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miércoles, julio 30, 2025

Salomé Esper: «Nunca ganás exactamente lo que querés»

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“No hay un límite, todo se pierde, se pierde antes de terminar de ganarlo, se pierde solo por desear, este es un mundo de perdedores convencidos de que hay que ganar”, escribe Salomé Esper en “Primerizos”, tercer relato de Querer es perder, su primer libro de cuentos publicado por Sigilo.

Aprovechó uno de los días que estuvo en Buenos Aires para conversar con Clarín acerca de este libro que, luego del notable recorrido que tuvo su anterior novela editada bajo el mismo sello (La segunda venida de Hilda Bustamante) la ratifica como una de las nuevas voces más interesantes de la literatura argentina.

Aquí Esper –“se dice ésper”, se lee en su biografía de Instagram– cuenta, alrededor de un café dentro del bar del Ateneo Grand Splendid, que el título fue casi motivo de pelea con sus editores. “Se reían porque decían que yo tenía una mirada mucho más negativa de mis personajes y ellos le veían el lado luminoso”.

Sus cuentos, atravesados por la transformación, se ramifican hacia múltiples personajes y conflictos en relación a mapadres primerizos, hombres pescando o vecinos curiosos. Sus personajes deambulan a la deriva entrecruzados por un deseo que los enfrentará cara a cara con la imposibilidad. A la vez, se permite la irrupción de lo fantástico al igual que en su primera novela que se plantea lo siguiente: ¿qué pasaría si una mujer fallecida de 79 años resucitaría mágicamente?

«Siempre me interesó lo creativo y cuando no lo estás haciendo, te pesa mucho. Aunque vos sabés que no vas a hacer de eso tu vida ni sentís el fuego que quema, te pesa. El hecho de haber publicado y que esté ahí me da cierta tranquilidad. Eso está hecho. Puedo seguir haciéndolo. Pero no tengo esa cosa de correr hacia algo. De deberme algo», revela mientras expande su universo creativo.

Salomé Esper, autora de “Querer es Perder”. Foto Santiago Garcia Díaz.
Salomé Esper, autora de “Querer es Perder”. Foto Santiago Garcia Díaz.

–Naciste en Jujuy, viviste en México, ahora estás en Córdoba. ¿Cómo pensás la identidad? ¿Sentís que debés acercarte a Buenos Aires para ganar visibilidad? Lo pienso en relación a un cuento que escribiste en este libro (“Imposible”) en donde la protagonista se hace preguntas existenciales.

–Me hago muchas preguntas existenciales. Quizás no tanto sobre lo identitario. Respecto a crear nunca sentí esa necesidad de acercamiento a algún centro específico. Creo que eso está más del lado de la visibilidad, de la exposición. Siempre prioricé el ejercicio creativo en sí. Creo que para eso no se necesita ese acercamiento. El otro día me preguntaban por los grupos de pertenencia y tampoco es algo que yo haya sentido en ningún lugar. Es raro. Pasé siempre mucho tiempo dentro de mi casa, no tenía muchas conexiones. Iba a un colegio de una ciudad de al lado. No tenía mucho esta parte social. Quizás la tuve recién con internet. Mi grupo de pertenencia capaz fueron los blogs.

–En tus cuentos aparece y en tu novela también ciertos espacios más rurales o, por lo menos, no urbanos. ¿Tiene que ver con esto de crear lejos de buenos aires?

–Para mí eso es fortuito. Mi experiencia es periférica pero también viví en Ciudad de México, la ciudad monstruo por excelencia de Latinoamérica. La mayor parte de lo que escribo no está dictado por temas o elecciones previas. Es más seguir un impulso, el que sea en su momento, responder a qué a qué demanda la historia. No me había dado cuenta que no había un escenario urbano. A mí me aparece una imagen y esa imagen me dispara una idea que necesita de un personaje que corresponda a su universo.

–¿De ese modo surgieron estos relatos?

–Cuando empecé a escribir Hilda, mi idea era escribir un cuento. Siento que ahí me senté por primera vez a tener este ejercicio creativo. Se fue alargando y terminó siendo una novela corta. Cuando terminó todo el proceso seguía con la inquietud de ver si me salía escribir cuentos. Me preguntaba: ¿Podré seguir escribiendo? Empecé a escribir muy rápido, quería escribir una cantidad grande porque tenía la idea de que si escribía mucho iba a explorar distintos subgéneros del cuento. Escribí varios y dije: tengo el mismo estilo en todos.

–Otro tema que aparece es, tanto en Hilda Bustamante como en el segundo cuento de este libro (“La Carla”) la vejez y el paso del tiempo. ¿Te atrae?

–Con Hilda fue más cercano a la idea. Quería incluir un elemento fantástico y se me ocurrió que fuese la vuelta a la vida. Ahí llegó primero la idea antes que la imagen. Me causaba gracia que volviese alguien que no tuviera nada que hacer según la expectativa que uno tiene en nuestras sociedades de adultos mayores. El anhelo que incluso un milagro sea productivo. Me gustó imaginar eso. Me surgieron otras preguntas: ¿Por qué en general no tenemos amigos más grandes y nuestra única relación con adultos mayores es con familiares? Me gusta mucho la niñez también. Escribir desde el punto de vista de alguien chico es una libertad total, es hermoso.

–Ya que mencionas la irrupción de lo fantástico en Hilda, también eso está en estos cuentos. Eso te interesa. Antes nombrabas a Poe.

–Sí, me gusta mucho como lectora. La potencia que tiene la escritura de poder crear absolutamente cualquier cosa. Después, siempre hago la aclaración: no voy a decir que es algo de mi provincia porque a lo mejor era algo sólo de mi casa, pero me ha pasado de estar charlando y en algún punto de la conversación siempre alguno cuenta sobre un aparecido, un duende, un fantasma. Eso siempre me gustó. Me gusta darle un lugar a ese desborde que me gusta cuando leo.

Salomé Esper, autora de “Querer es Perder”. Foto Santiago Garcia Díaz.Salomé Esper, autora de “Querer es Perder”. Foto Santiago Garcia Díaz.

–Siguiendo con lo que aparece en estos cuentos, en “Primerizos” está el tema de la maternidad y la paternidad. ¿Cómo apareció eso?

–Fue muy loco. El tema no me interesa. Siento que está presente aunque uno no quiera porque como mujer te preguntan desde que tenés cuatro años. Te hacen pensar en eso. Tenés que decir sí, no, por qué. Eso conlleva otras preguntas. Me sorprendió escribirlo. La idea original era pensar en la relación de la forma con el amor. De qué tanto el cambio en la forma afectaba el amor en cualquier vínculo. Lo había pensado primero para escribir algo sobre mascotas que cambiaban de cuerpo. Este amor que tenés por ese perrito, ¿sería igual cambiara de forma? Después dije: lo vamos a llevar un poquito más al extremo y vamos a hacer de hijos.

–¿Puede ser que todos estos cuentos están atravesados por alguna transformación?

–Sí porque es algo que que de alguna manera necesitás que pase aunque sea mínimo. Para mí el centro del libro es el deseo. Gente deseando cosas que no logra, ya sea un algo, un alguien o una forma específica de vínculo. Sin ver la otra cosa posible que también surge. Porque no es una cuestión de: se acaba el mundo. Hay otras configuraciones. Esto de los vínculos lo descubrí después: ¿Qué hago escribiendo sobre madres y relaciones? Necesito algo en el proceso de escritura que me mantenga interesada. No podés estar interesado en alguien que no cambie.

–¿Sos metódica en cuanto a tu escritura?

–Creo que recién estoy identificando cómo es el proceso. También pasó muy poquito de Hilda. No tengo tanto tiempo tampoco porque tengo un trabajo de ocho horas diario, que tiene que ver con lo editorial, atención a la lectura, entonces por ahí termino quemada y a veces querés desconectar. Todavía lo estoy investigando qué hace que tengas la disposición, la tranquilidad de poder sentarte. Algunos dicen: «Escribo cuando estoy trotando, lavando los platos». Yo sólo escribo cuando estoy escribiendo. Con Hilda me inventé el tiempo callando absolutamente toda pregunta de para qué estás haciendo eso. Pero así como un método, no. Encontrar el espacio y el tiempo cuando hay un estímulo.

–Eso puede ser un método. ¿Últimamente apareció algún estímulo?

–Tuve algo pero es como que lo estoy guardando. A mí me pasa por ahí cuando comprás un libro nuevo o una ropita nueva como dejarla en su bolsita y guardarla porque sabes que todavía es nueva.

–Antes hablabas del deseo. ¿Por qué el título Querer es perder?

–¡Fue casi una pelea con facones con el editor! El de la novela salió mágicamente y este era difícil hablar de los cuentos sin contar tanto como para no arruinar la experiencia. Tenía una idea y Maxi Papandrea, editor de Sigilo, y Vera Giaconi, con quien también trabajé el libro, se reían porque decían que yo tenía una mirada mucho más negativa de mis personajes y ellos le veían el lado luminoso. En un momento quería que se llame Mundo de perdedores por una frase de «Primerizos». Es la idea de que no podés ganar cuando querés algo. Nunca ganás exactamente lo que querés. Entonces querer –como anhelar y amar– implica perder, que no vas a tener nunca exactamente eso. Que es más o menos esa frase. Costó. Me vetaron la palabra perdedores. Yo veté la palabra felicidad. ¡Ningún libro mío tendrá esa palabra!

Salomé Esper básico

  • Nació en Jujuy en 1984. Es poeta, narradora y editora. Estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba.
Salomé Esper, autora de “Querer es Perder”. Foto Santiago Garcia Díaz.Salomé Esper, autora de “Querer es Perder”. Foto Santiago Garcia Díaz.
  • Publicó dos libros de poemas, sobre todo (2010, Intravenosa) y paisaje (2014, Tres tercios), y una novela, La segunda venida de Hilda Bustamante (2023, Sigilo), que fue traducida al italiano y al portugués.

Querer es perder, de Salomé Esper (Sigilo).

Redacción

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