La sequía intermitente y las olas de calor han cambiado prados y bosques. El alcornoque es un árbol resistente que acostumbraba a plantarse en terrenos pedregosos. Llueve menos y de manera más espaciada, y muchos se han secado, sobretodo junto a la pista, donde están más expuestos al sol, tienen menos tierra y se arropan menos unos a otros. También mueren chopos: crecen junto al arroyo, con las raíces ahogadas en agua. Las acequias se han secado o llevan menos caudal. Empezaron perdiendo ramas y han acabado consumidos.
La población de alisos se ha reducido. Junto a la casa corre una acequia que termina en los depósitos de una embotelladora -un escándalo, por cierto-. Cuando era chico estaba flanqueada por unos alisos altísimos. Los han ido cortando porque chupan mucha agua. Y en la vera de los ríos se ha producido una tala similar. Con la idea de la limpieza y de que, en caso de riada, los árboles caídos no cierren el paso, han caído árboles venerables. Los castaños están de suerte este año. La primavera fue lluviosa y se han recuperado.

Una encina muerta
Julià Guillamon
A diferencia de los alcornoques, ocupan vertientes húmedas y frescas de la montaña y, como hay bastantes, se dan sombra uno a otros. Hace unos años desapareció la avispilla del castaño (Dryocosmus kuriphilus), a la que le ha salido un depredador implacable (Torymus sinensis). se han secado docenas de pinos y abetos. Tienen unas raíces superficiales y el viento los arrancan de cuajo. Los pinos están cargados de procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) y se acaban muriendo, por la acción de los parásitos o por la suma de debilidad y falta de agua. Los hayedos plantados en vertientes agrestes y empinadas sufren: los árboles se mueren por la copa.
Los alcornoques que, esparcidos bajo los pinos, no podían crecer ahora son los amos del terreno
En los últimos tres o cuatro años se han cortado muchos pinares. Antes de que los árboles se mueran, los propietarios intentan salvar lo que puedan. Empieza entonces el proceso fascinante de regeneración del bosque. Los pequeños alcornoques que, esparcidos bajo los pinos, no podían crecer ahora son los amos del terreno. Cuando cortas un pino no rebrota, pero aquí y allá se ven algunos brotes tiernos. Los leñadores han dejado alguno de los grandes que parece la enseña de la resurrección forestal. Pero estos bosques incipientes sufren muchísimo. Cuando los árboles son pequeños tienen menos fuerza que las zarzas, que lo colonizan todo.

El hayedo resistente
Julià Guillamon
Últimamente las zarzas también sufren y muchas se secan después de florecer. En el espacio libre que dejan los pinos cortados crecen miles de matas de senecio invasor (que aquí es el Senecio pterophorus). Muchos de estos alcornoques no llegaran a mayores.

La acequia sin alisos
Julià Guillamon
Algunas, para sobrevivir, dejan secar ramas. Otros se van mustiando hasta que de un día para otro aparecen resecos como los ramos de los cementerios. Muchos de nosotros pensamos aún en bosques con césped, mariposas, ardillas y un bambi. Somos hombres estáticos: la cabeza florida y el corazón seco.