
Cuando pensamos en los inicios de la América colonial, es común imaginar expediciones en búsqueda de oro y el contacto con civilizaciones precolombinas. Sin embargo, pocos conocen la importancia de Santo Domingo, la primera capital fundada por los españoles en América Latina, que se erigió como el corazón administrativo del imperio hispano en el Nuevo Mundo.
El nacimiento de una capital estratégica para la historia
Fundada en 1496 por Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal Colón, Santo Domingo se estableció en la isla La Española, en el territorio que hoy corresponde a la República Dominicana. Aunque enfrentó adversidades desde sus inicios, la ciudad se consolidó rápidamente como un punto neurálgico para la expansión española en América.
Desde sus puertos partieron numerosas expediciones que exploraron y conquistaron otras islas del Caribe y territorios continentales. Santo Domingo no solo fue un centro político y administrativo, sino también un eje cultural y económico que influenció el desarrollo de las futuras ciudades coloniales.
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La historia sobre la resistencia ante piratas e invasiones
A lo largo de los siglos, Santo Domingo enfrentó múltiples amenazas. En 1586, el reconocido pirata inglés Sir Francis Drake atacó y saqueó la ciudad, protagonizando uno de los episodios más dramáticos de su historia. A pesar de este golpe, los habitantes demostraron una notable resiliencia. Décadas más tarde, en 1655, repelieron una nueva invasión, esta vez de tropas británicas que buscaban controlar este enclave estratégico.
La ciudad vivió bajo constantes disputas entre potencias europeas. En 1795, pasó a manos francesas tras el Tratado de Basilea, aunque regresó al dominio español poco después. Su proximidad con Haití también la expuso a conflictos, siendo ocupada por fuerzas haitianas en varias ocasiones.