El macrismo tenía tantas mesas políticas y sectoriales para coordinar una gestión que un importante funcionario que todavía orbita cerca de Mauricio Macri ironizaba sobre esa dinámica. “Más que un gobierno, parece una mueblería”, decía.
La administración de Alberto Fernández intentó instaló la “mesa de los martes” en Olivos con asado y todos representantes de todas las tribus del peronismo. Duró poco, hasta las renuncias en fila del kirchnerismo y terminó peor. “Éramos todos muy carnívoros. Tanto, que al final nos convertimos al auto canibalismo”, recuerda uno de los comensales que -antes como ahora- se oponía al liderazgo de Cristina Kirchner.
Javier Milei, en cambio, prefirió desde el comienzo las metáforas geométricas. El material del famoso triángulo de hierro en el que se sientan desde el inicio de la gestión el Presidente, Karina Milei y Santiago Caputo, se reveló como un metal bastante maleable; como si fuera de metal, estaño o aluminio, fácil de rayar o de doblar. Resta saber si se rompe; pero lo que está claro es que los anillos que lo rodean se queman como fusibles.
En febrero de 2024, recién llegado de su gira por el Vaticano y por Israel, Milei se refirió por primera vez en una entrevista al funcionamiento de su mesa chica. “Santiago Caputo es más que un riñón para mí. El triángulo es mi hermana Karina, Santiago Caputo y yo. Cuando lo ampliamos entra (Nicolás) Posse y vas ampliando y hay cada vez más”, explicó el mandatario entonces.
A los tres meses, Posse, quien -según el mandatario- era su “único amigo en el Gabinete” terminó eyectado de la gestión para pasar a engrosar la lista de 157 expulsados de la administración libertaria.
La salida del ex directivo de la Corporación América redundó en un poder creciente para el asesor presidencial. Caputo, pese a no tener firma y solo estar vinculado a través de un contrato 1109 de locación de servicios, se quedó con un sinnúmero de áreas sensibilísimas del gobierno: el Ministerio de Justicia, la secretaría Legal y Técnica, la UIF, la DGI y la SIDE, entre otras.
En abril, Milei volvió a explicitar que Caputo era el funcionario más poderoso del Gabinete, después de su hermana, que en el diseño del mapa del Estado ya aparecía por arriba del ministro coordinador pese a ser en los papeles la secretaria general de Presidencia. “Francos es un ministro que reparte el juego. Hay un control político con Guillermo y una segunda instancia de control con Santiago Caputo y, la última, soy yo que pone el gancho”, dijo Milei en otra entra entrevista.
El jefe de Gabinete quedó minimizado por los dichos del Presidente y desdibujado para salir a negociar con los actores externos y factores de poder como gobernadores, empresarios, diplomáticos y legisladores. “Soy responsable de los actos que yo firmo; Santiago Caputo es un asesor”, sacó pecho Francos días después de los dichos del Presidente.
Con la interna a cielo abierto entre el sector que responde a Caputo y los primos Martín y Lule Menem, dos alfiles de la hermana del mandatario, Francos encontró una oportunidad. Las denuncias al círculo de la presidenta de LLA, que vienen desde hace meses y alcanzaron su clímax tras el cierre de listas donde solo se anotó un caputista, resquebrajaron como nunca antes las paredes del triángulo, aunque ya hay dirigentes cercanos a ambos bandos que intentan un acercamiento.
Francos, que se percibe desde hace tiempo -por su neutralidad en el conflicto- como “Suiza” y solía ser el anfitrión de las reuniones políticas, se sumó a Karina y Caputo en la base del triángulo, que ahora tendría en la cúspide nada más que a Milei. Así lo sugirió a principios de la semana Luis Majul y lo abonaron posteriormente desde el Gobierno.
Paradójicamente, hasta la semana pasada, cerca de la Secretaria General de Presidencia empujaban la posibilidad de que Manuel Adorni reemplace a Francos a partir de diciembre, porque el jefe de Gabinete -según aseguraban- competiría como candidato en octubre.
Caputo el año pasado había sugerido entre sus íntimos que esperaba que Francos permaneciera los cuatro años del gobierno de Milei en su cargo. No era casual ni un fanatismo por el ex representante del BID, sino un modo de asegurarse un dique de contención para que Karina no avanzara con su propia gente. Entonces sonaba con fuerza la posibilidad de Eduardo “Lule” Menem que se hiciera con la jefatura de Gabinete. Ahora su nombre se desliza como un potencial ministro del Interior en un relanzado ministerio.
Caputo, antes del cierre bonaerense y para no perjudicar a sus amigos y subalternos de las Fuerzas del Cielo que pedían lugares, avisó que se corría de la discusión y que limitaría sus funciones a su visión estratégica. Difícilmente pierda tanto poder. «Maneja la mitad del gobierno», razonó un dirigente muy cercano a Patricia Bullrich, que este jueves pasó por el despacho del asesor. Sin embargo, el asesor siempre está a una firma de perderlo todo; una alternativa que no aparece en el horizonte.
Menos aún, desde que un empoderado Francos, desde su nuevo asiento en la base del triángulo, pronosticara que “la espuma bajará” y dijera que el asesor y la hermana del mandatario son importantes.
Macri, desde hace tiempo, denomina en privado al triángulo de hierro como un “ancla de plomo” y tampoco guarda especial estima por su nuevo integrante.