Sucedió en pleno Mundial Sudáfrica 2010: GENTE viajó a La Rioja capital durante la previa al 3 de julio en el que Carlos Saúl Menem cumpliera ocho décadas, para compartir el día junto a él en su flamante casa y recorrer su hipnótica existencia, conformada por dos periodos presidenciables (1989-1999) y una historia que las nuevas generaciones empiezan a descubrir ahora a partir de la serie dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Leonardo Sbaraglia que acaba de estrenar Amazon Prime Video.
¿El resultado? Una extensa entrevista el tiempo convirtió en la última de las decenas que el abogado y político fallecido el 14 de febrero de 2021 concediera a nuestro medio, y ahora reproducimos sin modificar tiempos verbales (a lo sumo añadiendo algunas aclaraciones imprescindibles), para que no pierda la frescura…
«MIS HIJOS DEBERÁN TRABAJAR, SI NO NO COMERÁN. ES LO QUE OCURRIÓ CONMIGO. YO FUI CAMIONERO JUNTO A MI PADRE. LO MÍO FUE TODO A PULMÓN»

«Aquí me encuentro cómodo -nos contaba de entrada en aquel reportaje-: estoy lejos del ruido, que tanto tiempo me acompañó, y sin escaleras que subir, como abundan en mi casa de Belgrano. Si me preguntara en qué momento me siento una persona de 80 años, le respondería que al subir escaleras. Me cuesta. Digamos que soy un hombre con el entusiasmo y el intelecto de los 59 años, cuando asumí mi primera Presidencia, pero dentro de un cuerpo de 80”, resume Carlos Menem (hijo de Mohibe y Saul, abogado) observando el tibio y rosado atardecer a través de una ventana de La Rosadita II, el hogar que desde 2004 habita en el Golf Club La Rioja.
“¡Miren que paraíso!”, acompañan sus ojos verdes los 19 hoyos anclados frente al cerro de la Cruz. Hasta que detiene la mirada en los viñedos que le pertenecen, igual que los árboles de mandarinas, duraznos, peras y naranjas. Entonces baja el volumen del televisor de 39 pulgadas, donde suena Carlos Gardel, el jueves 24 de junio en que se cumple el 75º aniversario de su muerte. “… El primer recuerdo de mi existencia –sorprende–. Mi prima me mando a comprar El alma que canta, una revista de letras de tangos. Me impacto la foto del avión caído en Medellin. La imagen jamás se me borró. Carlitos Gardel cada día canta mejor”, apuesta antes de pedirle a su incansable jefe de custodia, Raúl García, “un par de cafés y algo rico que comer”, puntualiza.

–¿Como observa su vida desde los 80, doctor?
–Siempre miro hacia adelante. No suelo usar demasiado el espejo retrovisor.
-Pero deben existir una columna del debe y una del haber. ¿Coincide?
–Yo, que jamás fui tan feliz como con el advenimiento de mis hijos, perdí a uno en un accidente. Y no hay peor tristeza. Se abre una cicatriz que nunca cierra. Como entienden los árabes: “La sangre no se vuelve agua”. Ciertas cuentas pesan más. Cambiaría todo por tenerlo a Carlitos junior otra vez conmigo. Por el otro lado, mi carrera política fue exitosa. Haber llegado a gobernador de mi provincia durante tres periodos y a Presidente de la Nación a lo largo de diez años y seis meses, no resulta poca cosa. Amén lo que se pueda decir…
–¿Habla, por ejemplo, de la “corrupción”, palabra de uso frecuente a partir de sus periodos?
–Que me lo demuestren. Nadie pudo hacerlo porque prácticamente no hubo. No voy a negar que por ahÍ alguna cosa pudo suceder… Hace quince dÍas leÍa a un filósofo que hablaba sobre el tema y sostenía que no conoce gobernante en el planeta que no haya tenido que soportar algún acto de corrupción de sus colaboradores. Mire ahora el tema de Sarkozy, en Francia, de Berlusconi, en Italia, de ciertas personas que rodean a Obama.
–¿Tiene remordimiento por alguna medida que tomo como Presidente?
–Nunca perjudiqué a nadie conscientemente. Si lo hice, no fue a propósito.
–¿Carlos Menem jefe, enojado, era bravo?
–Cuando las cosas no se hacían bien, era rígido, enérgico, celoso y, de ser necesario, castigador. No obstante, aprendi a vivir sin poder.

–¿También aprendió algún chiste de Cristina Fernández?
–Sería una falta de respeto a la Presidenta. Mejor le cuento uno mío: “Dicen que me morí y San Pedro le ordeno al Diablo: ‘Llevátelo vos’. A las semanas, el Diablo regresó. ‘Desde que llegó este tipo al Infierno nadie trabaja, los demonios apagaron la caldera, se la pasan cantando una marcha, no lo soporto. Te lo devuelvo’, protestó. Yo acepto el cambio, y le pido a San Pedro hablar con Dios. ‘Tiene que esperar’, me responde. En determinado momento me busca y no me encuentra. Hasta que oye gritos en el despacho de Dios. Entra y escucha al Señor, ya harto: ‘Puedo aceptar que te quedes, ¡pero de ninguna amanera seré el vice de la formula Menem-Dios!, eh”’ (risas).
–Perdón, ¿planea regresar a la arena política?
–Sí. En 2011 voy a candidatearme de nuevo a presidente. Soy una especie de Loco Gatti de la política. Nunca me daré por retirado. Un político de raza desconoce la palabra «retiro».
–Cuidado que la arena politica del nuevo milenio parece la arena romana…
–Aprendí a recibir golpes. Soy del estilo Nicolino Locche. Esquivo y no ataco. De Jesús aprendi a poner la otra mejilla.
–Imagine que los estudiantes del futuro lo lean en una enciclopedia: ¿Cree que se tocaran las partes, como varios reaccionan al nombrarlo, o que se sonreirán?
–Si se cuenta la verdadera historia, valoraran cómo un hombre sencillo llegó a convertirse en mandatario luego de sufrir persecuciones, la cárcel, de defender la libertad.
–¿Dejará una herencia que le permita a sus futuras generaciones vivir tranquilos?
–Ninguna. Mis hijos deberán trabajar, si no no comeran. Es lo que ocurrió conmigo. Yo fui camionero junto a mi padre. Lo mío fue todo a pulmón.
«MI MATRIMONIO CON CECILIA BOLOCCO NO FUE UN ERROR. SI HAY EQUIVOCACIONES, DEBEN ASUMIRSE… LO QUE HAY QUE DETERMINAR ES QUIÉN LAS COMETIÓ»

Cuenta -continuaba aquella nota de Revista GENTE- que se levanta entre las 7:30 y las 8 AM, un hábito “de mis épocas de gobierno, cuando dedicaba dieciséis horas a las tareas laborales, cuatro al esparcimiento y el resto a descansar. Sólo Bernardo Neustadt dormía menos que yo”, bromea. Desayuna mate con edulcorante, trocitos de queso y galletas, lee Ámbito Financiero y el extracto de los diarios que le prepara su ayudante Matías Troncoso. También pone Canal 26 “pese a que mi prioridad actual se llama Sudáfrica 2010. Sintonizo el 611 y el 618 (de DirecTV) y disfruto los partidos. Es mi Mundial numero diecinueve. Calcule que nací el 2 de julio de 1930, año en que se jugo la primera Copa, en el Uruguay”, señala.
“Suelo conectarme a Internet desde mi PC. Me gusta indagar, contestar mails”, agrega. “La computadora es el mayor adelanto contemporáneo. Nosotros trajimos al país la fibra óptica, y nadie lo menciona. A uno lo han demonizado …”, pasa factura mientras repasa un textito en su moderno Nokia N95 plateado, cuyo número cambia seguido y cuyos mensajitos no suele contestar. “Prefiero hablar”, explica. “Mi hobby es coleccionar fotos y leer. Además, preparo una autobiografía, que se sumará a mis anteriores cuatro libros, uno del Mercosur. Porque, pese a que nadie lo resalte, también soy uno de los fundadores del Mercosur”, alimenta reproches mientras le hinca el diente a un pastelito dietético.
«Ando bien de salud –detalla–. Me cuido. Como poco, legumbres, verduras, casi no pruebo carne. Nada con azúcar ni sal. Desde los 20 años peso 68 kilos y mido 1,70. ¿Mis lujos? Media copa de vino al almuerzo y media en la cena. ¿Remedios? Vitaminas que me levantan el estado de ánimo, aunque no soy depresivo”, aclara.

–Disculpe, ¿le sienta bien la soledad?
–Me estoy acostumbrando. El otro día salí de padrino de casamiento de una amiga. “Se volvió a casar Carlos Menem”, círculó la noticia. Error, le huyo al no hay dos sin tres.
–¿Pasó a cuarteles de invierno? ¿No le interesa comenzar otra relación?
–Ya no, así estoy bien.
–Se comenta que fue uno de los presidentes con mas novias de la ultima centuria…
–¿Quiénes lo comentan?
–Quienes lo conocen. ¿Perón tuvo más mujeres en épocas de gestión?
–Después de Evita yo no conozco que Juan Domingo haya tenido otra mujer, salvo Isabel Martínez.
–Conclusión, usted tuvo más novias
–(Risas).
–Más que De la Rua, sin dudarlo.
–(Carcajada). ¿Le parece? Bueno, no tan sólo durante mi gobierno: antes y después también tuve novias, mujeres, eh.

–Mujeres, ¿una de sus grandes debilidades, cierto?
–Junto a la política y el deporte. No negaré mis antecedentes. De lo contrario, estaría saltando para el otro lado, cosa que nunca se me ocurrió. Porque ahora hay otra forma de vida: el matrimonio de homosexuales. Se puede compartir o no.
–¿Comparte o no?
–Cada cual es dueño de hacer lo que quiera con su cuerpo, pero no comparto lo del matrimonio gay.
-Respecto a su cuerpo, ¿se retiro de las andanzas sexuales?
–De ninguna manera. Hace poco escuché una nota a un hombre centenario. Afirmaba que la gente se admiraba por su energía para el sexo, y explicaba que era fruto de vivir con alegría. Yo, le aseguro: al margen de algunos episodios, hoy vivo con alegría (risas).
–¿Quizá más aún desde que se creó el Viagra?
–¿Viagra? No, yo no tomo eso… Aunque ha sido un buen invento (risas).
–¿Se tiño alguna vez?
–Admito que alguna vez, pero ya no.
–¿Y volvió a picarlo una avispa, hubo reincidencia?
–Mi escasa cantidad de arrugas son fruto de mi genética (carcajada).

–Igual que sus hijos. ¿Los ve seguido?
–Quisiera verlos mas. Sucede que cada cual tiene las obligaciones normales.
–Con su nieta Antonella y su biznieto Dylan, ¿se habla?
–No hay relación. Mi relación es con mis hijos Zulemita, Carlos Nair y Máximo.
–Máximo al margen, ¿fue un error, Cecilia Bolocco, su segunda esposa después de Zulema Yoma?
–Error, no. La vida tiene sus compromisos. Si hay equivocaciones, deben asumirse…. Lo que hay que determinar es quien las cometió. Prefiero mirar a mi hijo, un acierto de esa relación. Si bien cuando recuerdo a Carlitos me asoman las lágrimas, escuchar la voz de Maxi en el teléfono no deja de emocionarme. “¿Cómo estái, papa?”, me saluda en chileno. Va a visitarme luego de este cumpleaños 80 que me organizará Zulemita. Habla inglés, igual que Luca, mi nieto.
–Luca, el sobrino de Máximo.
–Exacto. La vez pasada Maxi me increpó: “¿Qué es Zulemita para mí?” “Tu hermana”, le contesté. “¿Carlos Nariz (por Nair)?” “Tu hermano”. “¿Y Luca?” “Sobrino tuyo”. Me miró y remato: “¡Qué lío armaste, papá!” (se tienta).

–¿Hasta qué edad planea vivir, doctor?
–Hasta que Dios decida.
–¿Le teme a la muerte?
–A Dios, no a la muerte.
–¿Entonces nos esperara en 2020, a los 90, para volver a entrevistarlo?
–O en 2030, a los 100. Sabe qué frase supe acuñar, ¿no?
–¿“Nadie se muere en la vispera”?
–Usted lo dijo.
Fotos: Archivo Atlántida