En la esquina de Garibaldi y Alberdi, llegó Gino’s pizzería, y trae un nuevo concepto bajo el brazo
Algunos días atrás, recorriendo la ciudad en coche, las luces led sobre una ventana empañada, murmuraron «aquí llegamos». ¿Y ese lugar?, inmediatamente decidimos volver a echar un vistazo, controlando las mariposas que vuelan en mi estómago cuando arriba una nueva propuesta gastronómica.
Esta pizzería viste aquella esquina, habla con estilo propio, y sin temor de hacerse presente. «Gino’s» citaba aquella luz y debajo se encontraba brillante, la silueta de un joven de espaldas portando una pintoresca gorra hacia atrás. Continué mi camino, pero los días transcurrían y yo sólo pensaba en él. ¿Será que la ciudad vuelve a hablarme? ¿Es que mis expectativas serán más grandes que el producto? ¿Las palabras de Gino’s expresarán algo importante?
Yo ya no resistía, así que caprichosamente y con el tiempo que apremiaba esa noche de miércoles, decidí arribar en este nuevo establecimiento. Mientras tomaba algunas fotos de la fachada, se divisaban las figuras del personal que se preparaban entusiasmadas para la apertura del local. Al entrar, me atrapó la imagen de varios jóvenes que se encontraban trabajando en la cocina, y un aroma que no esperaba percibir aquella noche. Con mucha amabilidad, Florencia nos invitó a sentarnos junto al ventanal. El salón dispone de 5 mesas y una barra con tres sillas junto a la entrada.
La decoración del lugar era minimalista y se mostraba con buen gusto ante a los comensales. Las coloradas paredes volvían vivaces la experiencia, y aquellos diplomas junto a mí, daban prueba de que lo que se cocinaba allí, venía con un gran conocimiento detrás; nada improvisado.
A las 20:01 horas, Sofía se acercó con actitud profesional y gentil a nuestra mesa para indicarnos que debíamos ver el menú a través del código QR. Mi compañero de mesa decía ¿cuáles de estas pizzas quisieras? ¿te parece bien si pedimos la Gino’s?; le respondí rápidamente que me parecía acertado, pero sin dejar de escribir, porque sentada allí, distintas imágenes me inspiraban.
Mientras observaba a aquellos ordenados y apacibles cocineros que se desenvolvían con seriedad en la cocina, Sofía se acercó con un sorpresivo platito que contenía cuadraditos de una humeante focaccia, bañados en aceite con ajo y perejil; lo cual me pareció muy acertado como entradita para ir conociendo el vocabulario de Gino’s. La crocancia y el aroma de aquellos «tentempiés» te abrían el estómago lentamente, me encontré inevitablemente expectante.
Las puertas de aquellos hornos se abrían y se cerraban con movimientos firmes por parte del personal, de allí emanaban las fragancias, los vapores y los cocineros derramaban con mucho swing el aceite de oliva por encima de las preparaciones. Florencia se encontraba detrás del mostrador, atendiendo el llamado de un muy interesado vecino que buscaba deleitarse con «la pizza campeona»; «esta pizza contiene papa», se escuchó a lo lejos.
La camarera Sofía contenía en una de sus manos a la vedette de la noche: La pizza Gino’s. Se acercaba esplendorosa, casi en cámara lenta, totalmente vestida para la ocasión, bella y rebosante, y el aroma… el aroma que acariciaba con encanto, sabiendo que tenía todo aquello que se requiere para enamorar al comensal.
La ruedita cortante se deslizó sobre la pizza que crujía seductoramente. De pronto, al acercar aquella casi indebida porción, el vapor aromatizado te decía que era necesario permanecer en silencio y entregarse al disfrute de aquella aireada y crocante masa, que contenía una jugosa mozzarella fior di latte que se entreveraba con el pesto formando un matrimonio ideal, el aceite, el zest de limón brindando un toque único, y la mortadela que no sólo decoraba la pizza, sino que brindaba aún más sapidez y una lluvia de parmesano para coronar todo aquello. ¡Lograron que coma mortadela y que lo disfrute! Pensé. Buscaba permanecer atada a mi porción de pizza, y al mismo tiempo, llegar rápidamente a casa para calmar estos inquietos dedos que deseaban describir lo que experimentaba.
Transité esta experiencia gastronómica con una carga emocional intensa, confieso, como eterna amante de las pizzas. Nicolás se acercó a la mesa atento; y yo no podía expresar palabras que le hicieran justicia a su producto. Nos contó sobre su interés y esmero en hacer llegar el concepto de pizza romana a los comensales acostumbrados a una pizza redonda. «Tomé los conocimientos que adquirí en el exterior para lograr este producto, quisiera que todos comprendan este concepto novedoso en la ciudad» soltó. Nicolás y Florencia, dijeron estar asombrados de la recepción del público, y entre tímidas sonrisas que ocultaban una gran ilusión debajo, recordaban como en este poquito tiempo de apertura, una comensal se había acercado a Gino’s cuatro veces en la misma semana.
Quisiera decir, que el producto creado por este equipo, ha conquistado de lleno mi corazón. No esperaba encontrar esta gema en la ciudad, ahora que yo descubrí este apetitoso concepto, y el establecimiento que porta el nombre del abuelo de Nicolás, deseo que se acerquen a descubrirlo ustedes también. Volveré pronto, anhelante.