A pesar de la contundente denuncia de su presidente, el exmandatario Mauricio Macri, sobre la «posición totalmente dominante» del partido del ultraderechista Javier Milei, el macrismo finalmente aceptó una oferta que lo deja en una posición de clara subordinación.
La «luz del PRO» parece estar titilando, con un apagón político que se acerca a tan solo dos meses de las elecciones. El acuerdo, que se cocina tanto a nivel nacional como en la crucial Ciudad de Buenos Aires, pone en evidencia la debilidad del espacio amarillo, que ha priorizado la «gobernabilidad» de LLA por encima de sus propias aspiraciones y su capital político.
En una reunión crucial con la cúpula del partido, Macri había expresado su descontento con la oferta inicial de LLA, que les otorgaba el tercer y séptimo lugar en la lista de diputados de CABA. En declaraciones previas a la prensa, el expresidente admitió sin rodeos que LLA «quiere tomar una posición totalmente dominante», un hecho que, según él, «está fuera de discusión».
Sin embargo, tras el reclamo del PRO, la respuesta de La Libertad Avanza fue contundente: una contraoferta de los puestos quinto y sexto, los dos últimos lugares «entrables» en la boleta. Pese a que esto representa una clara muestra de fuerza por parte del oficialismo, el PRO —desesperado por mantener alguna relevancia— aceptó los términos. Fuentes cercanas al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, confirmaron que «vamos camino a cerrar el acuerdo».
La rendición del PRO es total. La LLA no solo impuso sus condiciones para las listas de diputados, sino que también exigió que los dos candidatos a senadores sean de su propio partido, una condición «inflexible» demandada directamente por la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. El PRO, por su parte, solo pudo negociar el puesto de suplente.
La situación actual del partido amarillo lo muestra a dos meses de un posible apagón político, forzado a aceptar las migajas de un espacio que, paradójicamente, nació de la crisis del propio macrismo. Con esta jugada, el PRO se subordina completamente a los libertarios, confirmando el ocaso de su influencia y el fin de su rol protagónico en la política nacional.