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miércoles, agosto 13, 2025

Chicos tontos y estúpidos /¡Como moscas!

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Cada tanto, en Tribunales Dos comienza algún juicio de los considerados “bravos”, en los que se juzgan hechos aberrantes y con consecuencias fatales, como suelen ser los de violencia urbana en los que las balas dirimen las diferencias y las calenturas se arreglan con sangre. En la Cámara Sexta del Crimen se lleva adelante desde la semana pasada, el juicio por los asesinatos de los jóvenes Luciano Décima y Agustín Córdoba de 21 y 18 años respectivamente. Asimismo, un tercer joven recibió una herida de bala en uno de sus brazos, pero logró sobrevivir.

Sucedió en el amanecer del 23 de octubre del 2022, en la zona de barrios San Roque y Estación Flores, en la intersección de las calles Santibáñez y Aviador Kingsley, a la salida del boliche “El Quincho”, que funcionaba sin ninguna habilitación. Según la investigación del fiscal Reyes, alguna discordia habría ocurrido adentro del local bailable y entonces los atacantes aguardaron la salida de las víctimas para dispararles sin piedad. En este proceso, están siendo juzgados Jesús Moreno y Nicolás Álvarez Gudiño (alojados en Bouwer), Facundo Barrionuevo (preso en Cruz del Eje) y Alexandro López (por ahora en libertad). Según la acusación, estaban a bordo de dos motos y cometieron el homicidio mediante una acción planificada y con roles preestablecidos. Por esta razón, el fiscal Fernando Palma solicitó la participación de jurados populares y en caso de probarse la acusación, la única condena posible será la de prisión perpetua. En el caso de Barrionuevo y López, ambos de 17 años en el momento de los homicidios, les podría corresponder la declaración de la responsabilidad penal. El juicio es complejo y en principio está previsto que concluya a fin de mes. El Tribunal está integrado por los jueces Enrique Buteler, Esteban Díaz Reyna y el presidente Pablo Brandán, quien dispuso un importante operativo de seguridad para que allegados de todas las partes puedan presenciar el debate sin provocar incidentes.

Como suele ocurrir en los hechos de estas características, todos o casi todos los involucrados son adolescentes y jóvenes intoxicados de violencia y creídos que no está mal matar para convertirse en “carteludos”. Por supuesto destruyen vidas de otros, pero también las propias porque a los condenados les esperan muchos años en la cárcel. Definitivamente, no son más que chicos tontos y estúpidos, capaces de cometer locuras de las que posiblemente se arrepientan hasta el final de sus días.

¡Como moscas!

A pesar de los controles de la Policía Caminera y de las multas carísimas que hay que pagar por las infracciones de tránsito, los siniestros viales en las rutas y también en las calles de las ciudades más grandes continúan ocurriendo “modo epidemia”. Recordemos nomás tantos accidentes evitables resonantes sucedidos durante los últimos años, con un montón de familias destruidas y muchos niños, jóvenes y adultos fallecidos o heridos de gravedad y con secuelas permanentes. Y por supuesto luego, la eterna discusión jurídica sobre si las condenas que se imponen deben ser por homicidio culposo agravado o por homicidio con dolo eventual. Mientras tanto, el común denominador se mantiene inalterable: la imprudencia de los conductores que circulan a velocidades altísimas, muchas veces entonados por alcohol y/o drogas.

Sólo por mencionar dos casos terribles de los últimos días, recordamos la muerte de Bruno Brondo, de 22 años, en Río Cuarto. Este joven viajaba en la parte trasera de un Renault Clío junto a otros cinco amigos cuando fueron chocados por una camioneta Amarok en plena ciudad. Bruno era jugador de handball, modelo publicitario y se estaba por recibir de arquitecto. Este siniestro está siendo investigado por el fiscal Pablo Jávega y tiene a dos imputados: el conductor de la Amarok, Juan Pizarro-detenido por homicidio y lesiones- y quien era su acompañante Rodrigo Carón, por encubrimiento, ya que simuló ser el conductor para salvarlo a Pizarro.

El otro siniestro impresionante sucedió sobre la ruta 19, cerca de la localidad de El Tío, cuando Franco Sosa de 19 años, inhabilitado para manejar ya que en junio pasado había sido multado por una alcoholemia positiva, chocó fuertemente con su VW Bora y desde atrás a un Fiat 147, provocando la muerte de Ricardo Oliva de 33 años y de sus hijos Thiago, Miqueas y Liz, de 12, 11 y 9 años respectivamente, todos oriundos de Arroyito. Las dos sobrevivientes de 15 y 17 años se recuperan de las graves heridas que sufrieron.

Cuestiones al margen, la situación en todo el país se agrava por la total falta de mantenimiento de las rutas nacionales, algo que viene siendo denunciado por gobernadores, intendentes, camioneros y automovilistas quienes filman y publican baches, pozos y cráteres para todos los gustos. Lamentablemente, salir hoy a rutas se parece cada día más a jugar a la ruleta ruta. Es increíble pero pareciera no tener solución. Al menos por ahora, nos seguimos matando como moscas.

Redacción

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