El acuerdo con EE.UU. se enfría: la promesa comercial que se frenó en silencio
El Gobierno apostó a un esquema de rebajas arancelarias con Washington para ganar competitividad frente a Brasil. Aunque las conversaciones continúan, el impacto sería acotado y las concesiones de Argentina, sensibles.
Durante semanas, en círculos económicos se habló de un inminente entendimiento bilateral entre Argentina y Estados Unidos para rebajar aranceles de forma recíproca. En medio de la agudización de medidas proteccionistas por parte de Washington contra Brasil, se perfilaba un pacto que podría beneficiar a productos argentinos. Sin embargo, el entusiasmo inicial se fue desdibujando. Pese al hermetismo oficial, el acuerdo no avanzó con la velocidad esperada y su posible impacto económico genera dudas.
A diferencia de un tratado de libre comercio, la propuesta contemplaba un esquema de preferencias arancelarias acordadas mediante cartas reversales. Según explicó el analista Marcelo Elizondo, se trataba de un entendimiento entre gobiernos para reducir tributos a determinadas exportaciones sin pasar por los Congresos. El contenido del borrador, no obstante, permanece bajo estricta confidencialidad.
Se filtró que la propuesta incluiría beneficios para cerca de 100 posiciones arancelarias, lo que abarcaría cerca del 80% del actual flujo exportador argentino hacia Estados Unidos. Ese universo representa un comercio de aproximadamente 6.000 millones de dólares anuales.
La posibilidad de ingresar con aranceles más bajos al mercado estadounidense generó expectativa en sectores industriales y agroalimentarios. El contraste con la situación de Brasil fue uno de los factores que impulsó el optimismo inicial. Washington impuso recientemente un arancel del 50% a una serie de productos brasileños, lo que abrió una ventana de oportunidad para los exportadores argentinos.
“Brasil está gravado con aranceles de 50% para entrar en Estados Unidos”, explicó Elizondo. “Argentina seguramente, si se obtiene este acuerdo, tendría aranceles menores al 10%”, detalló.
Esa diferencia en las condiciones de ingreso podría reposicionar a Argentina como proveedor frente a competidores que enfrentan mayores barreras. “Esto podría generar algún incentivo para producir en Argentina y vender desde Argentina a los Estados Unidos, mientras que de otros mercados es más complejo por cargas arancelarias más altas”, evaluó Elizondo.
El sector cárnico analizó el posible impacto con más cautela. El consultor Víctor Tonelli advirtió sobre efectos colaterales no deseados: “No creo que medidas tan disruptivas terminen beneficiando a nadie”.
Brasil exportó el último año unas 170.000 toneladas de carne vacuna a Estados Unidos. De ese total, cerca de 70.000 ingresaron sin tributos gracias a cuotas asignadas a otros países, entre ellos Argentina. La nueva política arancelaria obligaría a Brasil a buscar otros destinos. “Brasil tiene que redireccionar a otros países y podría salir a reventar los mercados para colocar este excedente”, analizó Tonelli.
Sin embargo, descartó una reacción brusca. “En principio me comentan desde Brasil que está muy cauto y no saldría a hacer grandes líos”, dijo. Incluso cuestionó el efecto que un aumento del cupo tendría para Argentina. “Si le dieran 1.000 toneladas más para exportar, es muy probable que no las tenga”, advirtió. También consideró que “Estados Unidos tampoco va a salir a comprar a cualquier precio a otros proveedores”.
Las ventas de Argentina a Estados Unidos incluyen alimentos industrializados, carnes, productos petroquímicos y manufacturas de origen industrial. Por su parte, las importaciones abarcan insumos de alto valor agregado. Un acuerdo de preferencias recíprocas implicaría que Argentina reduzca tributos a bienes estadounidenses. “Esto a la vez tendería para la Argentina el compromiso de abrir la economía, bajando aranceles, a exportaciones de los Estados Unidos, que no sabemos cuáles serían”, apuntó Elizondo.
La balanza comercial bilateral presenta una estructura estable. En 2024, Argentina exportó por 6.623 millones de dólares a Estados Unidos, aunque sólo una parte quedaría comprendida en el acuerdo en discusión. El economista Juan Carlos Hallak estimó que apenas 2.449 millones corresponden a productos que efectivamente tributan aranceles. “El impacto sería de u$s 193 millones si mantenemos nuestro 10%. No es tanto”, calculó.
En el mejor escenario, con tributos cero para los productos argentinos, mientras que otros países mantuvieran un arancel del 10%, el beneficio neto ascendería a 256 millones de dólares. Hallak explicó que la diferencia entre ambos escenarios proyecta un valor total de 457 millones, “este sería el impacto en nuestras exportaciones si lográramos un acuerdo”.
Desde el entorno libertario dejaron entrever que varias condiciones exigidas por Estados Unidos ya se aceptaron. Algunas incluso se aplicaron. Hallak mencionó una de ellas: “liberar la importación de maquinaria usada”.
Pero también advirtió sobre los costos políticos de esas concesiones. Estados Unidos señaló a la Argentina en la Sección 301 de su normativa comercial como un país con prácticas cuestionadas en temas de patentes y propiedad intelectual. “Esto el Gobierno está accediendo a unos cuantos problemas”, señaló Hallak.
Por ahora, ni la Casa Blanca ni el gobierno de Javier Milei confirmaron avances sustanciales. El pacto que en un momento se presentó como inminente perdió fuerza en los últimos días. Las variables políticas y comerciales siguen abiertas, mientras la economía argentina enfrenta tensiones externas cada vez más marcadas.