Julieta Silva (36), la mujer que atropelló y mató a su novio en 2017, habló este viernes después de que su actual pareja la denunciara por golpes. «Fue una discusión, pesa mi nombre», dijo tras ser detenida en San Rafael, Mendoza.
El nombre de la mujer volvió a ser noticia el jueves, cuando su esposo, Lucas Giménez, la acusó de haberlo golpeado en su casa de San Rafael. Tras esta nueva denuncia por violencia, Julieta Silva fue acusada de lesiones leves agravadas por el vínculo.
La fiscalía dispuso la detención domiciliaria con tobillera electrónica, ya que tiene una hija menor de edad.
Ahora, Silva rompió el silencio e intentó bajarle el tono al caso. «No fue más que una discusión«, minimizó lo sucedido, en declaraciones a «Mediodía Noticias» (El Trece).
«Esto con el tiempo se va a arreglar, lo que está pesando acá es mi nombre«, concluyó su mensaje.

Días atrás, Giménez denunció haber sido agredido físicamente. Según informó Mendoza Post, la Policía llegó al domicilio de la pareja tras un llamado al 911 realizado por él mismo. Al arribar, los efectivos lo encontraron resguardado en el baño, presentando escoriaciones e inflamación que serían compatibles con golpes.
La mujer tiene un impedimento de contacto con Giménez. Ella también denunció a su pareja en la Unidad Fiscal de Violencia de Género.
El día que Julieta Silva atropelló y mató a su novio
En 2017, Julieta Silva, por entonces una joven de San Rafael, salió a un boliche llamado La Mona junto a su novio, el rugbier Genaro Fortunato, de 25 años. Llevaban apenas tres meses de relación. Tras una discusión dentro del local, la pareja decidió retirarse. Silva se subió sola a su auto —un Fiat Idea que pertenecía a su exmarido—, mientras Fortunato se acercó a la ventanilla para intentar hablar con ella. Sin embargo, la mujer aceleró y él cayó al suelo tras correr algunos metros junto al vehículo.

Según determinó la Justicia, Silva condujo 150 metros, hizo un giro en U y, al pasar por el lugar donde había quedado tendido Fortunato, lo atropelló y arrastró su cuerpo unos tres metros. Durante el juicio, Silva declaró que no lo había visto y que simplemente había regresado para devolverle su teléfono celular.
Pese a realizar un llamado al 911, también contactó a su exmarido y a una amiga, pero nunca se acercó a asistir a Fortunato.

En 2018, fue condenada a tres años y nueve meses de prisión por homicidio culposo agravado por conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria, además de ocho años de inhabilitación para manejar. La defensa argumentó que Silva tenía problemas de visión y que esa noche no llevaba puestos sus anteojos, lo que habría impedido que viera a Fortunato en el suelo.
Un año después, en 2019, obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria por ser madre de hijos menores. Sin embargo, el Tribunal revocó la medida y ordenó su traslado al penal de San Rafael, donde fue agredida por otras internas. Tras cumplir dos tercios de su condena, fue excarcelada y, el 25 de marzo de 2020, quedó en libertad condicional.
Apenas dos años después de su salida del penal, Julieta Silva contrajo matrimonio con Pablo Giménez. La ceremonia se celebró a escasos cuatro kilómetros del sitio donde atropelló a Fortunato.