Uruguay dijo presente en la 57ª Olimpiada Internacional de Química celebrada en Dubái, una experiencia que combinó excelencia académica, intercambio cultural y orgullo nacional. Los estudiantes Melina Betlza, del Liceo Nº 1 de Mercedes, y Santiago Caussi, del Instituto Tecnológico Superior de Buceo (UTU), representaron al país junto a las docentes Virginia Aldabalde y Natalia Álvarez, de la Facultad de Química de la Universidad de la República.
Las Olimpiadas Internacionales de Química se celebran desde hace 57 años y reúnen a jóvenes estudiantes de secundaria de todo el mundo, que deben tener menos de 20 años al momento de participar. Virginia Aldabalde explicó a El País que se trata de un evento de altísimo nivel, tanto por su exigencia académica como por su escala organizativa. “Es un evento internacional donde pueden participar países de diferentes partes del mundo, con algunas condiciones y reglamentos», aseveró. «Una de las cosas principales es que los estudiantes tienen que ser de nivel secundario y no haber cumplido 20 años al momento de participar. La edición de este año fue en Emiratos Árabes, en Dubái, y fue un evento muy grande. Muchas veces estas competencias se organizan en países con capacidad económica y apoyo institucional para llevarlas adelante”, agregó.
Uruguay tiene una larga trayectoria en esta competencia. “Participa hace más de 30 años. Desde 2009, la Facultad de Química está a cargo de la organización y selección de los estudiantes, pero antes lo hacía la educación secundaria», indicó la docente. «Es fundamental sostener la participación año a año, porque si un país deja de asistir dos veces seguidas, debe volver a pedir permiso para ingresar. El año pasado no pudimos ir por motivos económicos, pero logramos volver en esta edición, lo que para nosotros fue muy importante”, detalló Aldabalde.
El camino para ser seleccionado
La selección de los estudiantes comienza casi un año antes, con una Olimpiada Departamental donde participan jóvenes de liceos y de UTU de todo el país. Los mejores puntajes avanzan a una Olimpiada Nacional, realizada en diciembre en Facultad de Química, y quienes obtienen los mejores resultados ingresan a una etapa de entrenamientos y pruebas que se desarrollan entre enero y mayo. En ese período, entre 40 y 50 estudiantes realizan cinco pruebas teóricas. Quienes superan exitosamente ese proceso acceden tanto a las Olimpiadas Internacionales como a las Iberoamericanas de Química, que se celebran en octubre. Este año, los dos seleccionados fueron Melina y Santiago, quienes «mostraron gran capacidad, disciplina y compromiso», expresó Aldabalde.
Santiago Caussi, de 18 años, destacó que participar en la competencia internacional fue desafiante pero sumamente enriquecedor. “En las pruebas tuvimos que sintetizar un compuesto de coordinación, determinar la composición de mezclas de aminoácidos mediante ensayos cualitativos y cuantitativos, y realizar otros ejercicios similares. En la parte teórica se nos evaluó con preguntas que abarcaban muchas áreas: química inorgánica, bioquímica, química analítica», comentó a El País.
«A pesar de la dificultad, considero que es una experiencia muy valiosa y que con esfuerzo y motivación se puede realizar de forma exitosa”, aseguró. El joven, que cursa Química en UTU Buceo, también valoró que su pasión por la ciencia lo acompañe fuera del aula: “Uno de mis hobbies es estudiar química. También me gusta conversar con conocidos, hacer ejercicio, escuchar música o distraerme con algún juego. Pero lo que más disfruto es aprender”.

Foto cedida a El País.
Una experiencia cultural
Además del rigor académico, la experiencia en Dubái tuvo una dimensión cultural significativa. Caussi relató que el viaje fue largo —más de 15 horas sin contar escalas—, pero permitió conocer lugares emblemáticos como el Dubái Mall, el Burj Khalifa, Abu Dhabi y la Gran Mezquita. “Nos hicieron recorrer muchas áreas de la ciudad. La arquitectura es impresionante, la comida fue de una gran calidad y variedad cultural. Pero lo que más me marcó fueron las personas: los guías, los mentores y las otras delegaciones. Ellos le dieron un valor humano muy grande a esta experiencia”, explicó el joven.
Para Aldabalde, este aspecto también fue clave. “Viajar a Dubái fue un desafío por las distancias y por el clima, que era muy agobiante. Las temperaturas superaban los 40 grados y las sensaciones térmicas alcanzaban los 50. Era difícil recorrer la ciudad a pie, pero valió la pena. Fue una experiencia inolvidable, tanto para nosotros como para los estudiantes”, añadió. La delegación partió desde Montevideo y realizó escalas en Buenos Aires y Río de Janeiro. “Fue un viaje de más de un día, muy largo, pero también muy enriquecedor por todo lo que significó estar en un lugar tan distinto, con otra cultura, y con gente muy atenta”, agregó la docente.
Al regreso, una sorpresa los esperaba: la vicepresidenta Carolina Cosse anunció que recibiría a la delegación en el Parlamento. El reconocimiento fue celebrado tanto por docentes como por estudiantes. “Nos enteramos cuando hacíamos escala en Río. Fue una alegría enorme”, contó Aldabalde. Para Santiago, también fue un honor: “Fue una sorpresa. Fue un lindo gesto, que disfruté mucho. Era la primera vez que entraba al Palacio Legislativo, así que fue doblemente especial”.
Ese reconocimiento institucional sirvió además para visibilizar el esfuerzo detrás de la participación en estas olimpiadas. “Es fundamental que se conozca el trabajo que hacen los profesores de secundaria y los docentes de la Facultad de Química”, remarcó Aldabalde. “Participar en estos eventos implica mucha preparación, logística y también recursos. Si bien la estadía y las actividades están cubiertas por la organización, los pasajes deben ser financiados por nosotros, y eso representa un costo importante. Además, hay un esfuerzo presupuestal detrás de cada una de las etapas a nivel nacional”, acotó.
En ese sentido, subrayó la importancia del respaldo institucional: “El reconocimiento en el Parlamento, la visibilidad en medios y el apoyo de autoridades son fundamentales para sostener este proyecto. Además, sirven como estímulo para que más estudiantes se animen a participar, se motiven a estudiar ciencia, a desarrollar su talento. Santiago y Melina son un ejemplo de lo que pueden lograr”.
Al hacer un balance de la experiencia, Santiago lo resumió con humildad y entusiasmo: “Lo más valioso que me llevo, además del conocimiento y haber conocido Dubái, son las amistades que hice. Fue un honor representar a Uruguay en esta competencia. Espero haberlo hecho bien”.
Para participar de las Olimpiadas los estudiantes contaron con apoyo de la Fundación para el Progreso de la Química (FundaQuim), Facultad de Química, Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) y Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).