En una mañana helada, en la escuela El Faro, de Escobar, en el corredor norte bonaerense, una docente de primaria saluda a sus alumnos por su nombre al entrar al aula. Intercambia algunas palabras con una colega en el pasillo y continúa su camino hacia la sala de profesores, donde se respira un ambiente colaborativo. En el patio del nivel inicial, los chicos juegan mientras trepan una palestra y el patio central de la secundaria, otra docente lleva a los chicos a una caminata de 25 minutos por el campus, mientras se prepara para explicarles un tema complejo, para el que quiere a todos concentrados. Y sabe que, según un estudio que se hizo en la misma escuela con científicos del Conicet, apunta que hacer unos minutos de actividad física antes de abordar temas complejos o de gran demanda cognitiva predispone mejor al aprendizaje.
Escenas como esta se volvieron cotidianas en las escuelas de la red Itinere. No es casualidad que justamente esta red de escuelas haya sido elegida como uno de los mejores lugares para trabajar en educación en América Latina.
Ese clima laboral fue uno de los aspectos clave que llevó a la Red Educativa Itínere, integrada por colegios de nivel inicial, primario y secundario en la provincia de Buenos Aires, a convertirse en la primera red de escuelas de América Latina en recibir la certificación internacional Best School to Work. Este reconocimiento, otorgado por la consultora internacional T4 Education, distingue a las instituciones educativas con los mejores entornos para ejercer la docencia. La red está integrada por siete escuelas argentinas y dos uruguayas: los Northfield de Puertos y Nordelta, los Colegios del Faro de Escobar, Benavidez y Puertos, el South Creek School, en Canning y The Global School, de Pablo Nogués, en Argentina. Además de los Northfield de Ciudad de la Costa y Punta del Este, en Uruguay.
La certificación se basa en una evaluación estandarizada y anónima que incluyó a más de 700 miembros de los distintos equipos de trabajo de la red de escuelas. Se analizaron variables como el liderazgo escolar, la colaboración entre colegas, la confianza en la gestión, las oportunidades de desarrollo profesional y la percepción general del bienestar docente. Para acceder a la distinción, las instituciones deben alcanzar resultados sobresalientes en todos los indicadores evaluados.
La mejor escuela para trabajar fue Ekya, JP Nagar, una escuela independiente de preescolar, primaria y secundaria en Bangalore, Karnataka, India, que, según los organizadores del premio, “empodera a sus alumnos para que se conviertan en pensadores innovadores y proactivos en la resolución de problemas mediante un currículo de Design Thinking que integra procesos de diseño centrados en el ser humano y el desarrollo de habilidades, para impulsar a los alumnos a ser pensadores críticos, guiados por la empatía, con la capacidad de resolver desafíos del mundo real e impulsar una transformación positiva en sus comunidades y más allá”, se explica.
De todas formas, se explicó que no se trata de un ranking tradicional, sino de un “sistema de certificación internacional” que evalúa a cada institución según una escala propia. No se publica un listado ordenado ni comparativo entre escuelas. En cambio, lo que hace el programa es aplicar una encuesta estandarizada y anónima al personal docente y no docente. A partir de esa información, se genera un puntaje global para cada institución (sobre un total de 100), que surge de la ponderación de todas las respuestas.
Las escuelas que superan los 78 puntos quedan certificadas como “Best School to Work”, y aquellas que alcanzan niveles más altos reciben menciones adicionales: Silver, Gold o Platinum, según corresponda.
El instrumento de evaluación es el mismo para todas las escuelas participantes, sin importar el país, tamaño o contexto. La evaluación es independiente, y cada grupo educativo accede luego a los resultados desagregados de sus instituciones.
En el caso de esta red educativa, se certificó como grupo y algunas de las escuelas recibieron menciones específicas.
Las autoridades de la red Itinere valoraron este reconocimiento para esta red de escuelas argentinas, y se destacó que tiene un significado muy especial, en un contexto en el que atraer y sostener a los docentes mejor calificados se vuelve cada vez más desafiante. “La docencia es una profesión profundamente humana. Nuestro compromiso es crear espacios donde cada educador pueda desplegar su vocación con libertad, contención y sentido”, explica Darío Álvarez Klar, fundador de la red. “Este reconocimiento valida un modelo de trabajo basado en la escucha, la mejora continua y el protagonismo docente”, agregó.
Álvarez Klar busca convertir las aulas en laboratorios de experimentación. Esta iniciativa permite, en colaboración con profesionales asociados, generar investigación-acción que mejorelas prácticas educativas dentro de la red de colegios.
La Red Itinere lleva varios años implementando herramientas de innovación educativa y evaluación interna como encuestas 360°, procesos de retroalimentación entre pares y espacios participativos de formación. “El objetivo es construir equipos sólidos, con capacidad de autocrítica, pero también con condiciones institucionales que favorezcan el desarrollo y la estabilidad”, explica Álvarez Klar.
En un escenario regional donde muchos sistemas educativos enfrentan dificultades para cubrir los cargos docentes, este reconocimiento adquiere especial relevancia. Diversos estudios señalan que el bienestar del educador no solo impacta en su permanencia en el aula, sino también en la calidad de los aprendizajes y en el clima general de las escuelas.
Maite Marano es docente del Colegio del Faro, del campus Escobar: “Más allá de los resultados, valoro profundamente la instancia de esta encuesta. Me pareció muy valioso que como institución podamos abrir estas puertas que generen estos espacios de escucha, de reflexión, sobre cómo estamos nosotros como empleados y cuáles son nuestras condiciones laborales, cómo nos sentimos cuando desarrollamos nuestras tareas, qué necesitamos para potenciar nuestro bienestar. Poder poner en palabras nuestras vivencias y lo que nosotros percibimos es un paso muy importante”, dijo.
La certificación Best School to Work se enmarca en un movimiento global que busca promover escuelas que, además de enseñar, cuiden, se explicó. Cuiden a quienes aprenden, pero también a quienes enseñan.
Justamente, son varias las experiencias de innovación educativa que se impulsaron desde esta institución, destinadas a mejorar el aprendizaje. Hace un mes se dieron a conocer los resultados de una experiencia de aprendizaje que realizaron los directivos de la red de colegios Itinere, junto a investigadores del Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA) y del Conicet. Entre 2024 y 2025, unos 800 estudiantes secundarios de los Colegios del Faro Escobar y Benavides y los Northfield School de Nordelta y de Puertos, este último de Escobar, participaron de la evaluación. Se les pidió que realizaran actividad física de distinta intensidad por unos 25 minutos y después participaran de una clase que requería un cierto esfuerzo cognitivo. También se realizó una comparación con estudiantes que no habían realizado la actividad previamente. Y los resultados entre los dos grupos fueron dispares. Aquellos que habían participado del ejercicio físico tenían un mejor rendimiento.
Estos datos fueron presentados en la Reunión Anual de la Sociedad Argentina de Investigación en Neurociencias que se realizó en 2024, con el título “Effects of Physical Activity and Novelty on Memory and Creativity in Secondary School Students” (Efectos de la actividad física y la novedad sobre la memoria y la creatividad en estudiantes de secundaria), por los investigadores del Conicet Pedro Benedetti, Alejo Barbuzza y Fabricio Ballarini.
En consecuencia, explica Álvarez Klar, en estas escuelas, el movimiento dejó de ser una actividad acotada a la clase de Educación Física para convertirse en una herramienta pedagógica que atraviesa distintas instancias de la vida escolar. Se impulsa un modelo que propone mover el cuerpo para activar la mente. Esta lógica se traduce en cambios concretos, se explica: el diseño de los espacios debe invitar al movimiento. Se busca promover que los chicos se muevan, exploren, cambien de postura y elijan cómo estar en clase. El mobiliario es móvil y flexible, con opciones como sillas de balanceo, bancos bajos, alfombras, almohadones y sectores para sentarse en el piso. Además, se incorporaron elementos como muros de escalada y escaleras desde el nivel inicial.