Un día como hoy pero de 2002, San Juan Pablo II canonizó a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, vidente de la Virgen de Guadalupe, en la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México. El P. Eduardo Chávez, quien fuera postulador de su causa, destaca que se trata del “primer santo indígena de todo el continente americano”.
En esa ocasión —en la quinta y última vez que el Papa polaco visitó México—, Juan Pablo II destacó el “maravilloso ejemplo” de San Juan Diego, “un hombre de bien, recto de costumbres, leal hijo de la Iglesia, dócil a los pastores, amante de la Virgen, buen discípulo de Jesús”.
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“Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización perfectamente inculturada”, dijo también el Pontífice.
“La fuerza de los documentos” que prueban las virtudes de Juan Diego
El camino hacia la canonización del vidente de la Virgen de Guadalupe no fue fácil. Hubo quienes incluso dudaban de que el santo indio siquiera hubiera existido.
En declaraciones a ACI Prensa, el P. Chávez, considerado el mayor experto en las apariciones de la Virgen de Guadalupe y director del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos (ISEG), recuerda que en el proceso “una de las cosas más importantes fue el encontrar documentación”.
“Es la fuerza de los documentos y su perfecta convergencia” lo que sirve “para conocer, para acercarse un poco más a la verdad de los hechos”.
En 1984, recordó, “fui nombrado especialista externo sobre el evento guadalupano”, y desde entonces “encontramos varios documentos muy importantes en todos los archivos del mundo, podríamos decir, tal cual, porque fuimos a los archivos de Nueva York, de París, de Londres, de España, obviamente de México, de Roma, etc.”.
“Y fuimos encontrando tantos documentos que cuando fui después miembro de la Comisión Histórica en 1998, y después postulador de la causa de canonización de San Juan Diego, vimos con toda claridad lo profundo que es este acontecimiento guadalupano, la verdad de la historicidad de Juan Diego, su vida y virtudes”.
El P. Chávez resaltó que “gracias a esa humilde, sencilla tilma que él portaba, y que se convirtió en un verdadero paraíso terrenal, tenemos la imagen maravillosa y portentosa de Santa María de Guadalupe”.
“Él en los altares es nuestro intercesor. Él en los altares es modelo de santidad, santidad que tenemos que llevar todos al mundo entero, ser otros Juan Diegos que manifiesten sobre todo con la vida el inmenso y misericordioso amor de Dios a través de Santa María de Guadalupe en su Iglesia Católica”, expresó.
“Totalmente falso”: Ni un ídolo disfrazado ni una adaptación de Extremadura
El P. Chávez advirtió además sobre los distintos mitos y mentiras que se han divulgado en torno a la aparición de Santa María de Guadalupe en el Tepeyac, entre el 9 y el 12 de octubre de 1531.
La Virgen de Guadalupe, subrayó, “no es un disfraz al ídolo coatlicue tonantzin” hecho por algún misionero “para hacer caer a los indígenas a la devoción guadalupana. Eso es totalmente falso”.
“No hay ninguna señal en ese sentido”, precisó, y señaló que “sobre todo en un tiempo donde está la Santa Inquisición y todo lo demás, a ningún misionero que venía en una batalla cósmica en contra del diablo se le hubiera ocurrido hacer algo semejante como una alianza con la idolatría, con Satanás”.
El sacerdote mexicano señaló que “tampoco viene de Extremadura, España”, como sugieren otros, que teorizan que se trata de una adaptación hecha por los evangelizadores de la advocación de la Virgen de Guadalupe que se venera en el Real Monasterio franciscano de Santa María de Guadalupe, en Extremadura.
Esto, subrayó, “lo comprobamos cuando vemos tantos documentos donde son los mismos españoles, concretamente los franciscanos, los primeros franciscanos, quienes no quieren muy bien a la Virgen del Tepeyac, incluso le quieren quitar el nombre”.
“No son ellos los que trajeron a la extremeña”, señala, recordando que Fray Bernardino de Sahagún, importante misionero franciscano de origen español, llegó a temer que se trate de una “invención satánica” de los indígenas.
Para el P. Chávez, si en verdad la Virgen de Guadalupe aparecida en el Tepeyac fuera una adaptación de la de Extremadura “nunca un español hubiera dicho algo semejante de la Virgen del Tepeyac, así que no es ni del ídolo, no es ni de España, es una verdadera aparición en el Tepeyac, México”.
“Ella vino con Jesucristo Nuestro Señor en su Inmaculado Vientre, para darnos la salvación, para redimirnos, para darnos su misericordia y su amor a través de su madre, Santa María de Guadalupe”, concluyó.
David Ramos
Graduado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Privada del Norte en Trujillo, Perú. Con más de 12 años de experiencia en periodismo católico trabajando en ACI Prensa, estoy radicado en México desde 2018. He cubierto los viajes del Papa Francisco a Ecuador, Paraguay, México, Colombia, Chile, Perú y Panamá.