la Policía no concurrió— explicó Orecchia.
—¿Las instituciones benéficas recibieron los alimentos donados por los asistentes a la velada?
—Cuando el problema se hizo viral, las dos instituciones que habíamos hablado no quisieron aceptar las donaciones—, dijo el boxeador aficionado.

Foto: Ignacio Sánchez.
—¿Cuánto recaudaron?
—18 canastas de alimentos. Cada una pesaba unos 10 kilos. También recibimos juguetes. A los dos días del evento, las organizaciones sociales, que habíamos contactado, desistieron de los alimentos sin conocer lo que realmente había pasado. Entonces colgué un mensaje en mi cuenta de Instragram ofreciendo los productos donados a personas que realmente lo necesitaban. Nos quedamos tranquilos porque vimos que las personas que vinieron a llevarse los alimentos los necesitaban realmente—.
Pese a que los organizadores del evento insistieron en que la velada era una juntada de amigos y no un match boxístico, una de las federaciones de boxeo resolvió que Orecchia, que integra un ranking, no podía boxear en una competencia durante seis meses. Roda no recibió ninguna amonestación.
«La intención era ayudar a la gente e inculcar los sentimientos por el boxeo. Practicamos un deporte y lo que ocurrió fue una pelea entre amigos», insistió Orecchia.

Foto: Ignacio Sánchez.
Medida
Poco después de lo sucedido, el propietario del club de boxeo «Power House», Alexander Buconjic (39) emitió un comunicado desvinculándose del incidente y aclarando que se trató de un evento clandestino.
Recalcó que sus actividades siempre se desarrollan bajo estrictas normativas y con los avales correspondientes.
«Pasó todo el pueblo por este gimnasio. Muchos comenzaron siendo niños, con siete u ocho años. También vienen acá muchachos y muchachas de Los Cerrillos, Canelones, 25 de Agosto y de Capurro», dijo Buconjic a El País.
Buconjic gestiona el gimnasio con mano de hierro. Para evitar problemas, elaboró reglas que deben cumplir a rajatabla los deportistas que asisten al club: está prohibido pelear en la calle; en un enfrentamiento de boxeo en el gimnasio, el boxeador más grande cuida al más chico; también se preserva a las mujeres y está prohibido el consumo de drogas.
Desde que Orecchia y Roda comenzaron a asistir al club hace ya varios años, Buconjic les trató de grabar a fuego una de sus máximas y lo consiguió: se debe boxear pero sin conflicto.
El 30 de junio, al otro día de la pelea, «el bueno» y «el amigo» se encontraron. Viven a media cuadra uno de los otro y se conocen desde niños. Mientras «el malo» cortaba leña, «el bueno» le cebaba mate.