El histórico edificio de Rodríguez 459 vuelve a latir como epicentro creativo: desde el lunes 21, Macanudo se convertirá en escenario de dos propuestas bien distintas -y complementarias- del actor, músico y clown?Pancho?Spaccarotella. «Es un espacio hermoso; que se abra a la posibilidad de sala de espectáculos me motiva mucho», confiesa.
Un payaso que defiende la poesía
A las 16?hs, todos los días de la primera semana de vacaciones de invierno, llega Historia para muchos, «el caballito de batalla» que Spaccarotella presenta con su alter ego, el payaso?Yico?Martinelli. El público paga «al sobre», porque la idea es que nadie se quede afuera: «Desde los?3 a los?150?años la pasan bien», afirma. En escena hay máscaras, títeres, música en vivo y una buena porción de improvisación; el protagonista parte en busca de la llave de su corazón por un mundo dividido en colores. El texto -inspirado en Historia para dos de Gustavo López- sirve para reflexionar sobre tolerancia y convivencia, y el final se vuelve «poético», adelanta.
El hecho de estar a solas frente a un auditorio tan impredecible como el infantil no lo intimida; al contrario, lo entusiasma: «Si los chicos no participan, es que algo anda mal. Me gusta exponerme y ver qué pasa; la introducción nunca es la misma». La soltura proviene de dos décadas con la nariz roja puesta -aquellas primeras clases con Pepo Sanzano y compañeros como Eugenio Deoseffe o Javier Lester- y de un camino que combina docencia, música, turismo y teatro entre Río Gallegos, El Calafate y Tandil.
Macanudo, portal interdimensional
Cuando cae la noche, Macanudo cambia de piel: martes y miércoles de ambas semanas de receso, a las 21?hs, se enciende Interdemensional, primer capítulo de un ciclo mensual para adultos. El público ingresa a un edificio deliberadamente cerrado para la ocasión; no hay cena, pero sí atmósfera: «Gran parte de la experiencia es estar en ese espacio fantasmagórico; lo pensamos como un nodo interdimensional donde se cruzan otros planos de la realidad».
Sobre la mesa se mezclan cinco artistas y tres relatos: un cuento de Eduardo Galeano, un texto de Gustavo López sobre vidas pasadas y El vendedor de serpientes, «la más simpática y tétrica al mismo tiempo». La referencia a series como Stranger Things o Dark propone un formato que, advierte Spaccarotella, «no es ir al teatro, es una performance que respira con cada sala».
El clown como refugio
Mirar hacia atrás permite entender el presente: «Hubo una generación muy fuerte de payasos y clowns en Tandil; se notaba en la respuesta del público y en cómo crecimos todos. El circo salió de las penumbras y ocupó un lugar visible». Para el artista, el clown es «un refugio para uno mismo: no se trata de hacer de alguien, sos vos, pelado, riéndote de tus propias cosas y usando eso para generar lo inesperado».
Un edificio que late con la ciudad
«La gente lo quiere, tiene muchos recuerdos. Que un lugar así, en pleno centro, se brinde para esta movida y ponga todo a disposición es un montón». Esa alianza entre artista y espacio promete crecer: los próximos capítulos nocturnos ahondarán en la historia del edificio y su vínculo con la ciudad, alimentando el circuito independiente que, a fuerza de creatividad, vuelve a oxigenar la cultura tandilense.
De día o de noche, con payasos o con portales, Macanudo reafirma su rol de faro cultural; y Pancho Spaccarotella, desde el escenario, invita a que Tandil cruce la puerta y se atreva a la aventura.