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lunes, julio 21, 2025

Gabriela Ricardes: «El kirchnerismo causó un daño tremendo a las instituciones culturales»

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El toque femenino se advierte al entrar al despacho de la ministra de Cultura de la Ciudad, Gabriela Ricardes. Hay un cuidado en la estética y el orden. Nada es pomposo. Hay detalles propios que la funcionaria trajo de su casa: una foto de Jorge Luis Borges en blanco y negro, parado con su bastón en la puerta de la sede de la sede de la Biblioteca Nacional, en calle México 564 y un cartel escrito en tinta: “Toque timbre y espere”. Sobre un mueble, una tetera con unas pequeñas tacitas de porcelana. La alfombra blanca y mullida es quizá lo que más se destaca.

Ricardes es una funcionaria con una larga carrera. Esta mujer, que se hace tiempo para ir de una inauguración a una entrega de premios, de una reunión con directores de museos a una recorrida con vecinos, tiene bajo su órbita 106 instituciones culturales para gestionar. Pero antes de llegar al ministerio transitó el Parakultural y el circo. Se trepó a los zancos circenses y fue actriz. Y luego, directora del Centro Cultural San Martín. Estuvo en la esfera nacional, gestionando junto con Hernán Lombardi, hoy ministro de Desarrollo Económico del gobierno porteño, el entonces CCK –hoy Palacio Libertad– y Tecnópolis, además de los medios públicos.

Procura, a lo largo de la entrevista con Clarín, ser diplomática y precisa cuando se refiere a las alianzas que forja en pos de los recursos que precisa para gestionar, tanto como las que no forja con el Gobierno nacional o con el de la provincia de Buenos Aires. Va a lo suyo: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Es verborrágica y entusiasta para hablar del camino recorrido en su actual gestión y lo que quiere hacer a futuro. Pero, por mucho que esquive la pregunta, Buenos Aires no es una isla separada del país, aunque la oferta cultural sea, por lejos, mejor que en otras provincias. Por eso, ante la insistencia, aceptará que Buenos Aires “no escapa a los problemas de la coyuntura del país”.

Agregará: “No escapamos a las generales de la ley. Este es un país todavía frágil, caro y desde la ciudad no podemos resolver las cuestiones más macro (económicas), pero sí incidir en las que son más micro. Por eso trabajamos fuerte en la valorización de lo que la ciudad culturalmente tiene para brindar a sus ciudadanos. Eso hace que la cultura no sea un área más dentro de la ciudad, sino que sea sustancial, donde la gente está tan acostumbrada a sus consumos y, a veces, hay que volver a ponerlos en la mesa para mostrarlos”.

Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández.
Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández.

Interesante ese punto en su narrativa, porque es cierto que los habitante de Buenos Aires naturalizan la calidad de las propuestas artísticas públicas, pero hay que considerar que también pueden perderse en un contexto de crisis. Subraya Ricardes: “La gente está habituada a que las cosas sucedan, pero nunca hay que dar nada por sentado nada. Tenemos que volver a hablar de eso”.

Antes de concluir la extensa charla con Clarín, la ministra suelta dos anuncios, de esos que nos quedamos rumiando si serán o no el título de la entrevista. El primero: la actual Casa de la Cultura (avenida de Mayo 575, que fue sede del diario La Prensa expropiado por Juan Perón en 1951), donde actualmente funciona el ministerio y algunas áreas puntuales, abrirá al público ese maravilloso exponente histórico. Será un centro cultural en un lugar clave de la Ciudad a partir de la segunda quincena de agosto.

Pudimos recorrer parte de las instalaciones restauradas y dispone de un café, El Periódico, que ya funciona. Los visitantes podrán conocer el patio que se abrirá a la música, el pasaje de carruajes que se extenderá hasta la calle Rivadavia y será transitable como lo es hoy el del Teatro Colón. La inauguración está prevista para la última semana de agosto.

El segundo anuncio fue que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tendrá su propia política cinematográfica. Sobre este punto volveremos más adelante. Una parte de este proyecto se llevará adelante con el ministerio de Desarrollo Económico. Esta fue la charla que sostuvimos con la ministra Ricardes.

Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández.Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández.

–Tenés experiencia en cosas muy diversas. ¿Cuál es el mecanismo que opera en tu trabajo? ¿Pensar cómo distribuir el presupuesto que te asignan o salir a buscar el dinero para lo que proyectás?

–Son las dos cosas. El dinero es uno solo. Nunca creemos que algo es así porque sí. A partir de ahí se decide cómo se gasta sin que baje la calidad de la oferta cultural ni el servicio a los ciudadanos. En definitiva esto es lo único que nos va a regir. Lo que me motiva como funcionaria pública es ser servidora pública. Por eso, en estas dos formas de financiamiento de la cultura hay que ver si los recursos tienen el destino que tiene que tener para impactar en la vida ciudadana. Cuando uno gestiona cultura, gestiona programas, espacios, hacedores culturales, generación de contenidos, acciones, formación de públicos y formación artística. Pero, sobre todo, manejás un enorme capital simbólico. Y en ese capital simbólico se gestiona la formación de ciudadanía. Estamos convencidos de que una vida cultural plena forma mejores ciudadanos. A veces hay cosas que necesitan un presupuesto extra y tenemos que salir a buscar socios o nuevos presupuestos. A veces es el Jefe de Gobierno quien nos provee esos recursos, y a veces son privados, con los que tenemos diálogo. Por ejemplo, a través del programa de mecenazgo, que tiene una mejor ley ahora y permite que el privado pase a formar parte de ese ecosistema cultural de lo público. A veces nuestros socios son terceros: asociaciones, fundaciones o personas físicas o jurídicas con recursos y que se nos acercan. Nuestra ciudad tiene un patrimonio increíble y somos los guardianes de ese patrimonio

–¿De qué manera articula el Ministerio con su fuerza política para resolver problemas concretos? Por ejemplo, la jubilación de los bailarines del Colón.

–El ejemplo es perfecto. Es verdad, esa es una deuda que tiene el sistema jubilatorio nacional con los bailarines del Colón desde que la ciudad es autónoma y su caja es el ANSES. Es una solución que tiene que dar el Gobierno nacional. Ahora ¿cuál es nuestro compromiso y lo estamos trabajando con Julio Bocca y con Gerardo Grieco? Entendemos que esto es una necesidad e hicimos todas las demandas necesarias como espacio político y como ministerio. Lo que reclamamos es que sea atendido como una prioridad por el ANSES. Sabemos que es una problemática muy chica para ese organismo. Entonces, mientras esperamos esa resolución, estamos armando otras posibilidades que nos facilita la Ley Bases. Podríamos tener un Fondo Compensatorio, un retiro voluntario específico, y estamos trabajando una ley para llevar a la Legislatura y entendemos que no será un problema que sea apoyada por todos los bloques. Mientras tanto, los bailarines jóvenes, que son los que Julio Bocca necesita, ingresan en mejores condiciones laborales, con un salario que no sea de monotributista, que tengan su aguinaldo, su obra social y su jubilación. Y tenemos una mesa jubilatoria con los bailarines para este nuevo proyecto de ley que vamos a presentar en la Legislatura. En el final del segundo semestre o principios del año próximo tendremos listo el proyecto.

–¿Cómo podría explotar Buenos Aires su riqueza patrimonial a través de la producción audiovisual siendo este país tan caro?

–(Se ríe) Voy a tener que spoilear… Es cierto que el Incaa está produciendo muchas menos películas. Pero, para que quede clara mi posición, el kirchnerismo causó un daño tremendo a las instituciones culturales. Todos tenemos que ver eso, para saber lo que no hay que hacer. Y también para tener cuidado con algunas cosas, para no cometer errores. Como Ciudad de Buenos Aires nosotros creemos que la industria audiovisual es uno de los motores de creación y de desarrollo, y de generación de empleo, de manera muy fuerte. Dentro de la cultura audiovisual, el Ministerio de Desarrollo Económico junto con el Ministerio de Cultura vamos a llevar adelante el Cash Rebate, que significa que hasta cierto monto invertido en la producción audiovisual en la ciudad, se te devuelve. Este es uno de los dispositivos. Pero además, la ciudad es un enorme escenario de películas y un set de filmaciones. De este ministerio dependen BASet, que sería la Buenos Aires Film Commission, además del Festival de Cine Independiente Bafici. Nos dimos cuenta de que tenemos muchas políticas vinculada al cine. Por ejemplo tenemos 9 salas de cine: La Lugones, el Teatro 25 de mayo, Mataderos, el Museo del Cine, Recoleta, etc. Además, el Bafici se convirtió en 26 años en una referencia de creación cinematográfica a nivel internacional. Nuestro Museo del Cine, en un país que no tiene todavía Cinemateca Nacional, preserva 9.000 films en diferentes soportes…La única película que se presentó en el Festival de Cannes este año en la Sección Cannes Classics fue Más allá del olvido, de Hugo del Carril que se restauró con el apoyo de Mecenazgo de la Ciudad, más un patrimonio documental. Ahora creemos que podemos trabajar más fuerte con el cine argentino con base en la ciudad. Estamos lanzando en un tiempo más o menos próximo una nueva línea económica de subsidio a la industria cinematográfica y un programa que va a unificar la creación y la producción, también la política de estrenos y difusión, porque es un gran problema el estrenos de films argentinos. El cine tiene una componente cultural muy importante, además de ser una industria muy amplia. Nosotros decimos que el cine cuenta pero también construye nuestra identidad como ciudad. Uno ve la Ciudad de Buenos Aires reflejada en muchas películas, y nos decimos que no podemos dejarlo librado solo a aquellos que ya están consagrados y que la industria va a acompañar. Hay mucho talento concentrado en la ciudad, de modo que decidimos poner todo esto en red para tener una política cinematográfica de la Ciudad de Buenos Aires. Cada vez son más los acuerdos ciudad–ciudad porque las ciudades tienen incentivos para desarrollar y filmar su ciudad tantas veces como quieran. Ya estamos conectados con 25 Film Commissions del mundo pero en ciudades, no en países. Tenemos con varias ciudades de España que tiene producciones fuertísimas. Una parte del Cash Rebate lo vamos a hacer con Desarrollo Económico. Apostamos a que la Ciudad de Buenos Aires no solo sea escenario, sino como protagonista. Porque las líneas de subsidio tienden a trabajar sobre la ciudad, sus costumbres, su identidad. Lo vamos a anunciar en unas semanas, pero el hecho es que vamos a tener una política cinematográfica.

–En la última elección legislativa porteña el PRO, tu fuerza política, salió tercero. Los ministerios deben preguntarse qué parte de responsabilidad tuvieron en ese resultado. ¿Qué impacto pensás que tuvo Cultura en ese resultado?

–La ciudadanía, según las encuestas, aprecia muchísimo la oferta pública de la Ciudad de Buenos Aires. Es verdad que la oferta es muy variada: pública, privada e independiente. Es un ecosistema cultural que dialoga y funciona muy bien. Lo que encontramos en el último año es una demanda muchísimo más alta a nuestros efectores (N. de la R: hacedores culturales). Consideramos que, en un momento en que la crisis impacta en el bolsillo del porteño, que tiene un hábito de consumo cultural, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires brinda una oferta de calidad y accesible, que se hace muy atractiva y muy necesaria. Por eso, durante todo el año pasado, hicimos un aggiornamiento enorme de nuestra red de bibliotecas con una compra muy grande de libros, sobre todo de novedades editoriales. ¿Por qué? Porque hoy un libro es caro para un lector asiduo. Este último año duplicamos la cantidad de suscriptores a las bibliotecas públicas. Además, introdujimos el gran dispositivo que no deja de sorprendernos y fue la creación de la Biblioteca Digital que el último mes sumó 40 mil nuevos usuarios a los 150 mil que ya tenía. La Borges, como la llamamos, ha venido a democratizar realmente el acceso al libro. Pero además las bibliotecas son hoy espacios más generales, donde vas a escuchar una charla o a hacer networking. El otro enorme consumo fueron nuestros talleres en los espacios culturales barriales y en el programa cultural en barrios que cumplió 40 años el año pasado. Teníamos muchísimas listas de espera. Tuvimos que ampliar la oferta. Lo mismo nos pasa en los teatros y otros establecimientos culturales. Estamos rozando un 98% de ocupación en todo por los espacios. Eso significa que hay una necesidad de actividad cultural, de acción cultural y artística que la Ciudad de Buenos Aires brinda, con precios accesibles, porque no todas las actividades son gratuitas. No estamos descubriendo ahora que tenemos que cobrar la entrada a los museos a los extranjeros porque lo hacemos hace mucho tiempo. Las entradas al teatro no las regalamos, pero están subsidiadas y son accesibles. Entendemos que el porteño no resigna su ADN en una ciudad cultural global, donde el acceso al arte y a la cultura no es algo que viene como un agregado, sino que es parte intrínseca de su vida cotidiana.

Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires en su despacho. Foto: Emmanuel Fernández.Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires en su despacho. Foto: Emmanuel Fernández.

–Hace unos meses, durante la Feria del Libro, el Jefe de Gobierno dijo que medio millón de personas en la Ciudad hizo por lo menos un consumo cultural público. ¿Qué pasa con el resto?

–Puede haber de todo. Por ejemplo, en nuestros talleres nos encontramos con que en la primera inscripción nos quedamos sin vacantes. Esto no sucedía. Un taller extraescolar tiene un costo que no todo el mundo puede asumir en este momento. Nuestras cifras de ocupación en nuestros teatros no baja y la entrada es paga. En el teatro comercial sí hubo una merma. La gente no deja de ir al teatro pero ve menos cosas. Queremos que nuestra cartelera sea complementaria y dialogue con todo el ecosistema público, privado e independiente.

–¿Cómo se equilibra la oferta cultural en los barrios de la ciudad?

–Toda el área de subsidios y transferencia de fondos que tiene la ciudad –Mecenazgo, ProTetro, ProDanza, etc.– se pondera de manera diferente en la evaluación, sobre todo cuando son proyectos que van hacia barrios donde hay menos efectores. Es un incentivo que tenemos para llevar la oferta cultural allí donde todavía no está tan instalada. Pero además queremos trabajar con la red de lo que funciona en cada barrio, colaborar con los hacedores culturales que están. En Villa Ortúzar, la librería que abrió en una esquina del barrio quiere desarrollar un proyecto de un festival literario, y vamos a colaborar. No vamos a instalarnos ahí, pero ayudaremos a que esto florezca y con otros recursos. Es importante ver quiénes son esos articuladores barriales que también empiezan a funcionar y ver cómo llevamos por ejemplo la noche de las librerías e incorporamos otros circuitos. Con Desarrollo Económico estamos trabajando en una programación de librerías, por fuera de avenida Corrientes, para que también tengan talleres y charlas. Esto implica un trabajo de explorador urbano, ¿no? Ir descubriendo qué cosas hay para revalorizar, como hicimos ahora el trabajo de revalorización de los cascos históricos de los barrios. Porque el concepto de casco histórico estaba muy remitido a San Telmo, pero también están el caso histórico de Flores que es increíble, el de Agronomía con su fisonomía hicimos Pompeya, y son espacios fundacionales que junto con el bar del barrio más el emprendimiento cultural próximo van formando circuito con guías que es la misma gente del barrio que les da visibilidad. Y fomentamos otro atractivo para el turismo, porque hay muchos circuitos saturados. Ahora es un momento difícil para el turismo, porque somos un país caro, entonces estamos trabajando con el Ente de Turismo y con Desarrollo Económico para potenciar el sector con el público porteño y con el bonaerense que consume mucha cultura en la Ciudad de Buenos Aires. Hay que estar también a la altura de esa avidez del público, de ese deseo de conocer, de explorar, de involucrarse. Eso es propio de la sociedad de Buenos Aires a la que también le gusta vivir experiencias comunitarias como la de la Noche de los Museos, en la que se reúnen hasta las dos de la madrugada más de 1,1 millón de personas. Y sin un solo incidente. Esas experiencias virtuosas nos hacen mejores ciudadanos.

–Cuando asumiste, ¿dónde hacía más falta la presencia del Ministerio de Cultura?

–Tengo la suerte de que al Jefe de Gobierno le interese mucho el área y eso no es menor. Encontramos, por un lado, algunos programas que se repetían, falta de transversalidad desde la mirada del Ministerio, deficiencias edilicias pequeñas, medianas y grandes. Había cosas de funcionamiento de cosas pequeñas a obras más importantes, como la que estamos encarando ahora en el Centro Cultural San Martín, en este edificio del diario La Prensa, en el Laboratorio del Museo del Cine. Sobre lo que hice más hincapié desde que llegué fue en transversalizar las áreas. Uno puede mirar el Colón o mirar el Centro Cultural barrial y todos están incluidos en esas directrices.

–¿Articulás alguna acción o programa con la Secretaría de Cultura de la Nación, que es más afín políticamente que el gobierno de la provincia de Buenos Aires?

–Con el área de Cultura bonaerense no hay ningún diálogo y tampoco ellos tienen políticas culturales muy claras o definidas. Sí han realizado algunas cosas en verano en Mar del Plata, pero no tenemos ninguna línea de acción común. Con el Gobierno nacional nos encontramos en momentos muy diferentes de las dos gestiones. Como decía antes, la Ciudad ha sido gestionada ordenadamente hace mucho tiempo, hay discusiones que ya hemos dejado de lado, como cuando decían durante el gobierno de Mauricio Macri que íbamos a privatizar el San Martín. No fue así. Queremos que la plata llegue donde tiene que llegar. Hay discusiones hoy saldadas y somos un espacio que puede reivindicar su política cultural después de tanto tiempo. Es diferente a lo que le pasa al Gobierno nacional que encontró otros desmadres y situaciones complicadas. Tenemos buen diálogo y muy buena relación con la Secretaría de Cultura de la Nación, pero es difícil a veces encontrar programas en común. Por supuesto tenemos la Noche de los Museos, pero es difícil en este momento plantear alguna política común. El tema del cobro de entradas a extranjeros ya lo implementamos hace un montón de años, el análisis de dotaciones de los espacios culturales ya está resuelto. Y tenemos dos grandes ventajas: por un lado, un jefe de gobierno como Jorge Macri que dice que “la cultura es una inversión y no es un gasto”. Eso es un mantra para nosotros, entiendo que hacemos una inversión a conciencia. No somos un Estado con bolsillo de payaso, sino que planificamos y proyectamos políticas eficaces. Y por otro lado, hay un montón de tareas ya hechas. Tenemos muchísimo terreno ganado. Tenemos una cultura abierta, popular, ordenada y de calidad. Llegamos al año a 5 o 6 millones de personas con nuestros productos culturales.

Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández.Entrevista a Gabriela Ricardes, ministra de Cultura la ciudad Buenos Aires. Foto: Emmanuel Fernández.

–¿De qué le sirve a la ciudad invertir en teatros, en centros culturales, en bibliotecas? ¿No deberíamos usar esa plata para otras necesidades?

–Lo primero que creo es que el acceso a la cultura no puede depender de la familia de la que vos vengas. El acceso democrático a la cultura no debe estar reñido ni condicionado por tu condición económica, por tu cuestión socioeconómica. Si uno subsidia la oferta o subsidia la demanda, es una discusión larga que los países las han subsanado con diferentes estilos y diferentes historias. Sea a través de la oferta, o a través de la demanda, los países subsidian el acceso a la cultura de sus habitantes; los países y las ciudades, siempre. Eso no está en discusión. Puede ser el sistema más anglosajón, puede ser el sistema más europeo del cual nosotros somos herederos, pero no es algo que se ponga en discusión. Que la cultura será una inversión significa no solamente en la posibilidad de que todos los ciudadanos puedan acceder, sino que también puedan beneficiarse. Incluso que puedan desarrollar vocaciones a partir de ese acceso porque en el mundo laboral de hoy nadie tiene nada ganado. Y eso se logra a partir de un hecho cultural. Muchos deciden ser artistas por el impacto que le produjo un cuadro, una obra de teatro o un concierto. Con esta gestión sabemos que el impacto tiene que ser enorme en la gente. Con cada cosa que nosotros hacemos se generan muchísimos beneficios directos e indirectos en la economía. Eso ya está probado y se puede ver en el pequeño, o el mediano o el gran caso.

Redacción

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