Por Manuel Zunino*
Fue una sorpresa el cierre tan convulsionado de Fuerza Patria. Los días y horas anteriores, parecía que estaba todo acordado, que había cierto consenso, un clima de unidad al interior, pero al final fue un típico cierre de listas, cargado de tensiones porque hay cosas muy importantes en disputa para la política, pero más allá de eso me parece que después tuvo lógica el cuadro final.
Si se piensa en términos de cómo dividieron las secciones electorales, la mitad quedó del lado del kirchnerismo más camporista y la mitad del lado del kirchnerismo más cercano al Gobernador y los intendentes. Las secciones más fuertes en términos de cantidad de votos y de población (la primera y la tercera), la lideran dos figuras muy cercanas al Gobernador. Es lo que más se juega. Porque lo que está en disputa, en definitiva, es la conformación de la Legislatura bonaerense. Además de la gobernabilidad del gobierno de Axel Kicillof con dos años muy complejos en términos socioeconómicos.
Primó la política territorial en una Provincia que es enorme: ocho secciones electorales, 135 municipios, y quedó en evidencia que la campaña en la Provincia no se gana por Twitter (Ahora «X»). A lo que ellos mismos (La Libertad Avanza) llaman la «casta» es a lo que tienen que apelar para poder encarar una campaña provincial tan compleja. Terminó primando eso porque la necesidad principal es poder armar una campaña bien territorial donde se necesita realmente una tracción de abajo hacia arriba. Se necesita que los territorios se muevan hacia la gente, se milite, se reparta la boleta, se fiscalice. Esas son cosas que por Twitter no se pueden hacer. Tiene lógica que la parte política territorial termine predominando. Siempre los candidatos son importantes.
Es una elección compleja de medir, de analizar, de explicar y de entender porque son ocho secciones con elecciones y boletas bien distintas. Las personas y los candidatos importan mucho, pero también importan los espacios, los colores. Lo que vamos a ver es cómo se combina la narrativa de campaña que va a estar tensionada en dos cosas. Por un lado, una narrativa nacionalizada: antimileismo o antikirchnerismo. Pero también eso se va a complementar con campañas bien locales, que la van a jugar, sobre todo, los intendentes y referentes locales. Hay que ver si se combinan las dos cosas, que así tendría más éxito.
La campaña nacionalizada la pueden llevar a cabo los que encabezan las listas. Pero en los territorios se arma todo y hasta se puede llegar a definir una elección. Va a ser una elección de tracción inversa: de abajo hacia arriba. Sobre el escenario electoral, se puede decir que hay mucha paridad. Aunque el favorito es La Libertad Avanza porque los indecisos, que son muchos, tienen mayor tendencia a ir por La Libertad Avanza.
Ahora, Somos Buenos Aires, el nuevo espacio, le quita tanto a La Libertad Avanza como a Fuerza Patria. Son votantes que eligieron a Juntos por el Cambio, por lo que el PRO yéndose a la derecha le deja un margen de ganancia a este espacio. Pueden ser radicales, peronistas ortodoxos o gente que votó a Patricia Bullrich y que está enojada y no quiere votar al espacio de Milei. Ahora estas personas tienen una oferta posible donde quedarse que los representa, sobre todo, en términos de las formas políticas y de salir del esquema de la polarización que a mucha gente le molesta. En principio, divide votos, pero si crece es porque le saca puntos a La Libertad Avanza.
Además, el polo de intensidad mileista se redujo y lo que empieza a crecer es el antimileismo que es mayor al 35 por ciento, gente que está muy enojada con este gobierno por un ajuste que le parece eterno, que no entiende hacia dónde va, y por un Presidente que te dicen ‘vive en otro planeta’. El antimileismo se vuelve una identidad más fuerte, más grande y más intensa que el mileismo.
*Sociólogo, docente de la UNLaM y representante de la Consultora Proyección