Los hermanos Menéndez rozan cada vez más el sueño de la libertad. Era algo imposible hasta que Netflix los retrató en la serie Monstruos , título paradójico ante la oleada de simpatía que despiertan, pese a que siempre aceptaron que acribillaron a tiros a sus padres el 20 de agosto de 1989, en su mansión de Beverly Hills.
A la espera el próximo mes de la audiencia de libertad condicional, después de más de tres décadas de cárcel, una vez que un juez anuló la cadena perpetua sin opción a revisión el pasado mayo, Lyle, de 57 años y Erik, de 54, se apuntan ahora otra victoria legal.
El Tribunal Superior de Los Ángeles ordenó a la fiscalía que explique la razón por la que el acusador público no tuvo en cuenta en el segundo juicio, celebrado en 1996, una prueba exculpatoria o atenuante, que avala la versión de los hermanos de que actuaron en defensa propia. Su padre, José Menéndez, empresario de la industria musical (interpretado por Javier Bardem), abusaba sexualmente de ellos con el consentimiento de su madre, Kitty.
La nueva orden judicial, dictada el pasado día 8, aunque no trascendió hasta ayer, remarca que la aparición de evidencias podría haber cambiado el resultado de sus condenas.
Tras el juicio nulo de 1993, la fiscalía no quiso saber nada de la versión de los hermanos respecto a la violencia psicológica y física que sufrían en su hogar. En cambio, los acusadores pintaron a Lyle y Erik como dos tipos desalmados, envenenados por la codicia, capaces de matar a sangre fría a sus progenitores para quedarse con la fortuna familiar y entregarse a una vida lujuriosa. Entonces tenían 21 y 18 años.
Sin embargo, ochos meses antes de la tragedia, Erick escribió supuestamente una carta a su primo, Andy Cano, en la que le confesó que su padre había abusado tanto de él como de su hermano.
Pero la parte principal de esta prueba recuperada corresponde a una declaración jurada de Roy Rosselló, miembro de la banda musical formada por niños que se conoció como Menudo, de la que formó parte Ricky Martin.
José Menéndez era el ejecutivo de la discográfica que les grabó y lanzó a la fama. Según Rosselló, José le violó cuando tenía 14 años, entorno a 1983 o 1984. Su declaración la realizó tras casi 40 años de la presunta agresión. En marzo del 2023, los hermanos presentaron una petición habeas corpus alegando que, si en la vista oral se les hubiese permitido presentar la carta de Cano y facilitado que Rosselló compareciera y testificara, el jurado habría tomado una decisión diferente.
En respuesta informal a esa petición, el fiscal del distrito, Nathan Hochman, respondió al tribunal en febrero de este año que ni la carta ni la declaración jurada constituían nuevas pruebas. Argumentó que la misiva de Cano era “prematura” y que la confesión de Rosselló resultaba “inadmisible, inmaterial y carente de credibilidad”.
Pero el juez William C. Ryan dictó que ambas pruebas son una demostración de que los hermanos tienen derecho a obtener un resarcimiento.
El fiscal de distrito dispone de un plazo de 30 días para responder a esa decisión. Todo indica que la oficina de Hochman se opondrá a esa reparación. Desde que tomó el cargo a principios de año, su actitud ha sido totalmente opuesta a su antecesor, George Gascon, uno de los impulsores de que se revisara a la baja la sentencia y se les ponga en libertad.
Este debate sobre las pruebas tendrá poco peso a nivel judicial. La relevación del asunto, según los expertos, se centra en la influencia positiva que puede tener en la audiencia para su liberación condicional
El juez pide al fiscal que explique por qué escondió pruebas que apoyaban la versión de los abusos paternos
La mayoría familiares apoyan su libertad. También les avala su buena conducta. Que se escondieran pruebas que habrían cambiado su destino no hace más que avalar la injusticia que ellos denunciaron.