El historiador Paul Braudel deca que mirar el pasado es una buena oportunidad para no cometer los mismos errores en el futuro. Nuestros pases, Argentina y Brasil, en este presente estn condicionados por sus diferentes miradas polticas (en su mayora opuestas). Llevamos dos gobiernos, ocho aos, haciendo lo mismo, ser la manifestacin ms clara de haber perdido el rumbo en la poltica de Estado?
Las coincidencias no se lucen y los focos mediticos iluminan con frecuencia las divergencias. Naturalmente el contexto internacional no ayuda, porque se caracteriza por la fragmentacin y la conflictividad que se manifiestan en guerras entre pases y nuevas alianzas a nivel mundial. El multilateralismo va mutando a un «personalismo presidencial extremo», sin los contrapesos y equilibrios necesarios y tambin lleno de incertidumbres. Se agrega un lenguaje poltico cambiante y procaz por algoritmos de las redes invisibles como signo de comunicacin de nuestro tiempo. A pesar de ello, siempre hay que tener en cuenta que los vecinos estn obligados a encontrarse y ello no lo determinan las ideas sino la geografa. Si no es la poltica, es la msica, la literatura, la poesa, los artistas, los paisajes, los mares, las montaas, la selva, los deportes, las empresas y las admiraciones recprocas.
Hace por lo menos dos perodos presidenciales que los residentes de Argentina y Brasil no se han reunido bilateralmente, ni celebrado la amistad entre ambos pases. Los encuentros son fros y carecen de naturalidad. Las placas fotogrficas son la representacin gestual de la falta de afinidad. Siendo gobiernos de distintos signos polticos all queda la foto para que el pblico pueda sacar sus conclusiones.
En otros tiempos, poder entenderse con quien piensa distinto era valioso. Ahora parece innecesario o tal vez intil. As se explica la falta de dilogo y la falta de inters en conversar aunque sea para conocer el pensamiento ajeno. Que adems merece respeto y consideracin.
Es necesario tener el mismo signo poltico o las mismas ideas para que ambos pases tengan relaciones normales? Hasta dnde llegan los compromisos? Tienen que tener affectio societatis? Es imaginable pensar distinto y entenderse en funcin del inters recproco tanto nacional como regional? Hay reglas no escritas que hacen a la costumbre internacional de buenas prcticas polticas entre socios y vecinos? Hay un tratado de Asuncin de 1991 refrendado por los parlamentos de nuestros pases? Los parlamentos tienen la misin de hacer valer los intereses que ellos mismos han aprobado: por qu no debatirlos? Salir del Mercosur no es una facultad exclusiva del Poder Ejecutivo. De qu sirven las amenazas? A quines van dirigidos esos mensajes?
Qu rol juega la sociedad civil y que posibilidades tiene de influir en intereses comunes? Si Donald Trump le aplica aranceles mayores a Brasil, qu actitud debe tomar Argentina? Por otro lado, Argentina pretende tener excepciones al arancel externo en comn para un universo de productos con Estados Unidos y para ello necesita el acuerdo de los socios del Mercosur.
Lo paradjico de la situacin es que se trata de cuestiones comerciales que en el fondo tienen una profunda raz poltica. Las relaciones entre nuestros pases fueron definidas fundamentalmente por estadistas que incluyeron a los tcnicos para su elaboracin. Los cambios en lo global y lo regional no han encontrado an el nuevo camino a seguir ni la masa crtica necesaria para un aggiornamiento. Para ello hay que procurar un mejor clima bilateral y tener una discusin o debate amplio que ponga las convergencias por sobre las divergencias en una estrategia comn consensuada. El presidencialismo extremo evita estos propsitos. Si en el futuro nos aguarda un acuerdo con la Unin Europea, con el EFTA y con Estados Unidos podemos decir que hemos avanzado positivamente. Los hechos superan a las palabras y la realidad a las afinidades.
