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miércoles, julio 23, 2025

Educación en Guatemala, un sistema secuestrado

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Metodologías memorísticas, sin vínculo con la realidad contemporánea, ni con las competencias que el mundo actual demanda.

La educación en Guatemala sufrió otro golpe más esta semana. El Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG), liderado por Joviel Acevedo, bloqueó más de 20 puntos clave para exigir otro aumento salarial. El resultado fue el mismo de siempre. Caos vial, ambulancias sin paso, clases suspendidas y una nación secuestrada por intereses sindicales que se disfrazan de justicia social.

El cambio no vendrá de un decreto ni de un escritorio, sino de una voluntad colectiva que diga basta.

Desde hace más de dos décadas, Acevedo ha perfeccionado el arte del chantaje institucional. Gobiernos de todos los colores —de Colom a Giammattei— han cedido ante sus presiones, firmando pactos colectivos multimillonarios sin exigir transparencia, evaluación ni resultados tangibles. Hoy, el gobierno de Bernardo Arévalo enfrenta ese mismo pulso, mientras la ministra de Educación, Anabella Giracca, simplemente se mantuvo “ausente” en el momento más crítico del ciclo escolar. Su silencio fue más que inoportuno; fue políticamente costoso.

Pero el problema va mucho más allá de los bloqueos. Guatemala arrastra un sistema educativo anticuado, centralizado y profundamente desigual. Aunque el Currículum Nacional Base fue actualizado en 2020, y parcialmente revisado en 2025, esos cambios siguen sin aterrizar en el aula. En la práctica, se enseña con metodologías memorísticas, sin vínculo con la realidad contemporánea ni con las competencias que el mundo actual demanda.

Mientras tanto, países como China llevan más de una década formando estudiantes desde la primaria en robótica, pensamiento computacional, resolución de problemas y hasta en idiomas como inglés y ruso. Sus estudiantes salen preparados para competir globalmente. Finlandia, Canadá y Japón también promueven habilidades blandas, inteligencia emocional, creatividad y pensamiento crítico. En cambio, en Guatemala, miles de niños ni siquiera dominan lectura o matemáticas al concluir sexto primaria.

La diferencia es también financiera. Países desarrollados destinan entre 4 % y 6 % de su PIB a educación. Estados Unidos invierte 6.2 %, Reino Unido 6.6 %, Canadá 5.2 %, y Japón 4.1 %. Guatemala apenas destina el 3.18 %, por debajo incluso del promedio latinoamericano. Y de ese presupuesto, más del 85 % se va en salarios —muchos pactados bajo presión—, dejando a un lado la infraestructura, la conectividad, la capacitación y los materiales básicos. La mayor parte de la inversión debería hacerse en los alumnos y su bienestar integral.

El Ministerio ha presentado marcos orientados a competencias, pero sin un plan concreto de implementación ni supervisión real. No hay políticas de formación continua docente, ni una cultura de evaluación profesional que premie el mérito. Tampoco un plan para modernizar el currículo, evaluar al magisterio, asegurar condiciones dignas para enseñar y aprender, a fin de garantizar una inversión educativa proporcional a la urgencia nacional. Mientras tanto, miles de alumnos siguen estudiando sin energía eléctrica, sin internet y sin un docente presente. Así no se construye el futuro.

Este no es solo un nuevo episodio en la historia de Guatemala. Es un llamado urgente a despertar. Porque cuando los niños no tienen clases, cuando los hospitales se paralizan, cuando las carreteras se cierran por caprichos disfrazados de demandas, no estamos frente a una democracia en acción, sino ante un secuestro del bien común.

Guatemala tiene que decidir entre continuar como rehén de una dirigencia sindical cancerosa, que antepone sus intereses mezquinos a la niñez guatemalteca, o apostar por una educación moderna, inclusiva y centrada en el estudiante. Porque mientras se negocian salarios bajo amenazas, millones de niños aprenden —cuando pueden— entre ruinas, esperando una reforma que nunca llega.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli
MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.

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Redacción

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