“Las cosas por limpiar” se convirtió en un fenómeno de audiencia y emoción. Inspirada en hechos reales, retrata con crudeza y sensibilidad la lucha de una madre por sobrevivir en un sistema hostil.
Con una narrativa conmovedora y una actuación que toca fibras profundas, Las cosas por limpiar se consolidó como una de las series más vistas de Netflix desde su estreno. Basada en la autobiografía best seller Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive, escrita por Stephanie Land, la ficción de diez capítulos pone el foco en la dura vida de Alex, una joven madre soltera que intenta salir adelante en medio de la violencia doméstica, la pobreza extrema y un sistema que no siempre protege.
Interpretada por Margaret Qualley, la protagonista atraviesa una verdadera odisea tras separarse de su pareja abusiva (Nick Robinson). Sin un techo donde dormir y con su pequeña hija a cuestas, acepta un trabajo como empleada doméstica por 9 dólares la hora, sin derechos laborales, obra social ni certezas. Su objetivo: mantener la custodia de su hija y darle una vida digna, aun cuando todo parece estar en su contra.

Narrada con una mezcla de realismo crudo y momentos de humor, la serie expone la lucha silenciosa que viven miles de mujeres en situación de vulnerabilidad. Lejos de caer en el melodrama, ofrece una mirada honesta, empática y potente sobre la resiliencia y el amor maternal.
En su momento, la producción fue un verdadero boom del boca a boca. Tras su estreno en octubre de 2021, permaneció trece semanas en el ranking de lo más visto a nivel mundial en la plataforma, acumulando más de 655 millones de horas vistas. Hoy, con su reaparición en tendencias, vuelve a ganar protagonismo y nuevas audiencias.
La historia detrás de la ficción es tan impactante como la trama en pantalla. Stephanie Land quedó embarazada a los 28 años de una pareja que ejercía violencia psicológica. Intentó refugiarse en casa de su padre, pero se encontró con la misma situación. Fue entonces cuando decidió acudir a un refugio para personas en situación de calle y comenzar de cero.

El camino fue duro: recurrió a cupones de alimentos, subsidios estatales y ayuda comunitaria. Consiguió trabajos de limpieza mal pagos y con jornadas agotadoras, pero aun así logró reunir dinero para alquilar un departamento y comenzar una nueva etapa. Su historia inspiró a millones y encontró eco en una serie que, más allá de su trama, se convirtió en símbolo de supervivencia y empoderamiento.