Nos enseñaron desde chicos que el amor todo lo puede, pero en la práctica no siempre es así, o más bien, no debería ser así. En una relación buscamos siempre que sea “perfecta”, pero de tanto que se busca que todo esté bien, nos volvemos ciegos de ciertas realidades que poco a poco acaban con uno mismo: la falta de respeto, compromiso, desconfianza, celos, miedo, son algunos de los aspectos que convierten la relación “perfecta” en una relación tóxica y, lastimosamente, es un patrón que tiende a repetirse siempre.
26 de julio de 2025 18:01
¿Por qué vuelvo a elegir siempre a una persona con el mismo patrón? es la pregunta que muchos se realizan al salir de una relación, donde primó la manipulación o el maltrato psicológico, e iniciar otra cuyas características son exactamente las mismas.
Para la Lic. Karem Figari, psicóloga terapeuta infantojuvenil, de adultos y parejas, se trata de una dinámica que se realiza de forma inconsciente, cuando hay una carga emocional que afecta la autoestima y seguridad, pero que se arrastra desde la familia.
“No viene solamente de una relación donde fui abusada psicológicamente, anterior a eso tuve patrones de conducta que heredé de lazos familiares, entonces, cuando no se da ese apego a la parte emocional o contención, y vivo en un ambiente de violencia, claramente voy a buscar una pareja similar. No lo hacés consciente, pero tu percepción está afectada”, expresó durante una entrevista en el programa Residentas del canal GEN/Nación Media.
Ante este tipo de situaciones, la toxicidad se hace presente. La persona ya dañada emocionalmente se permite un montón de circunstancias de las que es difícil darse cuenta o de la que cuesta aceptar, o peor aún, soltar.
Lic. Karem Figari en Residentas.
Algunos signos de que la relación está siendo tóxica son la desconfianza, celos, control, la falta de apoyo, sentirse menospreciado es un indicio clave. Además, la manipulación y por sobre todo, cuando te das cuenta de que ya no puede haber una buena comunicación.
La licenciada Figari sostuvo que en una relación tóxica no puede existir amor, sino más bien es un “no poder salir” de ese vínculo.
“Hay un círculo vicioso, donde la persona discute con la pareja, y lo que más le gusta de la situación después, es a nivel cerebral, que le mimen un poquito más. Ese sistema de recompensa es me mimó, me regaló algo”, agregó la profesional.
Aunque cueste, se puede salir de una relación así, el primer paso es aceptar que tu pareja ya no te permite vivir a plenitud, ya no existe la felicidad como tal. El segundo, admitir que sos una persona con virtudes, capacidades para todo.
Otro aspecto clave para la Lic. Figari es el entorno, que debe ser un soporte emocional para la persona que está saliendo de una relación tóxica.
“Tengo que darme cuenta de que, si yo no me pongo a hacer un ejercicio sobre mi autonomía, no me reformulo dónde quiero estar, cómo voy a moverme, porque los demás van a querer ayudarme también, pero parte de que yo me tenga que dar cuenta de lo que me está afectando”, puntualizó.
Vivir en las redes sociales y el efecto en la salud mental
Todo en exceso es dañino, esto incluye a las redes sociales, que, si son utilizadas en una dosis justa, resultan inofensivas. Sin embargo, pasar tantas horas al día conectado al teléfono, sin todavía entrar a discutir el contenido de lo que ahí vemos, puede afectar a nuestra salud mental.
26 de julio de 2025 10:01
Videos de TikTok, historias o reels de Instagram sobre viajes, relaciones, lujos y vidas perfectas, ofertas de productos que no sabíamos que necesitábamos, notificaciones de me gusta y chequeos de quiénes vieron lo que publicamos. Un montón de ganchos pueden mantenernos por muchísimo tiempo el día en redes sociales, donde, si sumamos todos los minutos que le dedicamos en una jornada, terminaríamos sorprendidos y hasta pensaríamos, cuántas cosas podríamos hacer en ese lapso.
“No nos afecta si sabemos utilizar, todo lo que uno observa, siempre tiene que tener cuidado con eso, porque nada en exceso es bueno, lo mismo las redes”, explicó la psicóloga Laura Bogado.
Mencionó un estudio en el que una población determinada con 30 minutos al día en redes sociales, generaba menos trastornos que los que pasaban más tiempo, demostrando ser, no una causa directa, pero sí una incidencia en ello.
¿QUÉ LE PASA A NUESTRA MENTE CUANDO ESTAMOS ENGANCHADOS A LAS REDES?
Mientras estamos entretenidos en las redes sociales, se liberan neurotransmisores en exceso, que es lo que sucede cuando hacemos algo que nos gusta. Esos neurotransmisores hacen que nuestro bienestar sea estable, sin embargo, esto también tiene una dosis justa y, en el caso de las redes, lo que inconscientemente buscamos es la gratificación inmediata y el placer, que en este caso nos lo da el celular.
“Tantas horas ya es una adicción, se debe reducir de a poco y si me doy cuenta de que me afecta, ya es motivo de consulta”, comentó Bogado, en una entrevista con Montecarlo.
VÍA LIBRE PARA DECIR DE TODO
Por otro lado, una costumbre que existe en la vida real, pero que también se traslada a las redes, es la de opinar sobre el aspecto físico de alguien, diciendo de manera impulsiva un comentario que puede caer mal o incomodar a quien lo recibe. Si bien todos tenemos defectos y virtudes, el hecho de que algo no nos agrada de alguien, no nos da el derecho a insultar, en todo caso, se debe buscar la manera respetuosa de expresar eso que nos molesta.
“Debo pensar cómo yo me sentiría, qué haría si me dicen eso. Debemos desarrollar mucho la empatía y lograr más respeto al otro, así voy a pensar dos veces antes de emitir una crítica. Es importante, a través de las redes, generar conciencia de los valores que se perdieron”, recomendó.
En medio de esa necesidad de revisar las redes sociales, también está presente la ansiedad que es lo que nos anticipa a algo que no está ocurriendo en ese momento, pero que va a suceder o no. Equivale a estar en el futuro y perderse del presente, que es lo único que existe, al punto que, cuando llega ese momento que tanto ansiamos, finalmente tampoco estamos en él. Sobre este punto, aconsejó ejercitarse a tratar de vivir el presente, sin pensar en lo que nos toque hacer en la semana o en un futuro, sea próximo o no.
ChatGPT, más que solo para hacer la tarea: el desafío de integrar IA en las aulas
En ciertos escenarios, la utilización de la inteligencia artificial puede ser contraproducente en el ámbito educativo, impidiendo el desarrollo del pensamiento crítico o habilidades cognitivas en los estudiantes. Una especialista aboga por cambiar el enfoque y construir un diseño pedagógico que integre la IA de manera asertiva.
20 de julio de 2025 12:00
Por Robert Bourgoing (@robertb_py)
La adopción de la inteligencia artificial está cada vez más impregnada en la vida cotidiana, volviéndose parte del día a día para varias necesidades, sobre todo aquellas en las que obtener información rápida y precisa es una prioridad.
El ámbito educativo no queda exento de ello. Desde la irrupción de herramientas con ChatGPT, Gemini o Claude, tanto estudiantes como docentes recurren a su vasto conocimiento (por no decir inmensa base de datos) para elaborar resúmenes, tareas, trabajos prácticos o cuestionarios, entre otros.
Quiérase o no, a la larga esta dependencia de la IA para la resolución de problemas traerá consigo otro nuevo problema: la dificultad para elaborar trabajos escritos por cuenta propia y desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, a la par de un menor esfuerzo cognitivo.
Esto fue lo que pudo demostrar un reciente estudio elaborado por MIT Media Lab (un laboratorio dependiente de la Escuela de Arquitectura y Planificación del Instituto de Tecnología de Massachusetts) titulado “Your Brain on ChatGPT”. Este trabajo confirma que el uso frecuente de inteligencia artificial puede desencadenar en una disminución en la actividad cerebral relacionada con la memoria, la atención y la apropiación del contenido.
Lilian Demattei, especialista en IA y EduTech, advierte sobre la importancia de adoptar estrategias pedagógicas que permitan integrar el uso de la IA dentro del contexto educativo, sin que ello genere inconvenientes para los estudiantes que necesitan desarrollar sus capacidades y aptitudes.
“Hoy por hoy, lo que se hace es utilizar la IA desde el punto de vista de generar trabajos o respuestas a determinadas consultas, hay un uso indiscriminado de estas herramientas”, mencionó en entrevista con HOY. En situaciones así, lo que hacen los alumnos se limitan a “pegar las respuestas, sin construir su propio conocimiento”.
El uso ético de esta clase de herramientas, basadas en LLM (Grandes Modelos de Lenguaje, por sus siglas en inglés) definirá de qué manera impacta la inteligencia artificial en el estudiantado. “Hay una oportunidad para que sea un motor de personalización, creatividad, pensamiento crítico o computacional si se implementa de manera intencional”, agregó.
Para ello, Demattei aboga por elaborar un diseño pedagógico dentro del currículo nacional, como parte del Plan Nacional de Transformación Educativa, de modo a adoptar la IA en las aulas sin afectar de manera negativa el proceso de aprendizaje de los niños y jóvenes.
A su criterio, se debe plantear la inteligencia artificial como una herramienta de propósito pedagógico y no solo como un sustituto de enseñanza, o en todo caso, como un “ayudante” para la elaboración de tareas o trabajos con el mero objetivo de cumplir lo que los maestros exigen para sumar puntaje.
“En Paraguay, debemos hacer énfasis en el diseño de políticas públicas educativas claras, o sino, en vez de disminuir la brecha digital, vamos a aumentar las brechas existentes. La IA no es un problema, el verdadero dilema es cómo la utilizamos en el aula”, afirmó.
Un aspecto crucial es la formación de docentes en pedagogía digital nativa (que —aclara— no es lo mismo que una una pedagogía con utilización de tecnología), permitiendo guiar el uso de la IA de una manera más humana. A su vez, se debe poner énfasis en la “humanización y ética” en el aprendizaje con inteligencia artificial, aseguró.
Demattei considera que la IA debe estar al servicio de los valores y el desarrollo humano, por lo que se debería incorporar dentro del diseño educativo aspectos como ética digital, ciudadanía responsable, creatividad, uso crítico de la información, por citar algunos tópicos.
Al mismo tiempo, aclara que la inteligencia artificial “no viene a reemplazar al docente”, sino más bien a potenciar su capacidad de crear experiencias de aprendizaje “más humanas, creativas y transformadoras“. “La IA generativa es una herramienta poderosa, pero su impacto real dependerá de la visión con la que la eduquemos: con propósito, ética y creatividad”.
“Es importante construir un sistema educativo innovador”, refirió la profesional, quien aboga por la construcción de espacios de experimentación a través de laboratorios de inteligencia artificial y la creación de un marco curricular flexible, que integre el pensamiento computacional, con un enfoque educativo basado en el STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), que busca fomentar el aprendizaje interdisciplinario y la innovación.
Finalmente, Demattei reafirma su visión de que la IA generativa debe transformar la educación hacia un modelo más creativo, reflexivo y colaborativo, pero solo si los docentes y el sistema educativo la integran desde un diseño pedagógico intencional, alineado con los valores, la cultura y las necesidades locales.
Una olvidada etnia chaqueña de la que los paraguayos sabemos poco o nada
La historia de los pueblos nativos del Chaco y el Amazonas sigue en la nebulosa. Tal es el caso de los “naperú”; etnia prácticamente desconocida en el presente, cuyo rastro sobrevive en los escritos de un soldado europeo del siglo XVI.
20 de julio de 2025 09:27
Por Gonzalo Cáceres – periodista
Entre los testimonios tempranos, sobre los distintos grupos que habitaron el actual territorio paraguayo, destaca el del alemán Ulrico Schmidel (Ulrich Schmidl, Schmidel o Schmidt). Aventurero para unos, cazafortunas/mercenario para otros, pero indudablemente un consumado viajero, formó parte de la expedición de Pedro de Mendoza al Río de la Plata y vivió en carne propia los horrores de la (primera) fundación de Buenos Aires en 1536 (abandonada en 1541).
Este “intrépido bávaro” publicó en la ciudad de Fráncfort la “Vera historia y relatos de la conquista del Río de la Plata y el Paraguay” (1567), un compilado de sus andanzas por los actuales Paraguay y Argentina, siendo de los contados testigos no españoles en tomar parte de la empresa conquistadora, erigiéndose como fuente indispensable para académicos e investigadores.
Schmidel permaneció en Sudamérica por unos 20 años (1534-1554), participando en un buen número de incursiones, fundaciones de ciudades, conflictos internos entre los conquistadores y, sobre todo, en los encuentros (muchas veces violentos) con los nativos.
“NAPERÚ”
En el contexto de las empresas que partieron de Asunción hacia el Chaco; territorio que a ojos europeos era “inhóspito, impredecible y peligrosamente indómito”, Schmidel registró la presencia de un pueblo aborigen denominado “naperú”, cuyo feudo ubicó a “cien leguas tierra adentro desde Asunción”, unos 400 o 600 kilómetros al noroeste, posiblemente en el límite entre los actuales departamentos de Boquerón, Presidente Hayes y Alto Paraguay (algunas fuentes hablan de todo el margen entre Bahía Negra y el río Pilcomayo).
“Primero, después que partió de los pyembas, llegó él (Juan de Ayolas) a una nación llamada naperus, que son amigos de los pyembas (una de los nombres de los payaguaes) y no tienen más que pescado y carne; es una nación de mucha gente. De estos naperus también nuestro capitán general se separó algunos que le sirvieran de baqueanos (guías); pasaron en seguida por muchas naciones con grandes penas y trabajo, y se les hizo gran resistencia”, contó Schmidel.
Los naperú contaban con “hombres altos y fuertes” quienes “estaban bien adaptados a los montes, ríos y esteros”. Estos subsistían exclusivamente de la pesca y la caza y no practicaban la agricultura. De indudable naturaleza nómada (la principal característica que los diferenciaba de los pueblos guaraníes de la región oriental, que eran agrícolas y sedentarios), los naperú tampoco dieron forma a asentamientos permanentes.
La simpleza aparente de su estilo de vida no debe confundirse con precariedad. Las sociedades de cazadores-recolectores del Chaco poseían complejos sistemas de organización, conocimiento del terreno y estrategias enfocadas a tan hostil entorno.
JUAN DE AYOLAS
Además de los -escasos- aspectos etnográficos que llegaron a nuestros días, uno de los pasajes más significativos de la crónica de Schmidel es el que imputa la participación de los naperú en la emboscada que dio muerte a Juan de Ayolas, uno de los principales capitanes del primer adelantado del Río de la Plata.
Siempre en la versión de Schmidel, una alianza entre los naperú y los temidos payaguaes tomó por sorpresa a los combatientes europeos en un bosque, asesinando no solo a Ayolas, sino también a buena parte de su grupo.
“Jann Eyollas (Juan de Ayolas), el capitán, con los cristianos, marchaban a medio camino y fueron sorprendidos por los naperus y pyembas con gran fuerza en un espeso bosque; porque los naperrus y pyembas, según su convenio de sorprender en la selva por donde tenían que pasar (los) cristianos, embistieron sin piedad al capitán y (a los) cristianos, como si fuesen perros rabiosos, y acabaron de matar y destruir a los debilitados cristianos junto con el capitán Jann Eyollas, de suerte que ni uno de ellos escapó”.
Un hecho mayúsculo: se trata de la muestra de articulación política/militar de los pueblos chaqueños, desdibujando la imagen de fragmentación tribal irreconciliable que se les atribuye desde tiempos remotos.
En otro punto, lo que más despierta la inquietud de los antropólogos actuales es el enigma de su origen. ¿Quiénes eran los naperú? ¿A qué tronco lingüístico pertenecían? ¿Dónde están hoy sus descendientes, si alguno sobrevive? Las respuestas a estas preguntas son esquivas y, en muchos casos, meramente especulativas.
HIPÓTESIS
Una de las hipótesis más sólidas sugiere que los naperú podrían haber formado parte de la familia de lenguas mascoyanas (Lengua-Maskoy), que incluye a etnias actuales como los Angaité-Emok, Sanapaná y Guaná, todas ellas con raíces en centro del Chaco paraguayo (o alguna rama pámpida). La descripción de su dieta (basada en la depredación del ecosistema a través de la pesca, caza y recolección) se condice con la vida de sus ancestros (antes de los procesos de sedentarización forzada durante los siglos XIX y XX).
Otra línea de interpretación vincula a los naperú con los zamuco, porque también estos ocupaban amplios sectores del Chaco paraguayo. Otros pueblos, como los Ayoreo, comparten las características puntuales atribuidas por Schmidel (vida nómada, casi nula práctica agrícola y el conocimiento del monte y sus recursos).
Pero también existe la posibilidad de que el término “naperú” fuera una designación solo circunstancial, aplicada por los conquistadores a una diversidad de grupos que, en ese momento, se desenvolvían como una confederación (haciendo frente común a los españoles).
En la dinámica precolonial, las alianzas y choques entre etnias eran cosa de todos los días, debido a las cambiantes necesidades ecológicas como políticas. Sea cual fuere su filiación, lo cierto es que la huella de los naperú se desvanece tras el siglo XVI. Ninguna otra fuente colonial (ni de los primeros años del Estado paraguayo) vuelve a mencionarlos de manera explícita.
Esta ausencia plantea dos posibilidades: o el grupo fue absorbido/eliminado por otras etnias vecinas y/o rivales, o bien fue víctima de las enfermedades, los desplazamientos forzosos y los efectos devastadores de la conquista, como sucedió con otros pueblos y naciones a lo largo y ancho del continente.
Para cuando la gran Branislava Sušnik desarrolló sus estudios entre las etnias chaqueñas, ningún grupo se identificaba o respondía al nombre de “naperú”, por lo que se entiende que para inicios/mediados del Siglo XX ya fueron totalmente desaparecidos (o asimilados).
La ausencia de los naperú en la historiografía posterior no se debería aceptar como un accidente, sino como un amplio proceso de invisibilización de otras etnias en la construcción de las identidades nacionales. Mientras que los guaraníes carios ocupan un lugar central en la narrativa paraguaya, los pueblos chaqueños fueron históricamente marginalizados, tanto en el discurso oficial como en los estudios académicos y políticas de gobierno, hasta fechas muy recientes.
La crónica de Schmidel nos restriega la incómoda realidad: parte de la diversidad humana que existió en el Chaco fue condenada a existir en forma de eco. Entonces, redescubrir a los naperú no es solo un ejercicio académico, sino un acto de justicia hacia aquellos cuyos nombres y culturas fueron engullidos por la vorágine colonizadora, pero que, de alguna forma, se resisten a desaparecer del todo.